Las grúas

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Lo de ayer va quedando en el ayer, el claro horizonte prometido se oscurece, los nubarrones o tormentas regresan y todo por ilusorias y deslumbrantes promesas que, a las primeras de cambio, se evaporan. No debiera extrañar, pero sí preocuparnos que sigamos en lo mismo o parecido con un futuro de anécdotas y no acciones en la raíz de más graves problemas.

En San Pedro Sula hay problemas profundos sobre los que se han expresado intenciones, pero hasta ahí.

Uno de los primeros dislates, disparate lo calificamos en esta misma columna recientemente, fue la referencia del alcalde al asilo Perpetuo Socorro, cuyo cierre era considerado en aras de la planilla municipal y de los empleados numerarios, doble de los ancianos atendidos. Como dicen en la aldea, casi se pudo escuchar aquello de que “el último que apague la luz y cierre la puerta”, en lugar de enfrentar el paracaidismo, nutrido de la clientela política.

Recientemente la autoridad municipal sorprendió no solo por dar la vuelta a una página de la campaña, sino por tratar de desviar la responsabilidad a Tránsito, cuyas autoridades no es que no oigan o no vean, sino que lo municipal es municipal, así como la construcción y administración de un hospital es obligación del Gobierno Central. Pero bueno, quieren pasar a la historia o “escribir con líneas torcidas” y para eso no tiene capacidad el humano.

Inocencia o ignorancia reflejan la promesa electoral, pues es evidente la necesidad de emplear la coacción y la represión para mantener orden que proporcione garantías en los derechos de todos los ciudadanos que confían en las autoridades para lograr la convivencia por las buenas o por las malas, mejor las primeras y las segundas según leyes u ordenanzas municipales.

¡Cuántas vueltas y vueltas ha dado aquello del moderno y aseado mercado municipal cercano a la Terminal de Autobuses! No diremos por décadas, sino por siempre la actividad comercial en mercados se desarrolla en una zona a lo largo de la séptima calle en el sector sureste. Y como las desgracias no vienen solas, los puestos en calles y avenidas han proliferado en el centro de la ciudad.

Mientras haya que ir al mercado, los compradores necesitarán estacionamiento para vehículos caminando lo menos, aunque ello suponga gran obstáculo o impida a los demás el derecho de utilizar las vías. “Me veo en la obligación como alcalde de San Pedro Sula a traer nuevamente las temidas grúas porque parece que lamentablemente solo así podemos entender”.

Que así sea, pero en lugar de vender promesas, necesitan nuestros políticos comprar amaneceres, como dice una bonita canción de un grupo hispano.

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