Hondureña en Valencia: “Fue como Eta y Iota”
Varias personas junto a vehículos dañados por las intensas lluvias de la fuerte dana que afecta especialmente el sur y el este de la península ibérica, este miércoles en Valencia.
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Karen Paredes, hondureña originaria de La Lima, vive actualmente en Valencia, España, una ciudad que estos días enfrenta una crisis climática.
La causa es una DANA –siglas de “depresión aislada en niveles altos”–, que ha generado lluvias torrenciales e inundaciones en varias provincias de la región, despertando el temor y la alerta de sus habitantes.
Estado en el que ha quedado un vehículo por las intensas lluvias de la fuerte dana que afecta especialmente el sur y el este de la península ibérica, este miércoles en Picaña (Valencia).
Para Karen, esta situación revive recuerdos de las devastadoras tormentas Eta e Iota en Honduras en 2020, según comentó a Diario LA PRENSA.
“Estoy en Valencia Capital, donde los daños en principio no son tan graves”, explica. Sin embargo, la sensación de incertidumbre y preocupación es constante. “Todos los habitantes de Valencia y sus provincias hemos pasado angustia, no solo por nosotros, sino también por nuestros conocidos y familiares en los pueblos afectados”.
La proximidad de la DANA afecta tanto a las zonas urbanas como a las comunidades más alejadas, lo que preocupa a Karen, quien recuerda los daños sufridos en su país natal.
Estado en el que se encuentran varios vehículos por las intensas lluvias de la fuerte dana que afecta especialmente el sur y el este de la península ibérica, este miércoles en Picaña (Valencia).
Karen evoca las tormentas de Honduras y encuentra paralelismos entre ambas experiencias. “Lo viví y la verdad es que sí veo similitud. Muchas personas quedaron atrapadas en las plantas más altas de los edificios porque el nivel del agua era muy alto”, recuerda, señalando cómo el riesgo de quedar atrapado y aislado se asemeja a lo vivido en las zonas más bajas del valle de Sula.
Aunque Valencia Capital no ha sufrido tantas inundaciones como otros lugares, Karen y sus vecinos siguen bajo alerta roja. “Gracias a Dios, la zona donde resido no sufrió de inundaciones, pero igualmente estamos en alerta. Debido a los fuertes vientos, muchos árboles cayeron, dañando coches y con el peligro de caerle a uno mismo”, comenta.