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Llega la hora de la ‘nueva China’

  • 19 noviembre 2014 /

Con bajos salarios y dinamismo exportador,Vietnam, Camboya, Laos, Myanmar y Tailandia crecen como polo industrial.

Nueva York, Estados Unidos.

El crecimiento de las ex­portaciones de China se ha desacelerado y cuatro paí­ses vecinos han salido ganando. Vietnam, Camboya, Laos y Myan­mar aumentaron sus exportacio­nes en casi 20% en los últimos cuatro años, mientras la expan­sión anual de las ventas externas chinas se redujo de 31% a menos de 8%.

Para los habitantes de estos cuatro países en ascenso, las cre­cientes exportaciones significan más empleos, más fábricas y más dinero para gastar. La tasa pro­medio de expansión económica en estos países alcanzó 7,3% en 2013, frente a 5,9% hace cinco años. El crecimiento de China bajó de 9,6% a 7,7%.

En conjunto, Vietnam, Cambo­ya, Laos y Myanmar, junto a Tailan­dia, su vecino mayor y más desarro­llado, van camino a convertirse en la “nueva China”.

Aunque sus economías combi­nadas son mucho más pequeñas que la de China, crecen con rapi­dez y muestran un dinamismo ma­nufacturero que evoca a la China de los años 90. La producción eco­nómica anual conjunta de los cinco países ascendió a US$641.000 mi­llones el año pasado, equivalente a la de China hace unos 20 años.

Una atracción clave para los fa­bricantes son los bajos salarios, en especial si se comparan con los de China, donde los sueldos fabriles han trepado 14% al año en la últi­ma década. El trabajador indus­trial promedio en China cobra unos US$700 al mes, frente a US$250 en Vietnam, US$130 en Camboya, US$110 en Myanmar y US$140 en Laos.

Mientras China se encarece, las marcas globales como Nike y Adi­das están poniendo presión so­bre sus proveedores chinos para abrir fábricas en la “nueva China” y otras partes de Asia con salarios bajos. E incluso si el nivel salarial es muy bajo para los estándares oc­cidentales, el flujo de inversiones promete mejorar las vidas de mi­llones de personas que viven en la Nueva China.

En una encuesta del año pasa­do de la consultora McKinsey, 72% de los compradores extranjeros afirmaron que planeaban obtener menos manufacturas de China y más de otros lugares en Asia con menores costos. “La mayoría de las empresas con las que tenemos contacto” que obtienen todos sus bienes de China “nos dicen que en los próximos cinco a 10 años, 30% a 40% vendrá de China, y 30% a 40% de Vietnam y Camboya”, dice Bo­bby Bao, gestor del fondo Fidelity China Region en Hong Kong.

Un promotor de la región es la firma estadounidense VF, dueña de las marcas Timberland, Nau­tica y North Face. Ahora VF ad­quiere 17% de su producción de Vietnam. China representa cerca de 24% de la producción de indu­mentaria para el aire libre de VF, frente a más de 30% hace un par de años. “Vietnam tiene 93 millones de personas; son bastante jóve­nes; necesitan trabajo”, dice Tom Nelson, director de tercerización global de VF. “La eficiencia es bue­na; también es fácil abrir y operar fábricas”.

Aunque China aún atrae más de US$300.000 millones en inversión directa, sólo 38% va a fábricas, frente a 56% en 2009.
Estos cambios se deben en par­te a las propias políticas chinas. En 2012, su fuerza laboral se re­dujo por primera vez en la histo­ria debido a su prolongada políti­ca del hijo único. China aún tiene un superávit de fuerza laboral en el interior y quiere desarrollar in­dustrias en esas áreas, pero los sa­larios también crecieron en esas zonas. China se ha centrado en la manufactura que requiere mucho capital, con menos mano de obra barata.

Las políticas de Vietnam, Cam­boya, Myanmar y Laos han favo­recido el flujo de inversión hacia la “nueva China”. Sus economías, que en el pasado adoptaron el esti­lo soviético, flexibilizaron sus re­glas para acoger al capitalismo.
Los países de la “nueva China” también deberían beneficiarse de tratados comerciales que se nego­cian con la Unión Europea y Esta­dos Unidos. China, en tanto, inten­ta negociar un pacto alternativo con países asiáticos.

