27/04/2024
01:49 PM

Evangelista había dicho que quería ir al cielo con su familia

San Pedro Sula, Honduras.

Unos veinte minutos después de haber estado sirviendo como líderes en un culto evangélico, los esposos José Alfredo Burgos y Digna Emérita Moncada sufrieron el mortal accidente en el que también fallecieron sus hijos Froylán (de 10 años) y Kenneth Joshua (de 3).

Salieron como a las 9:00 pm de la iglesia Nueva Jerusalem, del barrio Quebrada Seca, de El Progreso, en un turismo Dodge Neon rumbo a su casa cuando sucedió el percance en la salida hacia Tela.

Para los bomberos progreseños fue una odisea rescatar los cuerpos que quedaron atrapados en medio de las latas y metales retorcidos del Dodge Neon. Solo la madre y sus niños estaban vivos cuando llegaron los rescatistas, pero expiraron cuando eran conducidos a un hospital.

El carro en el que viajaba la familia quedó despedazado al ser remachado contra una rastra por otro auto que lo impactó en la parte trasera.

Si me llegara a morir quisiera que fuera con mi familia para irnos juntos al cielo”, le dijo José Alfredo Burgos a su madre Priscila Orellana cierta vez que ella le aconsejó que tuviera cuidado al conducir su auto.

Foto: La Prensa

Doña Priscila Orellana recordó que era una familia feliz porque “andaba en los caminos del Señor”.
Doña Priscila se muestra conmovida por la tragedia, pero su fe le da fuerza para no llorar. “Ya no volveré a ver mis nietos hasta que estemos juntos allá arriba”, dice mientras pone en el comal más tortillas para la venta.

Ella también asistió al servicio religioso en el que su hijo estuvo auxiliando al pastor German Aguilar junto con su esposa Digna Emérita que era líder de las damas.

Aunque aturdida por el dolor, doña Priscila recordó que a la salida del templo, su nieto Froylán se despidió de ella con un abrazo al tiempo que le decía: “A, bendígame”. El más pequeño solía meterse entre sus piernas, pero esa noche no lo vio.

José Alfredo y su esposa estaban felices porque ya vivían en su propia casa en una colonia a la orilla de la carretera que conduce a Tela.

Foto: La Prensa

En un cementerio público en los altos de El Progreso fueron sepultados los cuatro miembros de la familia. Los mausoleos quedaron alineados.
Eran personas que se enfrentaban con coraje a la vida. él compraba chatarra que vendía a las empresas recicladoras, y ella laboraba en una maquila del sector.

“Eran felices. Se conocieron hace unos diez años andando en los caminos del Señor”, dijo doña Priscila.

La abuela vive en una casa cerca del templo, adonde fueron velados los cuatro cuerpos entre cánticos y alabanzas.

“Como el vuelo del águila subiré hasta el monte adonde habitas tú”, cantaban los hermanos espirituales alrededor de los cuatro féretros.