En alerta por crecida del río Ulúa; primeros daños en Santa Bárbara
La quebrada La Chorrera cortó el paso entre Río Hondo, Gualala y San Buena Ventura. Fotos: Mariela Tejada y Jessica Figueroa.
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Aunque las tormentas Eta y Iota siguen frescas en la mente de miles de hondureños que sufrieron sus embates, los huracanes o tormentas tropicales son los que menos preocupación causan en los pobladores de zonas vulnerables, ya que ahora el miedo se vuelve latente con cualquier tormenta intensa que se presente.
Oficialmente, la canícula terminó y en el occidente del país se están registrando, por lo general en las tardes, tormentas intensas que mantienen altos los caudales de pequeños y medianos ríos que tributan agua al gigantesco Ulúa, que ayer se mantenía amenazante.
A raíz de ese caudal incesante y las mediciones constantes que se le hacen al río se declaró alerta amarilla en Santa Bárbara y los municipios del valle de Sula que colindan con el Ulúa: Pimienta, Villanueva, Potrerillos y San Manuel de Cortés, así como El Progreso, Santa Rita y El Negrito, de Yoro, y ya en su cercana desembocadura al mar, el Ramal del Tigre, que corresponde a Tela, Atlántida.
También hay 10 departamentos en alerta verde: Comayagua, Francisco Morazán, La Paz, Intibucá, Valle, Choluteca, Lempira, Ocotepeque, Copán y El Paraíso, donde también se mantiene la vigilancia debido a que continuarán las lluvias.
Las fuertes tormentas en el centro, occidente y oriente del país son producto de la convergencia de viento y humedad provenientes del mar Caribe y del océano Pacífico.
Esa interacción, normal en el inicio de la estación lluviosa, es la causante de precipitaciones, que se mantendrán en rangos superiores a los 20 milímetros, los que bastan para elevar los caudales de ríos y riachuelos.
Hay un tramo de siete metros que está a punto de ceder por las crecidas del río Copán, en San Jerónimo.
Marco Antonio Fernández, alcalde de Gualala, Santa Bárbara, dijo que la quebrada La Chorrera, que en verano tiene un bajo caudal de agua, dejó incomunicadas a más de 20,000 personas que transitan la vía secundaria no pavimentada entre Río Hondo, Gualala y San Buena Ventura, San Francisco de Yojoa, en Cortés.
Aunque la vía no es pavimentada, es una arteria muy concurrida porque por ella se movilizan mercaderías y productos agrícolas como granos básicos, café y vegetales que se cultivan en la zona.
Asimismo, conecta a la mayoría de comunidades del municipio y a otras que convergen con Ilama y la cabecera.“Nos ha estado pasando esto ya días. Durante Eta y Iota nos afectó una zona mayor. La verdad, la quebrada es un peligro, se necesita un puente o algo que resista más”, afirmó.
El caudal del ulúa ayer fluctuaba, sigue la vigilancia por las lluvias nocturnas.
Lo que la pequeña quebrada hizo fue cortar un tramo del paso donde se instaló una caja puente hecha con tubos de concreto. Al taparse, porque se formó un dique, el caudal de la quebraba labró uno de los cabezales de la caja, cortando el paso. Ayer ya trabajaba maquinaria para encauzar el río y reparar lo que dañó.
Estanlin Peña, subcomisionado regional de Copeco en Santa Bárbara, lamentó que las primeras lluvias de la temporada ya causen daños en el departamento.
El paso cortado por la quebrada La Chorrera es muy importante, ya que sirve de vía alterna para llegar al sur de Cortés.“Trajimos equipos de la Secretaría de Infraestructura para buscarle una pronta solución al problema que causó la quebrada. La idea es hacer un paso temporal mientras la Secretaría de Infraestructura construye una solución permanente”, expuso.
La quebrada La Chorrera formó un dique y rompió una de las aproximaciones de la caja puente que une a Gualala con al menos cuatro municipios.
Sobre lo que se espera de esta temporada lluviosa, que se activó tras el paso de la canícula, Peña expresó que están bastante preocupados.
“Estamos asustados porque estas son lluvias de la temporada. Aquí no hay ningún ciclón ni nada de eso. Son las lluvias normales que se esperaban de la temporada y preocupa, ya que la estación telemétrica de Santiago, en Pimienta, registra seis metros de la crecida del río Ulúa. Estamos monitoreando constamente el río”, explicó.
Juan José Reyes, jefe del Sistema de Alerta Temprana de Copeco, señala que para esta temporada lluviosa, que se intensificará a partir de septiembre, el país se encuentra bajo la influencia del fenómeno de La Niña.
“Cuando estamos bajo el fenómeno de La Niña, las temporadas de lluvia son más amplias y podemos ser afectados por varios ciclones tropicales. La perspectiva dice que se pueden formar 12 tormentas tropicales, de las cuales seis podrían ser huracanes y uno podría afectar al territorio hondureño, directa o indirectamente. Esto, desde hoy hasta el 1 de noviembre, cuando termina la temporada ciclónica.Aparte, estamos teniendo una temporada de lluvia muy fuerte y próximos a entrar a una etapa madura, que es en septiembre y octubre”, expuso.
Ante esto, alertó a la población de Santa Bárbara y alrededores para que tomen las medidas de precaución, ya que el Ulúa registró fuertes crecidas, así como varios ríos y quebradas que le tributan.
El Ulúa ha aumentado su caudal. El Chamelecón también tiene crecidas, pero no representa amenaza.
Las copiosas lluvias en la zona occidental del país han provocado daños en la red vial que conecta con el punto fronterizo de El Florido, entre Honduras y Guatemala, en Copán Ruinas.
Un tramo de la carretera CA-11 está a punto de ceder debido a que las lluvias colapsaron el alcantarillado, lo que provocó un socavón debajo de las losas de concreto hidráulico de la vía en la comunidad de La Esperanza, en el municipio de San Jerónimo, Copán.
El peligro se mantiene latente, ya que la vía es de tránsito de vehículos pesados que mueven materia prima entre Honduras y Guatemala.
De igual forma, los pobladores de los municipios de Copán Ruinas, Cabañas y Santa Rita también podrían quedar incomunicados en caso de que las lluvias colapsen el tramo que mide 30 metros lineales.
Ese se suma a otras seis partes de la misma carretera que están en malas condiciones debido a la crecida del río Copán luego del paso de las tormentas Eta y Iota en 2020