La infraestructura sigue sien­do un problema en la “nueva Chi­na”, y aunque necesita al menos inversiones de US$50.000 mi­llones en el rubro, sigue siendo atractiva por sus otras ventajas, incluidas sus amplias costas, que facilitan la distribución, señalan expertos.

El símbolo del éxito del sudeste asiático es Vietnam, que se encuen­tra en medio de una importante ruta comercial. Se prevé que el año próximo la economía se expandirá 6,2%, frente a 5,4% este año.

Los fabricantes vietnamitas están pasando de bienes livianos a otros más sofisticados. El país se beneficia por estar cerca de la cadena de suministro de electró­nicos. El fabricante de chips Intel realizó su primera inversión en el país en 2010. Un motivo: la manu­factura de alta gama paga impues­tos corporativos de 10%, menos de la mitad de la tasa estándar de 22% de Vietnam. A Intel la siguieron firmas de Taiwán, Corea del Sur y Japón, como Bridgestone y Pa­nasonic.

Samsung Electronics invertirá US$3.000 millones en una fábri­ca de teléfonos en Vietnam, lo que llevará su inversión total en el país a US$11.000 millones. Para 2015, la compañía prevé enviar 40% de sus smartphones desde ese país. Los teléfonos superan a los texti­les como la principal exportación de Vietnam.

En rápido ascenso detrás de Vietnam está Camboya. Con 15 millones de habitantes y un Pro­ducto Interno Bruto de US$15.500 millones en 2013, ese país registró un aumento de 12,7% en sus expor­taciones el año pasado, en parte debido a su industria textil, cuyos clientes globales incluyen a gigan­tes como la sueca H&M.

El país exime de impuestos cor­porativos a los fabricantes de indu­mentaria que registran ganancias por cinco años tras empezar a ope­rar allí. Al igual que Laos y Myan­mar, Camboya tiene un pacto para exportar a Europa sin aranceles.

El siguiente en la fila es Myan­mar, con 56 millones de habitantes y un PIB de casi US$57.000 millo­nes. El país dejó atrás 50 años de dictadura militar en 2011 y está re­formando con rapidez sus reglas para la inversión extranjera. Tie­ne importantes recursos naturales, incluyendo petróleo en altamar y una población de gran tamaño. El año pasado, las exportaciones cre­cieron 15,6%; la inversión extran­jera directa subió aún más rápido: 16,9%. Algunos de sus inversionis­tas más importantes son Ford Mo­tor, General Electric y Mitsubishi.

Laos, por su parte, es grande pero sólo tiene 6,8 millones de ha­bitantes. Su PIB apenas supera los US$10.000 millones al año, pero está atrayendo inversión extranje­ra, en parte debido a un plan para exportar energía hidroeléctrica al resto del sudeste asiático.

La mayor economía de la “nue­va China” es Tailandia, que tiene 68 millones de habitantes y un PIB de US$387.000 millones. El año pasado atrajo US$12.700 mi­llones de inversión extranjera di­recta. Pero el crecimiento se ha estancado debido a la lenta recu­peración de las inundaciones de 2011 y la agitación política que lle­vó a un golpe de estado este año. Aun así, es uno de los centros de la industria automotriz de Asia y exporta tecnología. Ford y Seaga­te Technology son grandes inver­sionistas.

Tailandia tiene la red de ca­minos más extensa del sudeste asiático y miles de kilómetros de costas y ríos. Hay varios planes de expansión de redes ferroviarias y autopistas. Estas obras mejorarán su capacidad logística y ayudarán a captar más inversión extranjera y comercio regional, señalan ana­listas. Los consumidores tailande­ses ya son los de mejor posición económica en la “nueva China”.

China sigue siendo una increí­ble historia de crecimiento y su in­dustrialización sacó de la pobreza a unos 500 millones de personas. Pero mientras opta por manufac­turas más sofisticadas y una mayor parte de su producción se consu­me dentro del país, los cinco países de la “nueva China” tendrán una oportunidad de escribir su propia historia de crecimiento.