29/04/2024
12:24 AM

'A Tommy lo mataron cuando estaba más feliz con su tierna”, dice hermana

La Lima, Honduras.

El día que el Real Madrid ganó su última Champion, los dos se abrazaron gritando de alegría dentro de la barbería en la que fueron asesinados a sangre fría el domingo 17 de julio por dos sujetos. Tommy Ramón Guerra y su empleado Joel Alejandro Rodríguez tenían las mismas aficiones, por eso se llevaban como amigos.

Ambos solían desayunar con baleadas dentro del negocio antes que llegaran los clientes; pero ese domingo, Tommy ni siquiera tuvo tiempo de sacar la típica comida del papel de aluminio.

Así envueltas encontró las tres baleadas su hermana menor Ruth Abigaíl cuando llegó a hacer un reconocimiento del lugar después del crimen ocurrido en el céntrico barrio El Mixto, adonde se encuentra la barbería.

Foto: La Prensa

En un álbum, Ruth Abigaíl guarda las fotografías de su hermano desde que este era niño.
En ese mismo sector creció Tommy, jugando “potras” o patinando en el viejo puente de hierro sobre el río Chamelecón mientras su padre, Jorge Guerra, trabajaba en la barbería que bautizó con el nombre del cipote: Tommy.

Cuando don Jorge se retiró del oficio traspasó la barbería a Tommy para que la siguiera operando, después de haberle enseñado a cortar pelo con el rigor de un maestro y el cariño de un padre. Con ese mismo método, el muchacho hizo después a otros barberos que se emplearon en su negocio, uno de los más populares en su rama que hay en La Lima.

“Yo le servía como rantocito de laboratorio, dejándome cortar el pelo para que aprendieran los novatos”, dijo su tío Julio Laureano.

Joel Alejandro fue uno de esos noveles barberos que empleó Tommy. Recién había aprendido a manejar las tijeras y la navaja con su abuelo que también fue barbero. Al momento de la tragedia, Joel Alejandro tenía 20 años y Tommy, 37. “A Tommy le quitaron la vida cuando era más feliz, pues estaba encantado con su tierna a la que pronto le celebraría su primer año de vida”, dijo su hermana Ruth Abigaíl. Cierta vez mientras la bañaba anunció que la pondría en la mejor escuela bilingüe. A su esposa, Wendy, la conoció hace cuatro años trabajando en un salón de belleza en el mismo sector adonde él tenía su barbería. “Era un buen esposo, honrado y responsable, no merecía morir así”, lamentó Wendy.

Foto: La Prensa



Contó que en el momento en que su esposo se enfrentó a la muerte a eso de las once de la mañana, ella le estaba cocinando en la casa, pues siempre llegaba a almorzar, aunque fuera a la carrera. “Le encantaba la sopa de res”, dijo con un gesto de dolor.

Las cámaras de circuito cerrado, que por seguridad había instalado Tommy, grabaron el momento en que los dos maleantes entran, encañonan a los parroquianos y luego encierran en el baño a los barberos, donde uno de ellos les quita la vida.