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Curazao, la isla de colores del Caribe

  • 15 junio 2015 /

Andar por la capital de Curazao es como andar por una paleta de pintor: resulta complicado elegir hacia dónde mirar y disparar la cámara.

Willemstad, Curazao .

El rojo de los adoquines y el azul profundo del mar. El amarillo de los almacenes y el anaranjado de los techos. Y el café de la madera de un puente flotante: todo, en Willemstad, es color. Andar por la capital de Curazao es como andar por una paleta de pintor: resulta complicado elegir hacia dónde mirar y disparar la cámara.

Además de colorida, esta isla de solo 444 kilómetros cuadrados está repleta peculiaridades. La primera es su forma de gobierno. Curazao es un país autónomo del Reino de los Países Bajos, lo que significa que sus 142 mil habitantes caribeños poseen la nacionalidad holandesa, pero cuentan con libertad para organizarse políticamente y resolver asuntos internos.

Su prinicipal actividad es el turismo; los viajeros pueden arribar por el Aeropuerto Internacional Hato, ubicado a 15 minutos de Willemstad, o hacerlo por mar, con algún crucero, de ahí que el destino sea casi obligado en cualquier ruta naviera por el Caribe.

Los barcos suelen atracar en la Bahía de Santa Ana, un canal y entrada del Mar Caribe que divide en dos barrios a la ciudad: Punda, con sus cuadriculadas calles, y Otrobanda, que destaca por sus caminos llenos de curvas. Ambas zonas se unen gracias al Puente de la Reina Emma, que es móvil y tiene una longitud de 167 metros; 9.8 metros de ancho.

A las orillas de esta estructura se encuentra uno de los mayores atractivos de la capital: sus coloridos edificios de arquitectura holandesa de los siglos 17 y 18; originalmente fueron casas o almacenes, hoy alojan restaurantes y locales comerciales.

Foto: La Prensa

Según cuentan los lugareños, Albert Kikkert, un gobernante famoso por sus excentricidades, atribuía sus eternos dolores de cabeza al intenso resplandor de las casas blancas, por lo que decretó, en 1817, una ley para que se les pintara en diferentes tonos pasteles.

Años después, Kikkert murió --y se supo que era dueño de una fábrica de pintura. Pero el curioso mandato sigue vigente. Hoy, el colorido puerto de Willemstad ya es reconocido por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.

Viejo pero moderno
El viajero que desea conocer esta arquitectura, pero quizá no quiere olvidar las compras, debe caminar por el barrio Punda. Aunque es uno de los barrios más viejos, ha sabido modernizarse.

Foto: La Prensa

Y la variedad de arquitectira
Así como se pueden hallar lujosos centros comerciales, hay pequeños locales de souvenirs: su arquitectura es de lo más variado. A unos metros de una iglesia católica, principal religión del país, no resulta difícil hallar algún templo evangélico o una de las sinagogas más antiguas de América, la de Mikve Israel-Emanuel.

Famosa por su excéntrico piso de arena, que se asemeja al desierto, que tanto significa los judíos, exhibe un museo que recuerda la historia y costumbres.

Cuando la caminata da hambre, el turista se topa con restaurantes de comida internacional, como con otros que ofrecen guisado de iguana, que se prepara en caldo con papas. Aunque lo que más consumen los locales es pescado, cerdo y cordero preparados como estofado. Todo se acompaña con elotes hervidos o, si se prefiere, arroz frito.

Hay que dirigirse a su mercado flotante, el cual se distingue por un pequeño muelle a la que llegan decenas de botes venezolanos, los cuales cruzan la frontera marítima para ofrecer sus productos (Caracas se encuentra a 285 kilómetros de Willemstad).

Incluso, cuando el clima lo permite, desde el muelle se aprecian las luces de la capital venezolana. Aunque en esta isla es difícil no mirar hacia el interior de sus calles; su historia y alegría impregna tanto a edificios como a visitantes, cualquiera se enamora de esta isla caribeña con pasado europeo.

Ubicación: Al suroeste del Caribe, entre Aruba y Bonaire.
Idioma: Su lengua oficial es el papiamento (mezcla de español, portugués y holandés). Aunque en el colegio se les enseña inglés, español, holandés.
Clima: La temperatura promedio es de 27 grados Celsius. Al estar tan al sur del Caribe no sufre la época de huracanes.
Moneda: Gulden de las Antillas Holandesas (también llamado florín). Aunque el dólar estadounidense es aceptado en todas partes.

Foto: La Prensa