Kevin Mejía, el atleta hondureño más laureado: “En mi mente están las Olimpiadas”

Kevin Mejía, orgullo de Triunfo de la Cruz y el único hondureño que logró medalla en los Panamericanos 2023 -un bronce en lucha grecorromana-, cuenta su vida a LA PRENSA

Foto: Marvin Salgado

Kevin Mejía muestra con orgullo la medalla de bronce que ganó en los Panamericanos de Santiago de Chile 2023.

vie 10 de noviembre de 2023

15:10 min. de lectura

Tegucigalpa, Honduras.-

Parado en la puerta de su casa, Kevin Mejía no para de llorar. Tomó una decisión de adulto siendo aún un niño. Ya con la mochila en su espalda, un autobús lo espera. Ver el rostro desencajado de su mamá le oprime el corazón con una fuerza descomunal. Nunca se ha separado de ella, su ángel, quien lavó ropa ajena y vendió pan de coco para alimentarlo a él y a sus cuatro hermanos. En la mesa nunca faltó un plato de comida para ellos, aunque no es seguro si ella alguna vez durmió con el estómago vacío.

Con la voz entrecortada, la brisa fresca cargada con la arena del mar y el sonido de las olas como detonante en Triunfo de la Cruz, Tela, el niño de doce años lanzó una promesa a su mamá: ser un gran deportista, tenerla bien y construirle una casa. Prometió no regresar siendo el mismo, nunca más ser una carga para ella y hacerla sentir orgullosa.

LA PRENSA Premium conversó con el medallista hondureño Kevin Mejía, de 28 años, quien obtuvo el bronce en los Panamericanos de Santiago de Chile 2023 en la disciplina de lucha grecorromana. Es el único atleta hondureño que se colgó una medalla con el peso de las cinco estrellas. Este logro no es casualidad: ya suma tres medallas en Panamericanos - plata en Toronto 2015, dos bronces en Lima 2019 y Santiago 2023 -, bronce en el mundial juvenil de Hungría 2011 en la categoría cadete y otro bronce en el mundial juvenil de Salvador de Bahía 2015, entre otros grandes reconocimientos que lo catapultan como el deportista hondureño de más alto nivel a nivel internacional.

Niñez

En Triunfo de la Cruz, prevalece el recuerdo de un niño aventurero, fabricante de trompos que luego vendía por el módico precio de 10 lempiras a sus amigos de la comunidad. Amante del baloncesto, la pesca y con ocasional presencia en partidos de fútbol. En las aulas del Centro Básico Esteban Guardiola, siempre se destacó en excelencia académica. “Me felicitaban. Siempre hice algunas travesuras. Mi primera maestra se llamaba Ruth, esposa de un tío, y la segunda era mi tía”, recuerda entre carcajadas. “Cualquier cosa y llamaban a mi mamá, pero en serio, nunca fui por ser mal portado”.

El protagonista de esta historia es el segundo de cinco hermanos. El mayor, Yefrín Mejía, también era luchador y medallista hondureño. Se retiró para iniciar una carrera como chef en Estados Unidos y fue un respetado deportista que llevó a Kevin al mundo de la lucha grecorromana a la corta edad de 12 años.

$!Kevin Mejía compartió esta fotografía en la que aparece con su mamá, Yina Sambulá.

Hablar de la niñez de Kevin es subirse a una montaña rusa de emociones donde prevalecen las carcajadas, demostrando que, a pesar de las limitaciones económicas, disfrutó cada segundo. “Fue increíble, lo mejor”, dice. Entre risas, recuerda cómo su hermano, tres años mayor, le pidió que le diera un jalón en una bicicleta para llevarlo a una escuela cercana a la comunidad. Unos entrenadores habían llegado en busca de talento caribeño. Kevin no lo llevó. “Andate caminando”, le decía. Ese día, su hermano resultó seleccionado y, un par de días después y con apenas 15 años, partió hacia Tegucigalpa.

“Y yo me preguntaba, ¿dónde es eso de Tegucigalpa, loco?

Asombrado, presenció cómo días después su adorada madre salió de Triunfo de la Cruz hacia la capital para sacarle un pasaporte a su hermano, pues iba a competir en Puerto Rico. “Y yo, ok, todo inocente”.

Esos viajes despertaron el oído al medallista panamericano, quien con asombro en noviembre de ese año vio cómo su hermano regresaba a la comunidad. “Venía mamado; yo me quedé viendo y le digo, ¿qué estás haciendo? Practicando lucha, y yo: ¿vo qué es eso? Y me dice: te enseño. A las cuatro de la mañana vamos a la playa a entrenar”.

“Yo no sabía en qué me estaba metiendo, pero me levanté”, sonrió.

La mente de Mejía vuela al recordar ese primer entrenamiento a la orilla de la playa, en Triunfo de la Cruz. Ahogados, corrieron hasta la punta de una de las montañas más prominentes de la zona y al rato su hermano “me revolcó en la arena luchando. Esa semana me enseñó, me gustó y me preguntó si me quería venir y yo, de una, dije que sí”.

