27/04/2024
06:46 PM

Nacen tres niñas por vitrificación embrionaria en Honduras

El equipo liderado por el doctor Eduardo Bueso realizó los procedimientos en el Centro de Fertilidad del Hospital del Valle.

San Pedro Sula
Especialidad

La unidad de urología y andrología con los médicos Carlos Izaguirre y Jamil Bendeck jugaron un papel importante en el proceso.

Ana María, María del Milagro y María del Pilar comparten algo más que uno de sus nombres, son las primeras bebés que nacen en Honduras con una de las técnicas de la fertilización in vitro e inyección intracitoplásmica de espermatozoides y extracción espermática testicular conocida como vitrificación embrionaria.

Ellas son los tesoros de tres matrimonios hondureños que no se conocen entre sí, pero tienen un común denominador; son un ejemplo de fe y perseverancia.

Oraron, actuaron, confiaron y recibieron su milagro y mayor regalo; ser padres a pesar de las dificultades que enfrentaron.

Los nacimientos asistidos ocurrieron en el Centro de Fertilidad del Hospital del Valle en San Pedro Sula, con un equipo de profesionales, liderado por elginecólogo y científico hondureño Eduardo Bueso, convirtiéndose en un avance de la medicina en el país que beneficiará a parejas que tendrán en la criopreservación una esperanza de vida.

Equipo humano que lo hizo posible

El procedimiento ha resultado exitoso gracias a la experiencia del equipo conformado por el embriólogo Fredy Mejía, del Centro Procrea de Guatemala; los doctores Camilo Alleyne de Panamá y Gustavo Pages de Florida; Tania Rodríguez, embrióloga de Miami, y a los médicos hondureños Eduardo Bueso, líder de equipo; Héctor Gutiérrez, biólogo; la enfermera Wendy Sevilla, la doctora Thany Paz, la psicóloga Kimberl y Sagastume, y Wilfredo Peña.

El doctor Bueso que ha traído al mundo más de 300 bebés con técnicas de reproducción asistida, siendo la más reciente la vitrificación embrionaria, explica que se trata de un procedimiento de congelación ultrarrápida utilizando sustancias llamadas crioprotectores que protegen a las células para pasar de 37°C , a una velocidad de enfriamiento muy elevada hasta -196°C.

Los embriones permanecen congelados, dentro de unas pajillas plásticas individuales y bien identificadas llamadas Cryotop (Kitazato), en tanques de nitrógeno líquido, donde pueden permanecer de forma indefinida y segura hasta que la pareja decida utilizarlos.

Bueso explicó que la vitrificación de óvulos, espermatozoides y embriones es un procedimiento seguro que produce enormes beneficios en las parejas que están sufriendo por infertilidad.

“La vitrificación es un componente rutinario e importante de los centros de fertilización in vitro que se ha utilizado en Honduras desde que iniciaron estos procedimientos el 6 de marzo de 2001 únicamente con el propósito de criopreservar, y no fue hasta que hace aproximadamente 2 años con el uso de la triptolerina en pacientes con síndrome de ovarios poliquísticos que se empezó a transferir embriones en forma diferida, ya cuando las condiciones del endometrio y de la madre son las adecuadas”, dijo.

Destacó que los verdaderos héroes en todo el proceso son los padres porque luchan contra su infertilidad para realizarse como papás.

“Me inspiro mucho en el corazón de los papás porque he visto desde marzo de 2001, cuando comenzó la fertilización in vitro en Honduras, cómo hemos evolucionado y estamos aplicando otras técnicas asistidas”, remarcó.

A juicio del galeno el hecho de que en la actualidad las mujeres acuden con su pareja a buscar soluciones a la infertilidad es muy relevante porque en la búsqueda del embarazo y durante el mismo es muy importante que ambos se mantengan unidos, apoyándose mutuamente.

“En la actualidad el factor masculino es la causa de más de la mitad de los problemas de infertilidad; de hecho, un varón el día de hoy, posee apenas la cuarta parte de los espermatozoides que tenía su abuelo”, según la OMS.

