27/04/2024
12:57 PM

Honduras: El viejo del sombrerón que hace show al manejar

La emoción del ayudante es notoria cuando la emisora que se escucha en la unidad de transporte anuncia su tema.

Un conductor bonachón y su ayudante que es músico nato, se han confabulado para hacer de cada viaje de la unidad 654 de Catisa una verdadera diversión para los pasajeros.

Al piloto del bus nadie lo conoce por José Armando Vásquez, sino por El viejo del sombrerón porque ese es el título de una de las canciones que va cantando al ritmo de su equipo de sonido, mientras la unidad va devorando rápidamente las distancias.

El viejo del sombrerón, ese viejo si la mueve... si me encuentra parada en la puerta me lanza un piropo y me toca el pito, pi pi ... La música invade el interior del bus mientras Vásquez levanta su sombrero negro y hace sonar la bocina al ritmo de la melodía.

Todos los pasajeros ríen y al final de su show le regalan un aplauso. No se siente el viaje viendo como el conductor se mueve al ritmo de la música que él mismo va cambiando con su control remoto.

Parte de la letra de la música ha sido adaptada y grabada por su ayudante Israel Quintanilla, un joven inquieto que sueña triunfar como compositor y cantante y ya tiene melodías de su propia cosecha sonando en la radio.

Recientemente el cantante progreseño lanzó su nueva producción musical al mercado hondureño, el sencillo “Quédate Conmigo”.

Mientras que Vásquez tiene 35 años de trabajar en la empresa Catisa, pero hasta hace un año se alió con Quintanilla para entretener a los pasajeros con su show. “Mi padre fue uno de los fundadores de esta empresa y me dio la oportunidad de trabajar primero como ayudante y después como conductor”, dice Vásquez quien además es conocido en El Progreso como Papayito.

Comienza la diversión

El bus arranca en la terminal que tiene Catisa frente a la avenida Junior de San Pedro Sula, donde los pasajeros se congregan para esperar al Viejo del Sombrerón que aparenta ser un hombre serio, pero que cambia su personalidad en cuando toma el timón de su unidad.

Directo a El Progreso, anuncia el ayudante aunque realmente la unidad hace unas diez paradas en todo el trayecto de 40 minutos. Entre una y otra Quintanilla camina por el pasillo pidiendo el pasaje a la abigarrada clientela mientras el chofer pone a tono su equipo de sonido.

El show da inicio después que el bus pasa por La Lima, cuando la mayoría de los pasajeros se han acomodado. El viento entra violentamente por las ventanillas como para alborotar más el ánimo de los viajeros.

Exclusivo para el piloto de la máquina 654 de Catisa, El viejo del sombrerón y ese viejo es Papayito, es la voz de Quintanilla que suena en los parlantes de la unidad entre los versos de las pegajosas melodías que el mismo ayudante ha adaptado al ambiente catracho. De repente el conductor cambia su sombrero por una gorra y comienza otra melodía. La gorra no se me cae de Aniceto Molina, pero que Quintanilla ha plagiado y grabado con su propia voz.

Tiene una gorra de lona, y juega fútbol con ella, lo suben al Catarino, asusta a las enfermeras, lo tiran de un quinto piso y la gorra no se le cae.

Cuando el bus ha pasado por el puente La Democracia sobre las aguas color de chocolate del Ulúa, el chofer ha agotado prácticamente todo su repertorio. Entonces entrega el timón a su copiloto, Eulin ávila y se pone a bailar frente a los pasajeros, mientras los parlantes siguen retumbando agobiados por los ritmos. El bus aminora la velocidad al entrar a las atestadas calles de El Progreso. Desde las ventanillas pueden verse los locatarios de los mercados ofreciendo sus productos, pero no se escucha su pregonar porque dentro del bus, la música no da permiso a otro sonido.

Un buen relajante

La gente le ha puesto El bus de la felicidad, a esta unidad que maneja Vásquez haciendo gala de su alegría de vivir. Los mismos pasajeros lo han motivado a tomar esta actitud, según dice.

Para el caso, el sombrero negro de pelo que lo identifica, se lo regaló un amigo en agradecimiento porque su hija le comentó que es feliz viajando con El viejo del sombrerón. El regalo le cayó “al pelo” porque el sombrero que tenía para hacer el show ya estaba muy deteriorado, según dijo.

Otra pasajera le confesó, al bajar del bus, que le quitó el estrés con su show. “Gracias, he venido contenta todo el viaje, se me quitó la tensión que tenía”, le dijo la dama con una sonrisa de oreja a oreja.

Otros dicen que el viejo está loco, pero no dejan de admirarlo por el “rebane” que trae por todo el camino.

El ayudante espera su hora

Vásquez es la estrella del show, entretanto su ayudante se mantiene en el anonimato. Muchas de las personas que lo ven tranquilo, cobrando los pasajes, no saben que es el arreglista de las melodías, mucho menos que sus composiciones han sonado por la radio.

Mientras espera que le llegue el momento de brillar en el ámbito artístico, usa su talento para ayudar al chofer a alegrar a los viajeros. Muchos de estos no saben que el ayudante es el autor de canciones como Cada vez que te veo.

Quintanilla no oculta la envidia que le tiene al Viejo del sombrerón por su suerte con las mujeres por eso le dedicó su verso final: Ahora mismo me voy a comprarme un sombrero para hacerle la competencia a Papayito, para que me lluevan las mujeres, ya encontré cuál es su secreto.