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Venta ilegal de munición crece en mercados de Tegucigalpa

  • 18 mayo 2015 /

En negocios de la cuarta y quinta avenida de Comayagüela comercializan proyectiles.

Tegucigalpa, Honduras.

Como si se tratase de pan, arroz, café o achinería, así de simple se venden en los mercados de la capital las balas que acaban con la vida de indefensos hondureños.

Pese a que el Estado debe regular la venta de armas y munición en su territorio, la comercialización de proyectiles se ha convertido en una actividad rentable que se realiza de forma encubierta en muchos comercios de Tegucigalpa.

Las autoridades saben que este negocio ilícito existe, pero hasta ahora nadie se ha interesado en ponerle un alto.

La bala maldita que puede apagar en segundos la vida de un inocente niño, de un joven prometedor o de una desprotegida mujer cuesta la irrisoria suma de 20 lempiras. Ese es el valor de la vida humana en Honduras.

Hay munición disponible para armas de diversa denominación, desde la 9 milímetros, pasando por la 3.57 mágnum, el revólver 38, hasta las temidas AK-47. El cliente decide la letalidad y la cantidad que quiere. El dinero lo resuelve todo.

Foto: La Prensa

La quinta avenida de Comayagüela es una de las zonas de los mercados de la capital en donde una persona puede comprar proyectiles.
Ilegal

El comercio ilícito de proyectiles en los mercados capitalinos era hasta ahora un secreto a voces; sin embargo, una paciente y minuciosa investigación periodística logró sacarlo a la luz.

La compra se planificó con mucho cuidado y con semanas de antelación. Para ello se escogió uno de los comercios más emblemáticos y concurridos de Comayagüela, el antiguo almacén El Nilo, del cual se tenía conocimiento que vendía balas.

Cabe indicar que este no es el único negocio que expende proyectiles, también hay otros comercios entre la primera y quinta avenida que se dedican a la misma actividad sin pedir ningún requisito, más que el dinero para la compra.

La Ley de Portación y Tenencia de Armas establece que solo La Armería es la única entidad facultada para la importación y venta de munición y armas de uso legal en cualquier lugar del territorio hondureño; en la práctica eso no se cumple.

Se pidió información en esta empresa con relación a los requisitos que se exigen para la venta de munición a particulares; no obstante, sus empleados se negaron a proporcionar los datos solicitados y sus responsables optaron por llamarse al silencio.

Foto: La Prensa

Aquí otro periodista adquiere balas.
Adquisición

La compra se hizo en fechas diferentes para no despertar las sospechas de los dependientes y se optó por solicitar proyectiles de 9 milímetros y 38 por ser dos de las armas más utilizadas por los delincuentes, según la Dirección de Medicina Forense.

El viernes 27 de marzo, justo antes de Semana Santa, se llevó a cabo la primera compra en el populoso almacén El Nilo, ubicado en la quinta avenida de Comayagüela.

A las 3:00 pm de ese día se llegó al negocio y con la mayor naturalidad se le pidió a una de las dependientas si había balas para 9 milímetros, a lo cual la joven respondió que sí.

La mujer tomó un pedazo de papel, anotó la cantidad y envió al comprador a una ventanilla del negocio en la que atendía otra dama de contextura delgada y cabello oscuro.

La mujer tomó la orden, recibió los 100 lempiras y entregó los tres proyectiles solicitados en una bolsita de plástico transparente. La primera compra costó 60 lempiras.

Dos semanas después, se efectuó una segunda visita al negocio, esta vez la misión era adquirir balas de revólver 38 y de 3.57; sin embargo, en esta oportunidad la respuesta fue no. “No hay, posiblemente tendremos la próxima semana”, indicó la vendedora.

Cinco días después hubo un tercer intento, no obstante, la dependienta afirmó que las balas de 38 y 3.57 no habían llegado; pero que tenían disponibles de 9 milímetros. Se hizo la compra y se pagó 60 lempiras por los tres proyectiles. La segunda compra se había hecho y la hipótesis estaba comprobada.

Foto: La Prensa



Confirmación

Dos días antes de la publicación de este artículo de investigación, LA PRENSA hizo una nueva visita a los mercados con el fin de confirmar si seguían vendiendo las balas, luego de varias semanas de haber realizado la última compra.

Esta vez, dos miembros del equipo de investigación se hicieron pasar por simples compradores y llegaron a la tienda pidiendo que les vendieran cinco balas de arma 9 milímetros Luger y cinco de calibre 38.

Esta vez, el procedimiento no varió, pues una dependienta de contextura gruesa y pelo negro tomó la orden de los periodistas, la anotó en un pequeño pedazo de cartón y lo envió a realizar el pago en la caja, en donde atendió el propietario del negocio.

Hecha la primera compra, el otro periodista encubierto ingresó segundos después y pidió a la misma empleada cinco balas calibre 38, pero esta le respondió que no tenían disponibles, entonces solicitó una orden de 9 milímetros. Durante la negociación había otros compradores en la tienda que no se inmutaron cuando el propietario entregó los proyectiles a los periodistas encubiertos.