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Brasil se prepara para una medicina amarga

  • 09 diciembre 2014 /

El banco central brasileño forma parte del gobierno y Tombini es su­bordinado directo de Rousseff.

Brasil.

Funcionarios brasile­ños están impulsando políticas con­servadoras que la presidenta Dilma Rousseff alguna vez criticó como una amenaza para los pobres, en un in­tento por rescatar la credibilidad de su gobierno y evitar una rebaja de la calificación crediticia de Brasil.

Miembros del recién renovado equipo económico de la presiden­ta han dado señales de que alistan medidas no populares, como au­mentos de impuestos y recortes en el gasto, algo a lo que Rousseff se opuso rotundamente durante su campaña de reelección.

Su go­bierno también ha reducido de 3% a 0,8% el pronóstico de crecimien­to de Brasil en 2015.

Al mismo tiempo, el banco cen­tral ha reanudado el incremento en los costos de endeudamiento des­pués de dejarlos intactos desde abril, cuando la campaña electoral se in­tensificó. Los miembros de la junta del banco ahora están proclamando el mensaje de que la restricción de crédito se realizará en la medida ne­cesaria para enfriar la inflación.

“Aunque las medidas del ban­co central están diseñadas para debilitar la inflación en un perío­do de dos años, los beneficios de reducirla a su meta para finales de 2016 podrían ser duraderos, o in­cluso permanentes”, dijo el martes Alexandre Tombini, presidente del banco central de Brasil, a legisla­dores durante un testimonio en la Cámara de Diputados.

El banco central brasileño forma parte del gobierno y Tombini es su­bordinado directo de Rousseff. Aun así, la entidad es considerada inde­pendiente y en su mayoría libre de interferencia política.

Las declaraciones de Tombini se producen antes de que Rousseff dé inicio a su segundo mandato en enero y mientras la presidenta se concentra en enderezar una economía que se salió de cauce en medio de un débil crecimiento global y la caída de los precios de commodities. Las agen­cias de calificación de crédito han amenazado con quitarle el estatus de grado de inversión a
Brasil si sus cuentas públicas no mejoran y el cre­cimiento económico sigue débil.

Rousseff ganó un segundo man­dato en octubre con un ligero mar­gen apoyada por brasileños de bajos ingresos que favorecieron sus pro­gramas de distribución de ingresos y combate a la pobreza.

La economía de Brasil cayó en re­cesión durante el primer semestre y crecerá apenas 0,18% este año, según la media de los pronósticos de una encuesta semanal del banco central a economistas. El declive se produ­ce después de un período de auge que marcó una expansión de 7,5% del Producto Interno Bruto en 2010, justo antes de que Rousseff llegara al poder. El PIB creció 2,5% en 2014.

Al mismo tiempo, los precios ele­vados están devorando las billete­ras de los consumidores. La infla­ción de 12 meses se encuentra en 6,6%; la meta del banco central es de 4,5% con un rango de tolerancia de dos puntos porcentuales.

En una serie de aumentos, el banco central elevó en abril su tasa de referencia Selic de 7,25% a 11%. El 29 de octubre, después de las elec­ciones, el banco elevó las tasas a 11,75%. La encuesta semanal de la entidad muestra un pronóstico me­dio de una tasa de interés de 12,5% para fines de 2015.

Tombini indicó el martes que la inflación de Brasil podría empeo­rar, y que el objetivo no se cumplirá antes de 2016.
“Una vez que concluyó la campa­ña, (Rousseff) enfrentó la realidad”, señala Flavia Cattan-Naslausky, di­rectora de estrategia de divisas de América Latina en RBS Americas. “No necesitaba a los mercados para ganar las elecciones, necesitaba vo­tantes. Ahora se dio cuenta de que necesita a los mercados”.

Rousseff no ha hecho pública su nueva posición en cuanto a política económica, pero ha defendido sus antecedentes diciendo que Brasil ha sufrido los efectos de una des­aceleración global mientras man­tiene niveles de empleo récord.

Pero un fuerte gasto del gobier­no ha alimentado la inflación e in­flado el endeudamiento del país. El déficit presupuestario de Brasil alcanzó 5,01% del PIB en octubre, frente a 3,45% un año antes.

Después de ganar, la presidenta nombró a Joaqim Levy, un banque­ro con reputación de saber apretar el cinturón, como ministro de Ha­cienda. Levy ha prometido restau­rar el balance fiscal.

El nuevo ministro ya ha reducido el objetivo de superávit primario de 2% a 1,2% del PIB, indicando que pre­fiere apuntar a una meta alcanzable en lugar de incumplir una más alta.

“Brasil necesita ahorra más. El gobierno federal dará el ejemplo con un aumento de sus ahorros”, apuntó Levy en su discurso de posesión.