San Pedro Sula, Honduras.
Por introducirles semitas y refrescos a las celdas y hacerles otros favores a reos peligrosos, ocho policías penitenciarios de la cárcel de máxima seguridad El Pozo perdieron el trabajo.
El Pozo es la nueva cárcel situada en Ilama, Santa Bárbara, tiene cautivos a 78 reos sumamente peligrosos, vinculados con las maras y organizaciones de narcotráfico, y algunos de ellos habían logrado, con técnicas de disuasión, que algunos de los policías cedieran a sus peticiones.
Desde el aislamiento, a través de las ventanas de las celdas fortificadas con metal, los reos enviaban mensajes, por medio de señales, a los policías cuando deseaban que les llevaran alimentos adquiridos fuera del centro penitenciario. Pero, por hacer esos favores, perdieron el trabajo.
“A ocho personas se les canceló el contrato hace unas tres semanas por un comportamiento que, aunque no era delictivo, es inaceptable”, informó Luis Suazo, secretario técnico del gabinete de Defensa y Seguridad.
Suazo explicó que los policías incumplieron el “reglamento que deben respetar para proveer la seguridad y porque también ellos son parte del sistema de rehabilitación”.
“Sin duda, este es un ejemplo para todos los policías penitenciarios. Estamos pasando una raya y estamos demostrando que esas conductas no se van a tolerar porque vulneran la seguridad del sistema”, advirtió.
De acuerdo con explicaciones del funcionario, los policías despedidos “se habían familiarizado” con los reclusos y llegaron al extremo de llevarles refrescos, semitas y otros alimentos hasta las celdas pese a que ellos también son objeto de vigilancia.
El Pozo es un módulo que cuenta con un sistema de vigilancia integrado por cámaras y vigías, instalados en sitios estratégicos, vallas metálicas y muros que impiden la fuga de un interno. Sin embargo, podrían burlar la seguridad si lograran la colaboración de los uniformados.
Para evitar que el sistema de seguridad se degenere, autoridades del Instituto Nacional Penitenciario (INP), después de observar el comportamiento de ese grupo, decidieron separarlos.
Omar Rivera, miembro de la Comisión Especial para la depuración y transformación de la Policía Nacional, aplaudió la determinación del INP porque “esta es una señal de que se están tomando decisiones inmediatas”.
“La decisión es un acto de sagacidad de las autoridades. Están evitando riesgos de que los mareros sobornen a los custodios”, explicó.
Rivera y Germán Leitzelar, también integrante de esa comisión, convergen en que los policías penitenciarios deben desempeñar sus cargos bajo un régimen especial dado a la naturaleza de su trabajo.
Leitzelar, quien fungió como secretario del Trabajo, es del criterio que para garantizar la seguridad en las nuevas cárceles los policías penitenciarios no deben estar supeditados a normas de aplicación general, como el Código de Trabajo o la Ley de Servicio Civil.
“En estas cárceles especiales los mecanismos humanos deben tener elementos y formación especial. Debe ser como en otros países que tienen un régimen especial, para entrar a él, deben cumplir algunos requisitos”, explicó en una entrevista telefónica.
Por introducirles semitas y refrescos a las celdas y hacerles otros favores a reos peligrosos, ocho policías penitenciarios de la cárcel de máxima seguridad El Pozo perdieron el trabajo.
El Pozo es la nueva cárcel situada en Ilama, Santa Bárbara, tiene cautivos a 78 reos sumamente peligrosos, vinculados con las maras y organizaciones de narcotráfico, y algunos de ellos habían logrado, con técnicas de disuasión, que algunos de los policías cedieran a sus peticiones.
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Reos de máximo riesgo
Los criminales que representan la peor amenaza para los hondureños se encuentran recluidos en esta cárcel desde el año anterior.
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“A ocho personas se les canceló el contrato hace unas tres semanas por un comportamiento que, aunque no era delictivo, es inaceptable”, informó Luis Suazo, secretario técnico del gabinete de Defensa y Seguridad.
Suazo explicó que los policías incumplieron el “reglamento que deben respetar para proveer la seguridad y porque también ellos son parte del sistema de rehabilitación”.
“Sin duda, este es un ejemplo para todos los policías penitenciarios. Estamos pasando una raya y estamos demostrando que esas conductas no se van a tolerar porque vulneran la seguridad del sistema”, advirtió.
| Al detalle
1. 10 módulos
Tiene la nueva cárcel de Santa Bárbara. Ocho son para reos comunes con una capacidad de 1,440.
2. 450 agentes
Darán seguridad en este centro penal de máxima seguridad una vez que esté al 100% de su capacidad.
3. 23 manzanas
De terreno constituyen todo el predio. Decenas de cámaras de seguridad vigilan el recinto.
4. 78 presos
No tienen derecho a las visitas conyugales. No ven televisión, no escuchan radio ni tienen acceso a lectura.
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El Pozo es un módulo que cuenta con un sistema de vigilancia integrado por cámaras y vigías, instalados en sitios estratégicos, vallas metálicas y muros que impiden la fuga de un interno. Sin embargo, podrían burlar la seguridad si lograran la colaboración de los uniformados.
Para evitar que el sistema de seguridad se degenere, autoridades del Instituto Nacional Penitenciario (INP), después de observar el comportamiento de ese grupo, decidieron separarlos.
Omar Rivera, miembro de la Comisión Especial para la depuración y transformación de la Policía Nacional, aplaudió la determinación del INP porque “esta es una señal de que se están tomando decisiones inmediatas”.
“La decisión es un acto de sagacidad de las autoridades. Están evitando riesgos de que los mareros sobornen a los custodios”, explicó.
Rivera y Germán Leitzelar, también integrante de esa comisión, convergen en que los policías penitenciarios deben desempeñar sus cargos bajo un régimen especial dado a la naturaleza de su trabajo.
Leitzelar, quien fungió como secretario del Trabajo, es del criterio que para garantizar la seguridad en las nuevas cárceles los policías penitenciarios no deben estar supeditados a normas de aplicación general, como el Código de Trabajo o la Ley de Servicio Civil.
“En estas cárceles especiales los mecanismos humanos deben tener elementos y formación especial. Debe ser como en otros países que tienen un régimen especial, para entrar a él, deben cumplir algunos requisitos”, explicó en una entrevista telefónica.
