28/04/2024
07:28 AM

Aunque lo dibuje feo, Lobo lo alaba

Es posible que el caricaturista Darío Banegas le haya amargado el desayuno a más de un funcionario, pero ninguno lo ha cuestionado, según dijo.

No es su propósito que sus caricaturas sirvan a algunas personas para adivinar el número ganador de la lotería, por eso Darío Banegas recordó, entre sonoras carcajadas, que cierta vez llegó a él una señora de Baracoa, con un álbum de sus caricaturas bajo el brazo, a agradecerle por haberla hecho ganar casi todos los domingos en la Chica.

La mujer interpretaba cada rasgo o cada línea de los dibujos, como signos que el artista escondía para que la gente encontrara en ellos el número ganador. Para el caso, en una ocasión que Banegas representó al fallecido ex presidente Carlos Roberto Reina en la figura de un gallo colorado, la aficionada vio que en cada pata el gallo tenía cuatro dedos. Formó el 44, lo cargó y se pisteó ese domingo.

Lo más divertido es que cuando la señora dejó de ganar por varios domingos, llamó a Banegas para que mejor le diera directamente el número que saldría premiado. Muy joven Darío Banegas, en su natal Santa Bárbara, se dio cuenta que la caricatura no solo es una obra de arte, sino también un instrumento político, un documento histórico y un registro de los hechos de un país.

Desde que estaba en la escuela sintió una inclinación terrible por el dibujo la cual demostraba pintando láminas que los maestros le pedían para representar, por ejemplo, a Lempira en el peñón de Coyocutena o a Morazán con su espada libertaria.

Su pasión por la caricatura comenzó a experimentarla a los once años cuando vio en la primera plana de un periódico la caricatura del entonces alcalde de San Pedro Sula, Roland Valenzuela, ya fallecido, con un enorme bigote que era su principal característica.

De allí en adelante comenzó a coleccionar cuanta caricatura aparecía publicada y luego a hacer las suyas con su propio estilo. El cipote se entretenía además, dibujando con su hermano mayor los carteles artísticos de las películas que salían anunciadas en los periódicos.

El Heraldo fue el primer periódico que le abrió sus páginas en forma oficial cuando el muchacho andaba en el corazón un espacio para expresar sus sentimientos sobre el acontecer nacional. Su primera caricatura fue una de Chelato Uclés subido, con la selección nacional, en un bus que iba rumbo al Mundial México 86.

Ya va a cumplir 27 años de estar apuntando con su lápiz, todos los días, en la diana de la problemática nacional para que afloren las soluciones. Actualmente lo hace desde las páginas de Opinión y Deportivas de Diario LA PRENSA.

No ha habido presidente de Honduras que no haya sentido el rigor de su tinta, pero ninguno ha cuestionado sus críticas ni ha demostrado malestar por la forma en que resalta sus principales rasgos físicos.

Puede ser que a algunos le haya amargado el desayuno, pero no se lo han expresado. El presidente Porfirio Lobo a quien representa con descomunales orejas y dientes, más bien lo incentivó a que siguiera adelante con sus trabajos artísticos. ‘Mister Banegas, no deje de publicar esas bellas caricaturas por estar en política’, le sugirió el mandatario cierta vez que se encontraron en el Congreso Nacional, comentó el también diputado.

A ninguno de sus personajes le ha costado dibujarlo, aunque admite que algunos rostros son más caricaturables que otros, por ejemplo el fallecido presidente, José Simón Azcona por su prominente nariz “regalaba la caricatura”. Mientras que Callejas era más difícil de dibujar “por su cara de niño bueno, juvenil y guapito, pero logramos que el público lo distinguiera”.

Tal vez algunos personajes no se parezcan en la caricatura pero hay estereotipos que los distinguen. “Si dibujamos a alguien con sombrero, botas y mucho bigote, la gente ya sabe a quien nos referimos”, expresó.

El arte y el amor

Su arte no solamente le ha servido para dibujarle una sonrisa a Honduras, sino también para conquistar a la que ahora es su esposa, Rosa Indira Raudales, a quien conoció cuando fue a dar una charla a la universidad.

La muchacha sobresalía entre los estudiantes que lo escuchaban hablar sobre la caricatura en el periodismo de opinión. “Me impresionó su belleza, su seriedad y su inteligencia. Es asombrosamente bella”, dice.

A través de su hermano Mauricio quien también estudiaba periodismo, estableció el puente que lo condujo a ella y comenzó a tratarla.

Para expresarle su admiración se le ocurrió mandarle la caricatura de él mismo sosteniendo un globo en el que se leía una frase de cariño. Luego la visitó en su casa, se dio la química y vino la boda. Ahora no solamente es su esposa sino también la productora de su programa En Voz Alta que se transmite por Telered 21, en el que Banegas presenta cada vez un invitado al que dibuja mientras entrevista.

No se considera un político común de esos que “andan regalando pelotas y llevando brigadas médicas”, sino un dirigente serio que visita a la gente sin mucha publicidad para conocer sus problemas. Aun con toda su seriedad recordó una anécdota divertida que le ocurrió en su primera campaña política y que todavía lo hace reír. Resulta que llegó con otros candidatos del partido liberal a un barrio marginal adonde habían sido convocados por los pobladores para conocer sus propuestas. Como llegaron tarde y estaba oscuro no encontraban la dirección del local en el que se llevaría a cabo la reunión, pero de repente vieron unos carros aparcados frente a una vivienda en la que había mucha gente. Aquí es, dijeron y comenzaron a saludar a las personas mientras repartían propaganda política y sonrisas. Lo extraño es que eran los únicos que vestían los colores rojo y blanco del partido, por lo que comenzaron a sospechar que estaban en el lugar equivocado. En efecto, habían llegado al velatorio de una señora y al darse cuenta no les quedó más remedio que dar el pésame a los doliente y tratar de salir lo antes posible a buscar la verdadera reunión.