Pero el detalle más importante tiene que ver con la selección de la silla ideal. La razón es porque se trata de la pieza más íntima, la que tiene un contacto directo con el cuerpo a lo largo del día, la que engloba el mayor potencial para hacerlo sentir cómodo o no.
Quizá no se nota lo que puede generar durante semanas o meses, pero si la silla no está adecuadamente ajustada, se puede correr el riesgo de una enfermedad de estrés.
Puede generar problemas, por ejemplo, en la espina dorsal, aunque sea un proceso lento. A pesar de que el precio de algunas de ellas podría resultar un poco elevado, a la larga se compensa la inversión porque es en la silla donde se pasan hasta ocho horas al día.
Se tiene que tomar en cuenta que esté a una altura en la que sea posible poner los brazos en la superficie (del escritorio) sin necesidad de subir los brazos. Los hombros tienen que seguir una línea natural; si no es así, se puede crear mucha tensión en el cuello.
Los colores de las paredes deben ser cálidos y claros. Esto le dará un ambiente tranquilo que le ayudará a trabajar más relajado.
