Hartazgo

Exclusivo para Suscriptores

¿Ya tiene su suscripción? Únase a nuestra comunidad de lectores.

Suscríbase

Gracias por informarse con
La Prensa

Alcanzó su límite de artículos

Suscríbase y acceda a artículos, boletines, eventos y muchos más beneficios, sin límite.

Suscríbase

Gracias por informarse con
La Prensa

Artículo exclusivo bajo registro

Inicie sesión o regístrese para acceder al mejor contenido periodístico.

Iniciar Sesión

Gracias por informarse con
La Prensa

Creo la generalidad de la población de nuestro país está cansada del pobre mensaje de los políticos.Escucharlos cansa y preocupa. Si lo que expresan es nuestro futuro estamos perdidos.

Es monótono. Insulso. Está constituido por ideas nada cercanas a la realidad. Alude a enaltecer sus propias y supuestas virtudes y las de su partido político, y a destruir socarronamente a sus adversarios. Su manera de agenciarse votos es hablando desgracias. Su dedo acusador es su estandarte de batalla. Destruir, calumniar, falsear, descalificar, insultar, son los verbos que rigen su contenido. Y si por aquellas necesidades de rating sientan a varios líderes políticos contrarios juntos en un foro televisivo la situación se vuelve deprimente. Caen en la vulgaridad, en defender posiciones partidarias ancestrales, en quién desprestigia mejor, quién es más sarcástico, quién luce más inteligente. Creen que el señalar es sinónimo de patriota, de íntegro, de honesto. Y si no los invitan a foros, andan buscando quién los entrevista para destilar veneno y hiel.

El discurso político de nuestro país es aburrido y tedioso. Combaten insultos con insultos. Las ideas no forman parte del contenido del mismo. Aspiran al poder desprestigiando al que se les ponga por enfrente. Algunos en su cruzada de convencimiento caen en la vulgaridad, en el uso de palabras soeces y hasta ofrecen violencia. Algunos ya empiezan a usar gorras con la visera para atrás, queriendo parecer “cool”.

Ojalá que en algún futuro cercano tengamos una clase política acorde a esa investidura. Que presenten ideas y planes.

Que digan cómo van a crear instituciones públicas dignas de confianza. ¿Cómo van a hacer para devolver la institucionalidad al país? ( palabra de moda entre políticos). ¿Cómo harán para que las leyes se apliquen igual para todos? ¿Cómo lograrán acabar con la corrupción?¿Cuáles son sus planes para dar al pueblo una salud de calidad y gratuita?

¿Cómo elevarán el nivel de la educación?¿Cómo combatirán la inseguridad?¿De qué manera lograrán despolitizar el RNP, el Poder Judicial, el CNE, y todas las instituciones públicas?¿Qué harán para evitar la emigración irregular? Que nos expliquen ¿cuáles son sus proyectos para sacar adelante al país? Pero que sean puntuales y no se queden en las generalidades. Mucha bulla y pocas nueces.

Porque hasta el momento se han limitado a pelearse entre sí, a insultarse, a demeritarse. Pero a nadie se le escucha un discurso elegante, objetivo, creíble a nuestra realidad, conciliador, y que pueda ser llevado a cabo. A nadie. En un país de 9 millones de habitantes.

Esto es increíble. Hace falta un liderazgo fresco, sin pasado político, íntegro y con la capacidad de desligarse del clientelismo político y establecer distancias seguras con los líderes. De ser lo suficientemente valiente de poner las cosas en su sitio y llamar a las cosas por su nombre. De no amedrentarse por los dinosaurios. Y además que tenga los pies sobre la tierra y sea humilde. Que interprete que es pasajero y no se vista de prepotente, sabihondo o inmaculado.

La democracia necesita revitalizarse. La alternancia del poder político no asegura equidad si no garantiza que se gobierna en beneficio del pueblo exclusivamente. El objetivo no debe ser alcanzar y mantener el poder. Se necesita humanizar el ejercicio del gobierno.

Que la compasión sea su norte. Solo así se podrá asegurar que se gobierna para todos. Si no es así lo único que se consigue es que cada nuevo gobierno lo hace para su propio partido.

Ya es tiempo que la clase política madure e interprete cuál es su papel en estos tiempos. Que se dé cuenta de la importancia de su gestión. Que recuerde a su familia cuando le toque tomar decisiones en temas de dudosa relevancia.

Que recuerden a sus hijos cuando estén enfrente de una cámara de televisión o un micrófono. Que tengan en mente a sus padres cuando firmen documentos públicos. Tal vez así se abstienen de cometer faltas a la ley, a las buenas costumbres y a la moral, y que les sirva de inspiración para comportarse decentemente.

las columnas de LP