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Estados Unidos vuelve a crecer y sus puertos se congestionan

  • 20 noviembre 2014 /

La incertidumbre en torno de las negociaciones de los contratos entre los operadores de las termi­nales marítimas y el sindicato de estibadores ha empeorado.

Los Ángeles, Estados Unidos.

Uno de los ras­gos característicos de esta ciudad, el implacable tráfico, ha llegado al mar.
Por más de un mes, un grupo ro­tante de unos 12 buques de carga se han mantenido anclados frente a los puertos de Los Ángeles y Long Beach, en California, algunos espe­rando hasta ochos días para atra­car. Hace un año, ni un solo buque esperaba en fila.

“Hasta mediados de octubre, todo avanzaba sin trabas”, afirmó Kip Louttit, director ejecutivo de la organización Marine Exchange of Southern California, que mantiene registro de los buques que entran y salen y dirige su tráfico.

Las autoridades atribuyen la congestión a varios factores: bu­ques más grandes que saturan la capacidad de desembarque del puerto, volúmenes casi récord de productos que intentan pasar por las instalaciones conforme la eco­nomía mejora, una escasez de cha­sis de camiones para transportar los contenedores y retrasos cau­sados por una reconfiguración del sistema local de ferrocarril.

La incertidumbre en torno de las negociaciones de los contratos entre los operadores de las termi­nales marítimas y el sindicato de estibadores ha empeorado aún más la congestión, apuntan los econo­mistas y funcionarios locales.

La congestión ha llevado a que algunos transportadores recurran a otros puertos o a rutas aéreas, precisó Gene Seroka, director eje­cutivo del Puerto de Los Ángeles. El negocio perdido es “algo que será muy difícil de recuperar”, afirmó.

En años recientes, los puertos de Los Ángeles y Long Beach, que en conjunto procesaron 40% de toda la carga en contenedores de Estados Unidos, han enfrentado una mayor competencia. Una ampliación del Canal de Panamá permitirá que bu­ques más grandes de Asia esquiven la costa oeste y entreguen más bie­nes directamente a la costa este de EE.UU. En preparación, varios puer­tos en esa zona están realizando grandes expansiones. Por ejemplo, la autoridad portuaria de Jackson­ville, Florida, afirmó que la carga de contenedores asiáticos creció 20% en el año fiscal que concluyó el 30 de septiembre.

Las autoridades estiman que cerca de un tercio de la carga en­trante se distribuye en el sur de California, otro tercio a otras par­tes de EE.UU., y el resto no está li­gado a la red de Los Ángeles-Long Beach y podría con igual facilidad ingresar a Norteamérica por otros puertos. Los líderes locales buscan mantener este último tercio.

Empresas a lo largo de la costa oeste que dependen de los puer­tos para importar y exportar bie­nes han expresado preocupación por las extendidas negociaciones entre el sindicato International Longshore and Warehouse Union (ILWU), que representa a los traba­jadores de los puertos de la costa oeste, y la Pacific Maritime Asso­ciation (PMA), que representa a transportadores y operadores de puertos. Los empleados del ILWU han estado trabajando sin contrato desde el primero de julio.

Algunos grandes minoristas han dicho que el caos en el transporte ha golpeado sus ventas y sumado tiempo y costos a sus planes de en­víos navideños. Los exportadores agrícolas, por su parte, dicen que se han visto obligados a enviar sus productos por adelantado, usar otros puertos y en algunos casos usar rutas aéreas: lo que ha men­guado sus ganancias.

El ILWU dijo en un comunicado que no es responsable por la “cri­sis de congestión” y negó cual­quier desaceleración intencional. En Los Ángeles y Long Beach hay una “gran escasez de trabajado­res”, y el grupo empleador se ha “negado a aumentar la fuerza la­boral de tiempo completo”, señaló el sindicato.

Los líderes del ILWU culpan a la infraestructura y la gestión de los puertos junto a los mayores volúme­nes de importaciones, que en sep­tiembre tuvieron un alza interanual de 11% en Los Ángeles y de 10,2% en Long Beach.

Las autoridades en ambos puertos trabajan para lidiar con los volúmenes al alza con medi­das como compartir los chasis de los camiones de manera más efi­ciente. Seroka, del Puerto de Los Ángeles, dijo que aliviar la conges­tión era su “principal prioridad”, pero que se requerían nuevas re­glas del sindicato.

Los empleados del puerto al igual que los minoristas y fabrican­tes dicen que su mayor temor es la posibilidad de una paralización to­tal en todos los puertos de la costa oeste, como ocurrió por 10 días en 2002. La suspensión le costó a la economía estadounidense varios miles de millones de dólares, se­gún la industria.