$!LA PRENSA Premium fue testigo de los entrentamientos de Kevin en la Villa Olímpica de la capital de Honduras.

Primeros pasos

Un mes después, en diciembre, llegó Humberto Torres, actual entrenador del medallista que en ese tiempo era un reclutador de talento. Su visita a Tela era para llevar de regreso a los muchachos que estaban de vacaciones, aunque aprovechó para conocer a Kevin. Lo probó en velocidad, fuerza, corrida, pechada y abdominales, pero “no había plazas disponibles”.

El destino hizo lo propio; un joven atleta de la comunidad de Zambo Creek decidió no continuar, abriendo un chance. “Esto era para mí”.

Una particularidad acompaña la vida de Kevin Mejía: tiene dos mamás, ambas son hermanas. Su madre biológica, Yina Sambulá, le autorizó a su hermana Naydi Mejía a que reconociera a su muchacho para que tuviera la oportunidad de viajar como si fuera su hijo a Estados Unidos, pues el medallista iba a vivir por esos lados.

El medallista las ama, por eso al ser seleccionado con apenas doce años para irse a Tegucigalpa, les contó a las dos por igual. Ambas le dijeron que, si estaba seguro, iban a respetar su decisión.

“Ninguna estaba tranquila, pero me dijeron que sí. Cuando salí de casa, lloré como un niño que nunca había salido, nunca me había separado de mi mamá. Tenía a mi hermano aquí, pero nunca es lo mismo. Le dije que iba a ser un gran deportista, que le iba a construir su casa y tenerla bien. Yo no iba a regresar a Triunfo de la Cruz siendo Kevin, un niño que no hizo nada. Yo no quería ser carga”, recordó con mucha nostalgia.

$!Kevin Mejía en compañía de su tía, Naydi Mejia, a quien considera su mamá e incluso lleva su apellido.

En la mañana, el cipote ya iba en el bus. Las curvas lo volvieron loco, se mareó, vomitó y escuchó el común discurso en todo el recorrido: “¡Loco, ya vamos a llegar!”, ante la risa de los demás muchachos de experiencia.

Al llegar a Tegucigalpa, Mejía encajó rápido. Conocía a varios de los luchadores; él era el más pequeño, pero tenía a la par a su hermano mayor, que siempre resultó ser un apoyo en la carrera del muchacho.

Se vino lo bueno: entrenamientos. “Yo en Tela me levantaba a las seis de la mañana y aquí a las cuatro y media arriba. Era trole, no era suave. Veíamos venir al entrenador y se nos revolvía la tos. Allá viene este señor a matarnos”.

Kevin, nacido para ganar

Kevin mezclaba los duros entrenamientos con las clases de secundaria que recibía en el Instituto Hondureño de Educación por Radio (HIER), donde siempre se desempeñaba de la mejor manera. Su talento no pasó desapercibido en la Villa Olímpica, donde recibió invitaciones de entrenadores de otras disciplinas que intentaron ficharlo. Sin embargo, Kevin ya tenía su corazón fijado en la lucha.

En apenas cuatro meses, con poco aprendizaje pero un coraje nato, se probó en su primera competencia. Su rival era otro joven, dos años mayor y con un récord impresionante: nadie le había ganado. “Siempre tengo esa suerte o bendición de enfrentarme primero a los mejores. Ese día no sabía mucho, pero entendí que tenía que atacar, no aflojar, evitar que me marcaran puntos y gané en ese torneo. Mi hermano también ganó”.

Esta historia también refleja las adversidades que enfrentan los atletas en Honduras: limitaciones de materiales e implementos deportivos, falta de máquinas para fuerza y para correr, entre otras. Cuando uno de estos jóvenes logra un triunfo, lo disfrutan de manera espectacular, pues “si tuviéramos las condiciones de otros atletas en otros países, seríamos élites”.

$!Durante la entrevista, el atleta hondureño en la disciplina de lucha grecorromana no se guardó nada de detalles de su vida.

Kevin recuerda otra anécdota con su hermano, llena de risas. “Cuando tenía dos meses de haber llegado, le dije que le iba a ganar. Apostamos y cuando nos enfrentamos, la gente pensó que éramos enemigos. Nos dimos con todo, le gané y quedaron sorprendidos. El entrenador dijo que en un año les ganaría a todos, y así fue”.

Salir de Honduras fue un reto que llegó en 2009, en medio de un golpe de Estado. Su primer logro internacional fue en Hungría en 2011, donde ganó el bronce en la categoría Cadete en el mundial juvenil de 15 a 17 años, una verdadera sorpresa. En los Panamericanos de Toronto 2015, compitiendo contra adultos en la categoría de 98 kilogramos, ganó la medalla de plata, solo superado por el cubano Yasmany Lugo. En las gradas estaba su madre, que había viajado desde Nueva York para verlo competir internacionalmente por primera vez. “Fue muy emocionante, nunca lo olvidaré. Fui el primer atleta en ganar una medalla de plata en unos Panamericanos, algo que solo el fútbol había logrado. Fue un orgullo para mi familia”.

