Honduras aumenta el consumo de petróleo, mientras los vecinos avanzan a la energía nuclear

Nicaragua y El Salvador dan pasos significativos para desarrollar centrales nucleares con el apoyo de la Corporación Estatal de Energía Atómica de Rusia (Rosatom) para lograr la independencia energética de los combustibles fósiles.

La Corporación Estatal de Energía Atómica de Rusia (Rosatom) ha ganado terreno en America Latina y se consolida como el principal proveedor de tecnología para generar energía atómica. El Salvador y Nicaragua, después de firmar acuerdos con ese organismo, están en proceso de desarrollar centrales nucleares.

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San Pedro Sula, Honduras

Mientras Nicaragua y El Salvador avanzan con iniciativas para establecer centrales nucleares con el apoyo de Rusia, Honduras, pese a revertir la matriz de generación de energía, sigue dependiendo de la importación de combustibles fósiles para cubrir la creciente demanda del país.

De manera segura, Honduras ha dado pasos importantes para lograr la transición hacia una energía limpia al revertir la matriz de generación (registrada en la presente semana): 32% con combustibles fósiles (diesel, bunker y carbón) y 68% con fuentes renovables (eólica, solar, hidroeléctrica y biomasa geotérmica), sin embargo, el país sigue registrado aumento en las importaciones de derivados de petróleo por el alza en la demanda.

Entre enero y noviembre del año anterior, las plantas generadoras de energía utilizaron 6.6 millones de barriles, un 8.4% más que en igual período de 2023 (6.1 millones de barriles), de acuerdo con información que el Centro Nacional de Despacho (CND) le reportó al Banco Central de Honduras (BCH). La cantidad correspondiente al año anterior está compuesta por 6.3 millones de búnker y 285 mil barriles de diésel.

El BCH, considerando información del CND, explica en el último informe de importación de derivados de petróleo que “la oferta de energía eléctrica a noviembre de 2024 en el Sistema Interconectado Nacional ascendió a 11,659.2 gigawatt hora (Gwh), superior en 7.6% respecto a lo reportado en igual fecha de 2023. Este comportamiento (...) está vinculado al crecimiento de 434.1 Gwh (8.3%) en la generación de energía eléctrica producida a base de combustibles fósiles, debido a los altos requerimientos de suministro firme y estable de energía eléctrica por parte de los sectores consumidores”.

En un esfuerzo por transformar su matriz energética en los próximos años, Honduras firmó el pasado 12 de diciembre un memorando de entendimiento con PowerChina International Group Limited y la Coalición Internacional para el Desarrollo Verde de la Franja y la Ruta (BRIGC).

Este convenio incluye el desarrollo de un Plan Maestro de Energía que prioriza las fuentes renovables, buscando reducir la dependencia de combustibles fósiles con la idea de alinearse con las metas globales de sostenibilidad.

Mientras Honduras apuesta por fuentes renovables, El Salvador y Nicaragua han dado un paso adicional al establecer acuerdos con la Corporación Estatal de Energía Atómica de Rusia, conocida como Rosatom, para explorar el desarrollo de energía nuclear con fines pacíficos. Estos instrumentos reflejan un interés creciente en diversificar las opciones energéticas y adoptar tecnologías avanzadas.

En El Salvador, Rosatom ha propuesto la construcción de reactores de investigación y reactores de potencia que funcionan con combustible nuclear generado con uranio. Es tan poderoso que una “cantidad de combustible de uranio del tamaño de un huevo de gallina puede proporcionar la misma electricidad que 88 toneladas de carbó”, de acuerdo con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).

Impulsado por el presidente Nayib Bukele, El Salvador, en 2023, se adhirió al Acuerdo sobre Privilegios e Inmunidades del Organismo Internacional de Energía Atómica y firmó el Marco Programático Nacional 2024-2029, un plan estratégico para el uso pacífico de la energía nuclear que promete el desarrollo nacional.

El economista Rafael Lemus, quien ha sido catedrático de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) de El Salvador, plantea que el “desarrollo de energía nuclear en El Salvador es un proceso que no debe verse a corto plazo y en la visión del gobierno está a mediano plazo o largo plazo porque, en este momento, sin duda, no hay condiciones técnicas, ni científicas ni espaciales para un proyecto de esa gran envergadura”.

En entrevista con La Prensa, Lemus destacó que “hay dificultades más allá de lo técnico y del monto de la inversión que tienen que ver con condiciones espaciales” que obligan a preguntar a los salvadoreños “¿dónde poner una planta nuclear en un país que por su escasa dimensión territorial le llaman El Pulgarcito de América y eso es un desafío”.

Lemus cree que la instalación de centrales nucleares en su país se trata de una nueva aventura o fantasía del presidente Bukele, quien se caracteriza por “prender muchas luces led y hacer muchos pantallazos con proyectos que no son más que luces artificiales”.

“Nos han hablado de lanzar un satélite, nos han hablado de una ciudad Bitcóin, nos han hablado de emitir bonos volcán para deuda, nos ha hablado de un tren del Pacífico, pero no hay nada. Tenemos un presidente dado a hacer mega anuncios sin tener las condiciones mínimas”, dice.

Lemus plantea que “el mundo ha evidenciado que los proyectos nucleares de generación de energía son bastante generosos en términos de costo-beneficio y en términos de daños al medio ambiente; Europa está tratando de revertir una decisión equivocada de cerrar algunas plantas nucleares y Estados Unidos pondrá más platas nucleares, pero para un país como El Salvador es meterse en una aventura”.

Nicaragua, por su parte, avanza en una hoja de ruta con Rosatom que incluye proyectos en agricultura, medicina y ciencia, además de explorar aplicaciones nucleares no energéticas. Esta colaboración busca aprovechar tecnologías avanzadas para enfrentar desafíos locales y fortalecer sectores clave.

Rosatom ha consolidado su presencia en América Latina estableciendo alianzas con países como Argentina, Brasil y Bolivia. En estas naciones, ha construido centrales nucleares, suministrado combustible nuclear y desarrollando aplicaciones tecnológicas no energéticas. En 2025, ese organismo ruso es un actor relevante en la región.

Sumado a la asistencia técnica y capacitación de latinoamericanos en Moscú, la agencia rusa promueve centrales nucleares con reactores modulares de baja potencia, que ofrecen ventajas como modularidad, escalabilidad, tiempos de construcción reducidos y tarifas eléctricas estables a largo plazo. Estas características las posicionan como una opción atractiva para resolver problemas energéticos en regiones con recursos limitados.

El Foro Económico Mundial plantea que los países pueden reducir la dependencia del petróleo con la energía atómica, por ejemplo, con los pequeños reactores modulares (SMR) y otras tecnologías nucleares avanzadas representan soluciones de energía limpia que, cuando se construyen a escala, podrían ofrecer energía rentable y libre de carbono.

En contraste, organizaciones ambientalistas, como Greenpeace, advierten que la energía nuclear no es una solución viable para países pobres como los centroamericanos. Argumentan que esta tecnología genera residuos radiactivos que representan riesgos para la salud y el medio ambiente durante miles de años, además de los impactos catastróficos que pueden derivarse de accidentes nucleares.

Los críticos también señalan que depender de la tecnología nuclear rusa podría someter a los países a los intereses estratégicos de Moscú.

La operación de las centrales nucleares requeriría asistencia técnica y suministro de combustible, lo que incrementaría la influencia del Kremlin en las decisiones energéticas de estos países.

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