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Los Hamptons, el lugar de vacaciones de los superricos

  • 08 octubre 2016 /

Nueva York, Estados Unidos

Los Hamptons, la tradicional zona de veraneo de los más ricos de Nueva York, es muy concurrido para la temporada de playa, sol y fiestas, en la que la diversión se mezcla con la disputa por el estatus social y las portadas de la prensa del corazón.

Se dice que cada vez más caros y menos privados.

Situados en la parte noreste de la isla de Long Island, Nueva York, se denominan así porque agrupa a varios pueblos contiguos, aproximadamente, entre Westhampton, Southampton y East Hampton, en los que desde prácticamente hace un siglo se reúnen los más ricos entre la clase alta neoyorquina para huir del asfixiante calor (verano) y del estrés de la Gran Manzana.

Desde principios del siglo XX, se acudía a los Hamptons a pasar tranquilamente el verano en un bucólico lugar de mar y campo, en busca de playas prístinas, tranquilidad y anonimato, pero con algunas visitas a los amigos.

Varios artistas, entre los que Jackson Pollock fue uno de los predecesores, acudieron huyendo del bullicio de Nueva York y en busca de la luz y los paisajes.

Pero luego todo se fue haciendo poco a poco más complicado y ahora la actividad en los clubes privados y las fiestas exclusivas es tal, que periódicos y revistas envían durante el verano a reporteros y fotógrafos para enviar sus crónicas de la alta sociedad. Entre los ilustres que poseen mansiones en este lugar destacan figuras como Steven Spielberg, Richard Gere, el productor Jeff Zucker, la gurú de la vida doméstica, Martha Stewart, y muchos magos de las finanzas.

Por supuesto, no faltan diseñadores de moda como Ralph Lauren, Tommy Hilfiger y Calvin Klein (éste último tiene dos casas separadas a pocos kilómetros entre sí, una East Hampton y otra en Southampton).

Tampoco faltan cantantes como Billy Joel o Sean “Puffy” Combs, o presentadores famosos de televisión, como Katie Couric. Una lista completa sería tan extensa como aburrida.

Foto: La Prensa

La línea de playa construible está ya agotada, así que está proliferando la construcción de viviendas de lujo en el interior.

Casa que fue propiedad del cantante neoyorquino Billy Joel.
Estandarte de lujo

Y es que en los últimos años la zona se ha ido masificando con la llegada de nuevos ricos, muchas veces procedentes de las finanzas de Wall Street o del mundo del espectáculo y del famoseo, pero también de millonarios de Europa y Latinoamérica, que buscan el prestigio de unir sus nombres a lo que en Nueva York se llama “dinero viejo”.

Así, los Hamptons, que tenían un cierto encanto como estandarte del lujo relajado, han perdido parte de su forma de vida con la llegada de famosos del mundo del espectáculo y de los tiburones de las finanzas proclives a la suntuosidad y la exhibición de sus millones.

La línea de playa construible está ya agotada, así que está proliferando la construcción de viviendas de lujo en el interior.

Todo ello ha hecho que los Hamptons hayan pasado, en relativamente poco tiempo, de ser una zona rural con algunas mansiones, a una comarca dominada por las viviendas descomunales con un resto de vida rural y pesquera, que recupera el protagonismo cuando acaba el verano y los palacetes quedan vacíos hasta la próxima temporada estival.

El incremento de las tiendas de ropa y complementos de alto precio, los concesionarios de automóviles de gama alta, las galerías de arte, los restaurantes caros y la sustitución de cultivos de maíz o patatas por viñedos y bodegas de altos precios, son algunos de los cambios que han ocurrido y todavía se están produciendo.

Durante el verano, buena parte de la comarca vive pendiente de quién organiza una fiesta y quién ha sido invitado y quién no; de aquellos que consiguen una mesa exclusiva en algún restaurante de postín,por ejemplo, en la sucursal que Nick & Tony’s tiene en East Hampton, donde hace falta ser muy rico y muy famoso para obtener ciertos lugares de privilegio.

En la temporada alta proliferan también las “tiendas efímeras”, que solo abren dos meses de verano para seguir a los clientes allí donde van, y establecimientos de ropa, zapatos, complementos, centros de yoga, peluquerías o salones de belleza se trasladan o abren sucursales, pero cierran a finales de agosto.

En cambio, otros multimillonarios se quedan en sus mansiones (de su propiedad o alquiladas) y prefieren la tranquilidad y la discreción de estar en casa con algunos amigos o de clubs privados en los que ingresar es una misión casi imposible.

Todo ello ha generado una enorme escalada en los precios de las viviendas de vacaciones, que se disparan. Además, si se trata de una casa con escalera directa a la playa el precio aumenta considerablemente, aunque también hay bahías o lagos que se cotizan de forma muy diferente en función de su paisaje o el índice de famosos que viven en la zona.

Varias casas de gran tamaño en la playa de Bridgehampton.
Comarca de opulencia

Por ejemplo, la casa que Jennifer López compró hace unos años en Water Mill -que se puede ver en www.zillow.com/homedetails- estaba anunciada por 10 millones de dólares, pero con sus ocho dormitorios y 790 metros cuadrados construidos en un terreno de algo más de 12,000 metros cuadrados, además de piscina y columpios, está considerada una ganga por los agentes inmobiliarios de la zona.

Los alquileres no están tampoco baratos. Una casa “pequeña” de 5 dormitorios y piscina en East Hampton se ofertaba a 85,000 dólares por toda la temporada veraniega (de finales de mayo a comienzos de septiembre), pero si se prefería solo alquilar por dos semanas la cifra se ponía en 35,000 dólares.

Una mansión junto al océano en Southampton se alquila por un millón anual, 275,000 dólares en julio y 375,000 en agosto.

Algunos pueblos, como Sagaponack o Water Mill, figuran entre los municipios pequeños más caros de Estados Unidos por el precio de la vivienda.

Además, la continuada afluencia de más millonarios que quieren estar en lo más “in” hace que hayan proliferado las llamadas “McMansion”, enormes viviendas muy ostentosas pero de escaso gusto estético.

Por ejemplo, una vecina que reside desde hace más de treinta años en Sag Harbor, un antiguo pequeño puerto ballenero lleno de encanto, se lamenta a Efe de que, junto a su casa “normal” en medio de los bosques, se haya construido una de estas horrendas mansiones en las que, además, sus dueños no han ido ni un solo día en el período de más de un año que ha pasado desde que terminaron las obras.

También han cambiado las fachadas de las mansiones ya que, si bien las vallas solo pueden ser de seto o de madera, hay construcciones modernas de ladrillo que rompen la armonía del paisaje, ya que antaño todas las casas eran de madera al estilo colonial.

Los habitantes más tradicionales sienten nostalgia. “Las celebridades no han traído nada bueno”, afirman con contundencia.

Sin embargo, estos habitantes han logrado algunas pequeñas victorias. Por ejemplo, han conseguido que los helicópteros no puedan aterrizar directamente en los jardines de las casas y tengan que hacerlo en helipuertos. Al menos, reduce las molestias. EFE

Foto: La Prensa

Los habitantes más tradicionales sienten nostalgia. “Las celebridades no han traído nada bueno”, afirman con contundencia.