26/04/2024
08:11 PM

Pequeños pepenadores urgen de más apoyo para estudiar

Un pastor evangélico y su esposa lideran proyecto para darles educación. Tenían una clínica, pero la cerraron por falta de recursos económicos.

    San Pedro Sula, Honduras.

    Unos 70 niños de El Ocotillo juegan y aprenden alegremente lejos del crematorio municipal adonde sus padres continúan hurgando en la basura en busca de objetos recicables y hasta comida, como único medio de supervivencia.

    Gracias al proyecto Brazos de Jesús que lidera el pastor evangélico Carlos Humberto Mendoza, los pequeños están ahora arropados bajo un programa educativo que abarca el kínder, preparatoria y primer grado.

    La mayoría de niños llegaron con altos grados de desnutrición, problemas de la piel y afecciones respiratorias, causados por el ambiente de insalubridad que se respira en el inmenso botadero.

    “Prácticamente los estamos rescatando de ese ambiente terrible” adonde los adultos y los niños se turnan para recoger materiales reciclables y alimentos antes de que sean soterrados por las máquinas, según expresó el predicador.

    Tomando en cuenta que los conocimientos difícilmente pueden penetrar en el cerebro de un niño desnutrido y enfermo, el proyecto incluye un pequeño comedor y servicios ambulatorios de salud.

    El pastor Carlos Humberto Mendoza está pendiente de las necesidades de los escolares.
    Las madres de los niños beneficiados se han sumado entusiasmadas al proyecto para preparar los alimentos que se obtienen con la ayuda de personas y empresas humanitarias.

    Hace tres años, cuando el proyecto comenzó funcionando contaba con un pequeño centro de asistencia médica, pero actualmente solo maneja un botiquín con los medicamentos básicos, porque los recursos no alcanzan para pagar un médico y una enfermera.

    “Los casos delicados de salud los mandamos al (hospital ) Mario Rivas o al Ministerio Vida que ha hecho Alianza con nosotros”, dijo Mendoza. Sin embargo, resulta que los padres no cuentan con los recursos para comprar las medicinas que les recetan.

    Los escasos recursos que llegan por los canales de la generosidad de la gente apenas alcanzan para pagar a los tres maestros que imparten las clases a los niños. El papel del Gobierno ha consistido únicamente en autorizar el funcionamiento del centro educativo. Tampoco tienen ayuda del exterior. El centro funciona en un edificio prestado por la Organización de Desarrollo Empresarial Femenino (Odef), distante un kilómetro y medio de la cima donde está el basurero. Allá arriba hay muchos más niños que no reciben educación porque tienen que ayudar a sus padres a pepenar en medio de la inmundicia.

    Foto: La Prensa

    Una de las necesidades es el mobiliario adecuado.
    Si no son rescatados vivirán entre la basura hasta convertirse en adultos como ha sucedido con muchas de las personas que en su niñez fueron pepenadores y ahora son padres de familia y siguen haciendo lo mismo. Es una cadena que Brazos de Jesús se propone cortar.

    Algunos de los pequeños han sufrido accidentes por querer disputarle un bote de plástico a las máquinas aplanadoras, o se han intoxicado al ingerir alimentos contaminados.

    El humo tóxico en el ambiente los hace lagrimear y les causa enfermedades respiratorias mientras las moscas no los dejan en paz y en sus pies hacen mella las laceraciones causadas por los pedazos de vidrio o aluminio. Es el precio que pagan por rescatar latas vacías, botellas de plástico, pedazos de tela y uno que otro juguete.

    Así es como subsisten estos infantes que apenas tienen entre 5 y 15 años, niños y niñas que pueden tener grandes potencialidades, pero sin muchas posibilidades de traspasar el umbral de una escuela.

    El pastor y su esposa Mirna Elizabeth Archaga no imaginaron la magnitud del problema cuando subieron por primera vez al basurero para llevar alimentos a las personas que allí viven. Ahora la idea de ellos es que cada año nuevos infantes sean abrazados por el proyecto, de tal manera que vayan aumentando los grados escolares de ser posible hasta llegar a la universidad.