El “Piercing” se convierte en accesorio de alta moda

Conforman un símbolo de transgresión y libertad al que
se puede dar infinidad de usos. Pasó de ser un accesorio urbano a uno “fashionista”.

Actrices famosas como Florence Pugh han vuelto a poner de moda el “piercing” en la nariz. Hay versiones perforadas como también las retirables.

Los “piercings” en el lóbulo alto o superior pueden ser de acero, titanio, oro o plata; puedes combinar diseños.

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Si las últimas décadas han estado presentes en zonas como las orejas, la boca, la nariz o el ombligo, ahora los “piercings” aparecen en la alta moda, donde pasan de ser solo un accesorio corporal a protagonistas sobre las prendas y se desligan de viejos tópicos para convertirse en un complemento habitual.

De adornar partes del cuerpo como insignia de rebeldía o de estatus a copar colecciones de lujo que van desde los bolsos de JW Anderson hasta Balenciaga, Marine Serre o, incluso, firmas consideradas clásicas como Dior y Chanel, que en sus últimos desfiles presentados en París apostaban por este ornamento.

El origen de los “piercings” o pírsines se remonta a los albores de la humanidad, cuando aparecen de forma casi simultánea en distintas culturas. En el antiguo Egipto eran símbolo de distinción para sacerdotes, en tribus asiáticas y sobre las mejillas simbolizaban estado de trance en rituales, mientras que los mayas se perforaban durante festividades.

Estos últimos lo hacían como señal de humildad a los dioses, mientras que los indios americanos atravesaban su piel como rito de protección, además de estar presentes en algunas corrientes del hinduismo en partes como la nariz, siglos antes de la llegada del movimiento punk que convulsionó Europa con su particular estética en los años setenta.

Como estandarte de modernidad e irreverencia, los “piercings” pasaron a ser también sello distintivo de colectivos y minorías que reivindicaban su lugar en la sociedad, un concepto del que se despojan en la actualidad, al aparecer en todo tipo de firmas destinadas a un uso comercial como Justine Clenquet o Agatha Paris.

“Hace años, el perfil de la gente que venía a perforarse era muy marcado, ahora no hay una edad o un tipo de cliente determinado, sino que se ha convertido en algo común”, dice a EFE Jaime Hernández, quien lleva años trabajando como anillador -profesional dedicado a hacer “piercings”.

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