30/04/2024
12:33 AM

'Angélica María me pidió que me quedara en México”

José Manuel Enamorado recuerda los momentos de gloria que ha vivido como artista, docente y locutor.

“No se vaya a asustar al ver el gallinero en que vivo”, nos dijo José Manuel Enamorado cuando llegamos por la entrevista. Tras que subimos por unas tambaleantes gradas de madera a un cobertizo hecho con desechos de material, nos dimos cuenta que el hombre no estaba alejado de la verdad.

“Aquí vivo solo, mis hijos viven al otro lado y mi doña se me fue”, comentó mientras nos mostraba la destartalada alcoba que forma parte de un caserón de su propiedad el cual mira hacia la avenida Juan Pablo Segundo.

“Por aquí está Pancho Catracho”, dijo para conducirnos a una galera contigua a su cuarto en la que colgaba una vieja hamaca y estaba expuesta la vestimenta que él usa para representar por la televisión al folclórico personaje de su creación. “Los caites de cuero me los regaló Estelina una vez que me presenté como Pancho Catracho en el mercado Guamilito”, agregó para referirse a la conocida baleadera sampedrana.

A sus “setenta y pico de años” el profesor, locutor y artista, ya perdió la cuenta del tiempo que tiene paseando a su personaje por diferentes escenarios del territorio nacional.

Lo que recuerda son algunas anécdotas con él, como cuando estaba dando un espectáculo en el atrio de la catedral y pasó una norteamericana que emocionada le preguntó ¿you espeak inglish? Aunque Manuel Enamorado habla bien el inglés, le contestó con el acento indígena de Pancho Catracho: ‘si usted me quita la ingle, yo le saco el bofe’.

Todos rieron de la ocurrencia, menos la gringa que no entendió lo que dijo Pancho y se fue.

Un príncipe atrevido

Enamorado entró al mundo de los espectáculos cuando doña Merceditas Agurcia -la recordada teatrista capitalina- lo sacó del aula de la Escuela Normal Asociada para que fuera a representar en la Casa de la Cultura al príncipe en la obra infantil La Bella Durmiente.

Lo escogió entre los demás estudiantes porque era blanco, algo rubio y de ojos claros, como el príncipe que en el cuento despierta de su letargo a la princesa con un beso.

Debería ser un beso recatado en la frente, pero el novel actor se emocionó demasiado y se lo dio en la boca.

Entonces vio que desde la platea doña Merceditas le reclamaba con el dedo índice, su atrevimiento. Al final la actriz lo defendió y hubo un desenlace feliz como en el cuento.

Cayó tan bien con doña Merceditas que le consiguió una beca para que fuera a estudiar arte teatral a México. Eso sí, la beca solamente incluía los estudios y el hospedaje, la comida tendría que costearla él.

“No hay problema”, dijo y se fue. En México se hizo amigo de un mexicano aventado como él con quien cantaban en los buses del transporte público para ganarse la comida. “él requinteaba y yo le ayudaba con la guitarra. No faltaba en nuestro repertorio la canción Nunca en domingo que estaba de moda”.

Durante su estadía en México tuvo la oportunidad de entablar una bonita amistad con Angélica María quien solía llegar a la Casa del Lago de Chapultepec adonde él daba clases de teatro.

“Ella me ayudaba con mis obras de arte y me llevó a varios pueblos de México para que las presentara”, expresó.

Cuando llegó el tiempo de regresar a Honduras, Angélica le pidió que se quedara, que le ayudaría a colocarse en Televisa, empresa de la cual la madre de la artista era socia, relató. Sin embargo, pudo más el deseo de ver a su viejita que había dejado en Santa Cruz de Yojoa, que la tentación de la fama.

Un maestro especial

Cuando regresó a Honduras tuvo la suerte de que el gobierno lo enviara a Uruguay a especializarse como maestro de niños con problemas de aprendizaje, a través de un programa de la Organización de Estados Americanos (OEA).

Como el gobierno no lo empleó al volver a su tierra, fundó con doña Norma de Kattán el Instituto Sampedrano de Educación Especial en el que también dio clases. Se tiraba al suelo para jugar con aquellos niños que lo tomaban como su caballito y se le subían a horcajadas en la espalda.

Los otros maestros asustados le decían que no hiciera eso, que se diera a respetar como maestro. No sabían que aquello era parte de la metodología moderna para ganarse la confianza de los niños que por su condición a veces eran rechazados hasta por sus propios padres, dijo Enamorado.

Su espíritu aventurero lo llevó también a California adonde dio clases a adultos con problemas de aprendizaje. Con los dólares que economizó durante el tiempo que trabajó en el país del norte se compró un auto convertible de cuatro plazas en el que regresó a Honduras.

Al pasar por Guatemala, los militares que defendían al presidente Efraín Ríos Montt lo detuvieron creyendo que traía una ametralladora, pero cuando registraron el carro lo que encontraron fue su inseparable guitarra en un estuche. Tras una somera investigación lo dejaron seguir su camino.