Choloma, Cortés
Miguel Antonio González (22) siempre buscó superarse en la vida y para ayudar a su familia decidió emigrar a Estados Unidos, pero con tan mala suerte que cuando llegó a Nueva Orleans fue deportado.
Tras su llegada al país, hace dos meses, no encontró empleo y cuando le ofrecieron trabajar en los buses comenzó a laborar de ayudante en la ruta de la López Arellano.
“¿Por qué me lo mataron? ¿Por qué suceden estas cosas? Le pedía que no trabajara. Era lo más lindo que tenía en mi vida”, así sollozaba la madre de Miguel Antonio cuando llegó a la escena y confirmó que su hijo era uno de los muertos en la terminal de buses de la Cerro Verde.
El joven buscaba darle un mejor futuro a su familia, pero sus sueños fueron truncados por las balas asesinas que le cegaron la vida y hoy dejan a una familia sumida en el desconsuelo, solo confiando en la justicia divina. Los familiares esperan que las autoridades encuentren a los asesinos.