Tal es así que la vitrificación de espermatozoides en los casos de infertilidad masculina severa es también un instrumento de apoyo para lograr embarazos como fue el caso de una de las parejas que logró la gestación a pesar que el esposo se había realizado la vasectomía previamente.

El proceso

El ginecólogo explicó que la técnica consiste en deshidratar los embriones, óvulos o espermatozoides pasándolos de un medio a otro con una concentración creciente de crioprotectores.

Se colocan los embriones en un sistema de soporte para su congelación. Luego se introducen en una bandeja con nitrógeno líquido y se almacenan dentro del tanque de nitrógeno líquido para su conservación.

En este proceso los embriones pasan de la temperatura de 37°C, que es la temperatura de cultivo, a la de congelación en nitrógeno líquido de -196°C en tan solo unos segundos.

“Contar con una alternativa en Honduras es de mucho beneficio para estas parejas, ya que no necesitan buscar soluciones en el exterior”, asegura el especialista.

En los tres casos asistidos en Honduras, primero fue necesario ir recolectando muestras de espermatozoides, luego congelarlos y tras varios procedimientos de extracción poder tener una cantidad adecuada que permitiera efectuar la fertilización in vitro mediante ICSI con mayor seguridad, para luego extraer los óvulos, hacer la fertilización, vitrificar los embriones y posteriormente transferir hasta que el endometrio estuviese preparado, siendo esta innovación un proceso científico aplicado, que implica la participación de ginecólogos, embriólogos, biólogos, urólogos y personal de enfermería y apoyo técnico.

“En el mundo esto es algo muy normal, de hecho en España el 8% de los niños nacidos en el año 2021 fueron concebidos mediante la fertilización in vitro y aunque es cierto que en Honduras la vitrificación embrionaria aún es un tema tabú por el poco conocimiento que existe; en el mundo, según la Sociedad Europea de Medicina Reproductiva (ESHRE) para el año 2022, el 75% de los embriones que se logran por fertilización in vitro serán vitrificados antes de ser transferidos. De esta forma los resultados obtenidos y las experiencias narradas por los padres harán que en nuestro país sea reconocido como un procedimiento científico y que abre toda una ventana de esperanzas para las miles de parejas que sufren por su infertilidad”, concluyó el médico.

“Cuando tuve a mi hija en brazos comencé a llorar y a llorar de felicidad”

Elsa Bustillo cerraba sus ojos mientras sostenía entre sus manos la prueba de embarazo.

Su único deseo es que diera positiva, pero siempre ocurría lo contrario.Así transcurrieron casi seis años. Junto a su esposo Manuel Martínez pedían a Dios que les cumpliera su sueño de darles un hijo y su oración nunca cesó. Se sometieron a muchos tratamientos, pero sin resultado.

Elsa de 39 y Manuel con 42 cumplirán dentro de poco ocho años de casados y esta vez el aniversario porque después de luchar y de vivir una montaña rusa de emociones por fin Dios y la ciencia les regaló a su bebé, María del Pilar.Su testimonio está matizado de perseverancia, amor, confianza y sobre todo fe.

“Somos una pareja cristiana que cumpliremos ocho años de casados. Tratamos de concebir de manera natural, pero no lo lográbamos, nos sentíamos frustrados porque deseábamos tanto tener a nuestro bebé. Cuando me hacía una prueba de embarazo, cerraba mis ojos y decía en el nombre de Dios esta vez sí, cuando los abría el resultado era negativo, me llenaba de tristeza, impotencia y así pasé por años”, dice Elsa. Recuerda que se repetía una y otra vez más, “mi bebé está en los pensamientos de Dios, ¡pronto vendrá!”.

La pareja decidió acudir adonde un especialista en fertilidad y empezaron el proceso.

