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Han sido tantos los hondureños extraditados hacia Estados Unidos en los últimos años por ser cabecillas o miembros del narcotráfico directos o indirectamente, entre civiles, militares, y Juan Orlando Hernández Alvarado el primer expresidente capturado por las autoridades hondureñas en espera de su extradición.
El viejo dicho del negocio de las drogas afirma que “Bolivia la siembra, Colombia la prepara y Estados Unidos la consume”, pero los países centroamericanos eran señalados de ser bodegas en tránsito, con droga proveniente por tierra, agua y aire de Suramérica.
Era algo en menor escala, pero en los últimos años el fenómeno del narcotráfico se ha multiplicado.
En el caso específico de Honduras, en la última década esta amenaza fue anunciada por diferentes autoridades; entre ellas, el fiscal antidrogas Alfredo Landaverde, quien utilizó la frase “narcoestado”, un aviso que le costó la vida.
Los carteles de la droga en el país comenzaron a operar las 24 horas del día y la noche como fantasmas, deambulando por los 298 municipios no solamente a la vista de las autoridades, sino que protegidos.
Siendo las guaridas en los tres poderes del Estado, ministerio, alcaldías e igual la confabulación de la empresa privada y así estas bandas de todos los niveles desde los grandes cabecillas hasta el bajo mundo del mercado del menudeo.
Un sucio negocio de dinero marcado por tantas pérdidas de vidas humanas; entre ellas, inocentes, de ahí la frase policial. “Murieron por estar en el momento y lugar equivocado”, especialmente con las incontables masacres.
Tanto el consumo o el tráfico de drogas son causas y efectos de muerte o cárcel para los involucrados.
El control de este fenómeno no es fácil ni para Estados Unidos, y peor donde la ley es muda, ciega, sorda y renca, como en un país llamado Honduras.