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Ismael Cala: Hay que vencer el miedo al fracaso, al rechazo y al qué dirán

  • 23 marzo 2014 /

El periodista de la cadena CNN compartió con los sampedranos las claves para alcanzar el éxito.

San Pedro Sula, Honduras

Ismael Cala conquistó a los sampedranos con su conferencia “El poder de escuchar” en la que habló de las claves para vencer miedos y alcanzar el éxito.

Por dos horas, el periodista de CNN y presentador del programa de entrevistas Cala compartió su vida, los momentos duros en su natal Cuba, como el suicidio de su abuelo, el temor de heredar la esquizofrenia de su padre y la sed de triunfo que lo llevaron a sus 28 años a abandonar ese país y a tratar de conquistar el mundo.

“Me ha tocado luchar con suicidios en mi familia, con la esquizofrenia, problemas mentales. Hace muchos años salí del único clóset que a mí me aprisionaba: el del temor de vivir con mi mente secuestrada por voces”, dijo el comunicador de 45 años.

En el evento en la Universidad Tecnológica de Honduras (UTH), en beneficio de la unidad de quemados de la Fundación Ruth Paz, el comunicador -que se define como “un gladiador de la mente”- deshojó su vida haciendo alusión a una cebolla que tiene capas secas, húmedas y jugosas. Así se desnuda en su libro “El poder de escuchar”.

Contó que a sus 15 años, cuando vivía en Santiago de Cuba, solo encontraba respuestas de víctima cuando se preguntaba “¿quién soy?”; pero aprendió a escuchar y reconocer su voz y allí empezó a echar a andar el poder de transformación para convertir las desventajas en ventajas y llegar adonde está.

“Es lo que he tratado de hacer en los últimos 15 años de mi vida: darme cuenta de que victimizaba mi historia, que daba por seguro que iba a heredar la esquizofrenia. Posibilidades tenía tantas como mis hermanos porque es algo genético. Sin embargo, cuando uno puede de esa desventaja usar recursos y herramientas y llegar a romper esas cadenas hereditarias, somos agentes de cambio”.

Confesó que cuando aprendió a encontrar espacios supo cómo crecer.

“Viví muchos años como un autómata, alguien que iba tomando decisiones y poniéndose metas sin una misión de vida, sin propósito, sin realmente conocer dónde estaba la felicidad interior, y eso uno lo conoce cuando se da espacio para conversar consigo mismo”.

Cala invitó a los asistentes a su conferencia a alcanzar el éxito usando el poder de la transformación personal y compartió que usa su apellido como un verbo para encontrar la diferencia entre quienes logran el éxito y las que no.

“O activas tu poder personal de transformación y calas tus propios sueños o terminas calado en los sueños de otros.Esa es la diferencia entre las personas que son exitosas y las que no son exitosas”.

Recordó a los sampedranos que todos los seres humanos nacen con la semilla del éxito, pero la diferencia es que algunos toman medidas para que germine, pero otros nunca se enteraron de que la tenían. El poder, dijo, es la capacidad que un ser humano tiene de transformar su vida, actuar para cambiar lo que quiere evolucionar y adónde ir.

Enfatizó en la importancia de saber comunicarse con los demás. “La calidad de nuestra vida depende de la calidad con que nos comuniquemos. En esta época, nadie trabaja solitario o aislado, todo mundo está interconectado. Las redes sociales democratizaron las comunicaciones.

El mundo cambió y el concepto del éxito cambió. Hoy el éxito tiene que ser el valor añadido y significado que le estás dando tú a los demás”.

Cala aconsejó compartir los conocimientos con los demás o tener un plan de acción y no solo ser un almacén de información.

Al cierre de la conferencia invitó a tres personas al escenario para que halaran una piñata, de la cual se desprendieron tres pergaminos en los que estaban escritos tres miedos que invitó a vencer: miedo al fracaso, al rechazo y al qué dirán.

“La vida es una piñata y lo que nos trae la piñata viene envuelto, nadie sabe lo que es”. El periodista invitó a los sampedranos a vivir la vida y se despidió agradeciendo lo que calificó como una hemorragia de afecto. “El hondureño es humildad y afectos; ese es el retrato que me llevo del país. Gracias”.