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Leer y dormir es la dedicación prioritaria de la excanciller Angela Merkel, tras 16 años al frente del Gobierno de Alemania que con sabiduría ha seleccionado su labor inmediata. Sin duda resultará gran sorpresa para algunos e incomprensible para muchos, sobre todo esos países en los que quien llega al poder lo hace como mesías.

Nunca es tarde para aprender y la lectura es el cauce apropiado para conocer más, comprender mejor y el trato respetuoso hacia los demás. Con la lectura se sale de la caverna y se abandona el garrote. La estadista germana no ha desvelado si volverá a la investigación en el ámbito universitario y a lo único referido tras el leer y dormir es atender sus cultivos en el huerto familiar.

“Durante muchos años he estado muy ocupada con la agenda que me preparaba mi equipo. Es el deber del canciller y lo he hecho con gusto y ahora voy a hacer lo que yo quiera voluntariamente”. Es la sabia inteligencia que reconoce las etapas en la vida, las responsabilidades en cada una y la satisfacción personal de despertar cada mañana y escuchar en el interior personal: “He cumplido”. Que no es autohalago, pues hace unos meses cuando la canciller Merkel presentó a su sucesora vibraron los balcones y calles con el agradecimiento colectivo hecho aplauso universal.

El otro extremo es el de aquellos que no concitan el sueño por lo hecho, por lo que intentan hacer y por las consecuencias que, quieran o no, los acompañarán en cuanto caigan de la cima y sean absorbidos en la llanura, escuchando pasos de animal grande.

La prueba más evidente es el blindaje, vía decreto, para funcionarios según la denuncia hecha por la comisión de transición del nuevo Gobierno que asumirá en enero. “Cuando el río suena piedras trae” y más peligroso el cauce en estos días en que se legisla desde casa. No hay oposición, ni intervenciones de peso, sino que se empuja la fórmula exprés tradicional: “¿Se aprueba? Queda aprobado”.

Entre la decisión de la excanciller alemana y nuestros funcionarios media una eternidad que recae no solo en los hondureños de hoy que con más pena que gloria tratamos de sobrevivir, sino en las generaciones venideras que hallarán la pesada hipoteca de una deuda de la que nadie se hace responsable y, por eso y “por otras muchas cosas más” quieren impunidad. Abarcará multitud de casos, pues la ley es retroactiva siempre que favorezca al acusado o reo, como sucede con las últimas reformas penales. Llueven los sobreseimientos.

Leer, leer y sentir cansancio y, por tanto, a dormir. El idilio de la exjefa del Gobierno alemán.