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Aventura en las alturas desde Caracas

  • 08 septiembre 2015 /

Desde las alturas del Parque Nacional Waraira Repano, Venezuela conquista.

Caracas, Venezuela.

En el Parque Nacional Waraira resulta sencillo encontrar infinidad de tesoros: desde bambúes, nochebuenas, orquídeas y plátanos hasta simpáticas catarinas y osos perezosos.

Ubicado al norte de Venezuela, con sus 85 mil hectáreas se extiende desde Caracas hasta el norte del estado Miranda y el sur del estado Vargas.

Para adentrarse en el pulmón natural más importante de la capital venezolana, el senderismo es ideal; sin embargo, si se tiene poco tiempo, la mejor opción es hacer un recorrido abordo de vehículo 4x4 con capacidad para hasta ocho pasajeros.

Cuesta arriba

Foto: La Prensa

La aventura en esta suerte de jeep inicia en el puerto de La Güaira, al norte de Vargas, donde desembarcan los cruceristas.

La misión se plantea desde el principio: ascender 2 mil 250 metros hasta la cima del Cerro Ávila, el segundo sitio más alto del parque nacional, sólo después del Pico Naiguatá, con 515 metros más.

Cumplir con el cometido no es tan sencillo; hay que parar, más o menos, cada kilómetro para evitar mareos por los cambios de altura.

En los primeros 800 metros vemos contados arbustos, pues la mayoría del terreno es semiárido; sorprende la vista panorámica que se tiene del puerto, para esa hora ya rebosante de buques.

Sin embargo, metros más adelante, el paisaje cambia totalmente. Hacia donde se voltee hay plataneros, palmeras, bambúes, nochebuenas y hasta árnica. Hay que observar con detalle y curiosidad cada árbol: podría haber un oso perezoso en alguna rama.

Pero aquí, en medio del parque, lo que encontramos es una pequeña tienda que ofrece refrescos, cervezas, sandwiches y pastelillos. La atiende una pareja que vive en Caracas.

Los venezolanos son realmente amables, le hacen la plática a todos los turistas, y ellos no son la excepción. Con una sonrisa, animan a los viajeros a probar el agua que emana de algunas pequeñas cascadas que se encuentran en los alrededores, pues aseguran que es totalmente potable y proviene de un manantial cercano.

Con tan buena compañía y una bebida o bocadillo en mano, cualquiera quisiera pasar el día entero aquí, pero hay que seguir con el plan. Aún faltan varias sorpresas.

La carretera se torna más empinada, llena de estrechas curvas. Todo miedo o malestar se olvida cuando, a un costado, aparecen las nubes. A más de 2 mil metros de altura sólo se siente un poco de frío.

Antes de alcanzar la punta (a 150 metros), el recorrido debe continuar a pie, pues ya no se permite el acceso de vehículos. En este momento se agradece llevar tenis, ropa cómoda y una sudadera.

Del lado derecho aparece el Hotel Humboldt, una altísima torre cilíndrica diseñada por Tomás José Sanabria, construida en 199 días en la punta del Cerro Ávila y que se visualiza desde cualquier parte de Caracas.

El edificio dejó de funcionar hace más de una década. En los años 50, cuando se inauguró, era sinónimo de la bonanza que había en Venezuela y se ganó el apelativo de “Sucursal del cielo”; hoy, sus paredes y ventanas están derruidas.

Sólo unos cuantos pasos más adelante, se logra la meta: la mejor vista de Caracas, con sus enormes edificios y cuadriculadas calles, lista para recibir a cualquiera que quiera conocerla.