“Pasamos por varios tratamientos y ninguno daba resultado. Luego nos sometimos al tratamiento de vitrificación embrionaria, no conocíamos nada de ello. Estuvimos en tratamiento dos años y medio con el doctor Bueso, pero llevábamos ya tres con otros médicos”.Recuerdan que el proceso fue largo y complejo, no fue fácil, “hubo momentos en que dije ya no más, le pedía muchísimo a Dios que pusiera en mí tanto el querer como el hacer, que me diera fuerzas física y emocional”.

“Mi deseo de ser madre era infinito, imposible describirlo, al final el éxito se dio primero por nuestra fe profunda en que Dios lo iba a hacer, la oración y el trabajo del doctor Bueso y su equipo”.

“Cuando tuvimos a nuestra hija en brazos escuché en mi interior una voz que me dijo, ya eres mamá, empecé y llorar a llorar de la felicidad. Nos dimos cuenta de que en el país hay grandes avances que desconocíamos, y este es uno de ellos, estamos agradecidos con nuestro Dios por permitirnos ser padres y agradecidos con el Dr. Eduardo Bueso y su equipo”, manifestaron.

Nacen tres niñas por vitrificación embrionaria en Honduras

“Nunca perdimos la fe, gracias a Dios y a la ciencia hoy tenemos a nuestra bebé”

Mayte y Henry pasan ya los 40 años de edad y este mes cumplen 14 de casados. Ellos siempre creyeron que Dios les enviaría un hijo. Su fe y los avances médicos cumplieron su sueño. Pasaron tres años y no lograban el ansiado embarazo.

“Todos los meses cuando llegaba el período a Mayte nos invadía la tristeza porque las pruebas seguían saliendo negativas”, recuerda la pareja.

Comenzaron las visitas con especialistas, pero sin resultados. Ellos desconocían de procesos nuevos para lograr el embarazo con técnicas diferentes a la concepción natural y además que ya se realizaban en el país.

Llegaron al Centro de Fertilidad del Hospital del Valle con esperanza y sin siquiera imaginarse que se convertirían en la primera pareja que daría a luz mediante la vitrificación embrionaria en Honduras.

Comenzaron a buscar todo tipo de tratamientos desde el 2011 y el 2012 comenzaron el proceso que culminó en febrero de este año. Mayte recuerda que no fue fácil.

“El doctor Eduardo Bueso siempre nos hizo saber que no era algo que se conseguía de la noche a la mañana y había que tener paciencia y fe”, dice Mayte.

“Teníamos que agotar todos los métodos naturales y ahí entendimos que no era un proceso mágico. Los médicos harían todo lo que estuviera en sus manos”, recuerda Henry.

“Cuando tuvimos el último intento fallido tirada en el piso de la casas le grité a Dios que estaba bien que no me diera a mi hijo, pero eso no significaba que yo iba a dejar de amarlo y servirlo y que mi relación con él no iba a cambiar”.A los 22 días de esa crisis el doctor me llamó y me dijo que teníamos que seguir.

“Yo estaba decepcionada de la situación y el doctor me alentó a seguir”.A pesar de todos los fracasas no perdimos la fe. Fuimos y reanudamos el proceso. A los 15 días teníamos que hacernos nuevamente los exámenes. Yo le dije a mi esposa que no nos hiciéramos exámenes, pero compramos una prueba casera y vimos que apareció apenas una rayita lo que nos entristeció. Entonces le dije a mi esposa esperemos que en la instrucción dice que hay que esperar y entonces fue marcándose la segunda rayita y comenzamos a brincar de la felicidad”, dice Henry.

“Llamamos al doctor y nos dijo: ‘Están hasta los queques’, nos mandó a hacer un examen de sangre que nos confirmó el embarazo”, recuerda la pareja.

Henry recuerda con agrado que su esposa lo aborreció y hasta su olor la incomodaba. Llegó el día y Mayte dio a luz en medio de la pandemia a través de un tratamiento innovador en Honduras a María del Milagro. Hoy son padres felices que motivan a parejas con problemas de infertilidad a luchar, buscar ayuda médica y sobre todo a no perder la fe.

Nacen tres niñas por vitrificación embrionaria en Honduras