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El disco más caro del mundo en manos del más odiado de EUA

  • 08 octubre 2016 /

Martin Shkreli no lo ha escuchado pese a que pagó por él 2 millones de dólares. Si él no lo comparte, habrá que esperar 88 años para oírlo

Nueva York, Estados Unidos

Un villano. Una banda de raperos. Conspiraciones farmacéuticas. Una caja fuerte secreta en Marrakech. Hillary Clinton y Donald Trump poniéndose por primera vez de acuerdo en algo. El misterio que rodea el lanzamiento del último disco del grupo Wu-Tang Clan es un fascinante thriller.

Entre otras cosas, porque el único ejemplar ha acabado en manos del que, según acuñó la BBC, es el tipo más odiado del mundo, Martin Shkreli, un polémico empresario que compró la patente del fármaco que trata el sida y otras enfermedades y aumentó su precio un 5,000 %: una pastilla costaba 12 euros y ahora llega a los 672 euros. Como colofón, esta historia tiene su parte de frustración: la mayoría de nosotros no estaremos vivos para presenciar cómo se resuelve la intriga, cuyo desenlace no tendrá lugar hasta el año 2103.

Todo empieza por culpa de un enemigo muy recurrente en estos tiempos: la piratería. Harto de que la piratería haya destruido el valor de la música, el líder de la legendaria banda de rap neoyorquina Wu-Tang Clan decidió grabar un último disco y convertirlo en el álbum más preciado –literal y metafóricamente– de la historia de la música.

Disco
El álbum es una mezcla de rap. Sus creadores castigan así la cultura del “todo gratis” en Internet.
Robert Diggs (Nueva York, 47 años), cuyo nombre artístico es RZA, dirige la banda como un dictador, sin que nadie cuestione su autoridad,en sus propias palabras.

Su mezcla de pistas, voces y efectos, con letras callejeras que mezclaban referencias a las artes marciales con máximas del movimiento Five Per Cent Nation (uno de los grupos por la lucha afroamericana más polémicos), siguen influyendo a los mejores raperos actuales, como Drake o Kanye West. El disco Once upon a time in Shaolin es una despedida a lo grande para los Wu-Tang Clan: solo existe una copia editada, que permanecerá oculta durante 88 años.

Foto: La Prensa

Shkreli parece un malo de película de otra época.


La panacea

La edición del álbum es exquisita. Un doble CD con 31 canciones, gestado durante 6 años y acompañado de un libro de 174 páginas encuadernado en piel. Ambos tesoros van metidos en una caja diseñada por un artista marroquí. En la ciudad de Marrakech fue donde, custodiado en una caja fuerte, el disco y el libro esperaban encontrar comprador: la única edición de Once upon a time in Shaolin sería subastada al mejor postor.

Los interesados, junto a unos afortunados fans que ganaron un concurso, pudieron escuchar 13 minutos del álbum en una sala privada del MoMA (el museo de arte moderno de Nueva York).

Los críticos asistentes se mostraron entusiasmados con esos 13 minutos, en los que las bases de hip-hop electrónico se fundían con voces pregrabadas como la de Cher. Las críticas fueron tan efusivas que Once upon a time in Shaolin se coronó como el álbum del momento mejor considerado por los expertos. Los fans de la banda se mostraron indignados por esta iniciativa, aunque Robert Diggs defendía que es “lo opuesto al elitismo”.

Técnicamente, Diggs dice la verdad: el larguísimo contrato que el comprador debía firmar estipulaba que, durante esos 88 años, no estaba autorizado a comercializar el disco, pero sí podía publicarlo gratuitamente si así lo deseaba. Esa era la intención del Kickstarter promovido por fans de Wu-Tang Clan, con el que pretendían comprar el disco y compartirlo con el mundo entero. Desgraciadamente, los escasos 14,000 euros que recaudaron no pudieron competir con los ¡dos millones de dólares! que pagó el ganador de la subasta: un desalmado que, como el buen villano de cómic que es, no tiene la menor intención de compartir el preciado tesoro musical.

Es, de lejos, el disco más valorado de la historia. El segundo puesto lo ocupa un ejemplar personal de Ringo Starr del primer disco de su grupo, los Beatles, con el número de copia 0000001. Una joya que, sin embargo, se vendió por 790,000 dólares, muy alejado de los dos millones que desembolsó Martin Shkreli por el de Wu-Tang Clan.

El comprador

Se dijo que el comprador misterioso era Quentin Tarantino. La casa de subastas Paddle8 se mantuvo firme al respetar su anonimato. Sin embargo, el comprador en cuestión es el tipo con más ganas de llamar la atención del planeta, Martin Shkreli.

En un asombroso giro de los acontecimientos, la única copia de Once upon a time in Shaolin acumula polvo –Shkreli todavía no lo ha escuchado, y lo compró en noviembre del año pasado– en casa del hombre más odiado del mundo, título con el que le bautizó la BBC y que él parece disfrutar con cierta perversión.

Martin Shkreli (Nueva York, 33 años) nació el 1 de abril, día de los inocentes en Estados Unidos, en una familia de inmigrantes albaneses. Sus padres trabajaban como bedeles, pero él tenía otros planes: a los 19 años se graduó en la universidad y fundó diversas compañías farmacéuticas. Su objetivo era comprar la patente de medicamentos para enfermedades minoritarias y mejorar su efectividad, lo cual podría haberle convertido en un héroe y un salvador, pero la historia no acaba aquí. Martin tramaba un maléfico plan.

Shkreli subió el precio de Daraprim, un medicamento que trata la toxoplasmosis (infección parasitaria que afecta a sistemas inmunológicos debilitados como los de las embarazadas o los enfermos de sida), de 12 euros la pastilla a 672.

Este aumento del 5.000 % en el precio de un medicamento es una práctica habitual en la industria farmacéutica, porque al tratarse siempre de enfermedades de nicho el escándalo nunca trasciende: la mayor parte de la población ni se entera.

Pero esta vez sí, y no ha sido casualidad. El carácter excéntrico y arrogante de Shkreli le convertía en un villano perfecto para la prensa y para que los políticos se hicieran los héroes.

Hillary Clinton tuiteó que como presidenta eliminará las leyes que amparan estas prácticas. Si una compañía quisiera reproducir Daraprim y venderlo de nuevo a 12 euros, no podría, porque Shkreli tiene exclusividad sobre el producto y puede hacer lo que quiera con él. Por su parte, Donald Trump dijoque Shkreli “tiene pinta de un niñato malcriado”. A Martin Shkreli le dio pena este ataque. “Mis padres eran bedeles; él [Trump] heredó todo su dinero”, comparó, “que le jodan. Y yo que creía que íbamos a ser amigos”.

Shkreli parece un malo de película de otra época, de los que acarician gatitos en su regazo y se ríen a carcajadas ante un mapa mundi, pero a la vez es el primer villano millennial. Tomado de El País