ASP y municipalidad

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No siempre se conocen los entretelones de las divergencias o enfrentamientos entre funcionarios de los gobiernos central o local y signatarios de contratos o concesiones de manera que habitualmente se aplica el adagio “piensa mal y acertarás”. Y no es que guste el chisme, sino que ha sido y perdura aún la conducta de autoridades y empleados públicos en que la ética y honestidad si no está ausente queda manchada y más aún sin respuesta de la justicia de manera que todo pasa sin que pase nada.

Los casos se pueden presentar por volquetadas de manera que medio se ha solucionado un conflicto cuando ya está el siguiente en la mesa. Tras el desencuentro de las autoridades municipales sampedranas anteriores y la empresa concesionaria Aguas de San Pedro, sin acercamiento, sin cauce para posible diálogo del que pudieran surgir soluciones a las divergencias, hay claridad en el horizonte y ya, por lo menos, el prepotente anuncio de desalojo desaparece como amenaza.

Claro que para pelear es un buen tema, como suelen ser las bravuconadas en el área política, pero hablando se entiende la gente y sobre el alquiler, según la ASP, solo falta que digan cuánto y dónde para hacer los depósitos. La solución es negociable y está al alcance de la mano en la medida en que haya entendimiento y no ansia de imposición como instrumento y amenaza en las negociaciones.

De mucho mayor calado es el proyecto contemplado y olvidado de las aguas residuales mediante plantas de tratamiento en las que la responsabilidad recaía tanto en la municipalidad como en la concesionaria.

Una y otra se echaron culpa que si no proporcionaba la municipalidad terrenos o que los invadían y era necesario desalojar.

El alto costo, incrementado con la postergación del proyecto, que pasaría directamente al usuario del servicio.

Problema grave que atenta contra la salud de la población al recibir, sin tratamiento previo, ríos y quebradas las aguas servidas contaminadoras, además de dos grandes municipios en su camino hacia el Caribe. Cloacas a cielo abierto que atraviesan la ciudad convertida ya en aguas sin vida.

Por títulos que le quieran dar a la Capital Industrial, el daño que se hace al medio ambiente y a la salud de la población es evidencia de políticas locales en las que las personas no son el centro, otros son los intereses contenidos en la agenda municipal.

Y si a ello sumamos la ampliación y mejoramiento del alcantarillado hay razones más que suficientes para el acercamiento, el diálogo y las soluciones, no la soberbia y el autoritarismo, pues hablando se entiende la gente.

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