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Recuperar los empleos perdidos y crear nuevos es una tarea urgente y compleja que implica poner en marcha estrategias con medidas a mediano y largo plazo. Una de ellas, recomendada por la mismísima Organización Mundial del Trabajo (OIT), es revisar y fortalecer la formación técnica gratuita atendiendo los cambios en el mercado laboral forzados tras la pandemia del covid-19. Darles nuevas habilidades a quienes perdieron su empleo, a los jóvenes que andan en busca de uno y favorecer a quienes ya trabajan, pero anhelan mejorar sus ingresos con nuevas destrezas. Esa capacitación masiva en función a la demanda laboral ajustada a la pospandemia es una tarea que debemos robustecer para enfrentar el desafío del desempleo como parte de las políticas públicas.

De ahí que resulta indignante la situación en que ha caído el Instituto Nacional de Formación Profesional (Infop) en tiempos tan demandantes. Cuando la institución debería estar concentrada en su reingeniería y en expandirse a los sectores rurales, está enfrascada en una lucha interna que la paraliza y con números rojos en su presupuesto que le impiden la operación eficaz y dar los servicios de calidad, que deben ser pilares del gran compromiso que tiene con la sociedad.

El Infop, que cumplirá 50 años en diciembre, atraviesa una de sus etapas más complicadas tanto en su sostenimiento como con sus empleados, tan difícil que sus autoridades han advertido que podría ser liquidado en tres años. Le han pasado factura las administraciones burocráticas que la dejaron empeñada con altos salarios y gastos administrativos que le chupan el 86% de su presupuesto de 1,128 millones de lempiras. El restante 14% de los fondos es lo que queda para educación. La inversión en desarrollo académico ha quedado en segundo plano desde hace mucho tiempo, asegura su director Fredis Cerrato, que ha advertido sobre la ausencia de estabilidad económica a los trabajadores, a la empresa privada y al Gobierno, que ha nombrado una comisión para solventar la situación desatada por el sindicato, recomendar los cambios y promover una reestructuración necesaria para dar al Infop una nueva oportunidad de cambiar vidas.

Como lo hemos expuesto antes, la crisis del coronavirus ha puesto al descubierto retos en materia laboral, en los que las políticas públicas de formación y la orientación profesional juegan un papel clave. Ese es el camino, robustecer y ampliar la capacitación técnica gratuita, y quienes no actúen con ese propósito deben hacerse a un lado. Hay que eliminar los obstáculos que impiden al Infop cumplirle a Honduras.

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