Otro logro que atesora es el bronce en el mundial juvenil de lucha grecorromana en Salvador de Bahía, Brasil, donde solo fue superado por el georgiano Nikoloz Kakmelashvili. El año pasado, en el campeonato panamericano de lucha en Acapulco, México, el hondureño ganó la medalla de oro tras vencer al cubano Juan Luis Condé en la categoría de 97 kilogramos.

$!Sobre la mesa, la medalla de bronce obtenida por el luchador hondureño en los Panamericanos 2023

Adversidades de los atletas

Esta medalla pudo haber significado el retiro prematuro del campeón. Su situación económica no era precisamente la mejor, con un hijo recién nacido que requería leche, pañales y comida, y que estaba en Estados Unidos esperando por él. A Mejía realmente le urgía tener más ingresos que los que recibía, que para él solo eran suficientes, pero con un hijo ya no.

‘Iba a retirarme porque tengo a mi hijo, Keven Israel Mejía, a quien amo, y la economía no me alcanzaba para tanto gasto. He trabajado en construcción y colocando alfombras. El Comité Olímpico me da un ingreso, y este año se sumó Condepah y la Alcaldía Municipal, así que me sostengo mejor que antes. Continúo con mi sueño, aunque mi hijo es todo para mí’, mencionó.

El tema económico y las condiciones volvió a cobrar importancia para el medallista: ‘Es sacrificado, necesitamos un nutricionista. Hemos aprendido por nuestra cuenta sobre alimentación, necesitamos instalaciones para ejercicios, terapias, aunque este año he recibido más apoyo’.

Entre risas, comentó que durante el inicio de la competencia en Santiago de Chile, se hizo amigo de un luchador venezolano quien le preguntó si recibiría algo por obtener una medalla. ‘Yo le dije que ojalá. Él me comentó que en su caso, por el oro recibiría 15 mil dólares, por la plata 10 mil dólares y por el bronce, ocho mil dólares, y yo pensé ¿qué?, solo deseaba estar en su lugar’.

Mejía reconoció que las veces que le han prometido algo por un logro, le han cumplido. Siempre tiene expectativas. En esta ocasión dijo: ‘Ojalá llegue algo extra. No sabemos, no han dicho la cantidad, pero si dicen que lo dan, lo dan, lo que nunca sabemos es cuándo’.

$!Sonreír casi en todo momento es una de las cualidades del medallista hondureño.

Tocar la gloria

Llegar a los Panamericanos de Santiago de Chile 2023 fue el resultado de una extensa preparación de la mano de su entrenador: ‘Participé en varios torneos en Europa, competí en Hungría, Bulgaria, y luego en Cuba. Mi entrenador me motivó a practicar tres veces al día’.

Al llegar a su cita, el orgullo de Triunfo de la Cruz tenía metas claras: ‘ir con todo a ganar’. En el sorteo, como es costumbre, le tocó enfrentar al rival más fuerte de toda la competencia, el cubano Gabriel Rosillo, campeón mundial de lucha grecorromana.

Fue un duelo feroz. ‘Estuvo cerrado, 9-7 quedamos. En el área pocos tienen ese resultado, son difíciles. Yo iba ganando, intenté una técnica y se me fue el agarre. Ahí siento que perdí la pelea, desde ahí él hizo valer su experiencia para la obtención de puntos’.

Este resultado obligó al medallista a competir contra el dominicano Carlos Adames, a quien había visto en Cuba durante entrenamientos: ‘Yo le pedí en Cuba que entrenáramos juntos, pero nunca quiso. Es normal, se cuidan porque piensan que uno puede copiar técnicas, y sí, suele pasar si ves algo bueno y lo trasladas a tu vida’.

El dominicano, conocedor del potencial del catracho, lo terminó venciendo rápidamente, dándole la oportunidad de competir por estar en el podio una vez más.

Llegó la hora de la pelea contra su rival, Josef Rau de Estados Unidos, un tipo rudo. Kevin reconoce que las dos peleas anteriores, y en especial con el campeón, le pasaron factura: ‘Pude haber ganado antes, pero el cuerpo se sentía cansado. Tenía la mentalidad de ganar esa medalla y lo logré’, citó Mejía.

La misión estaba cumplida y resultó ser más impactante, pues fue el único hondureño en ganar medalla en cualquiera de las categorías: ‘Se siente bien y mal, porque uno quiere que los demás deportistas también traigan algo. Se sacrifican demasiado y es triste. Tenemos el talento, pero faltan condiciones estructurales o motivación. En los últimos años solo hemos sido yo y el fútbol, el año pasado ambos y ahora yo de nuevo’, afirmó.

$!Kevin Mejía en el duelo por el bronce en los Juegos Panamericanos 2023.

La medalla añade un peso extra a la carrera del deportista: ‘Tengo mayor responsabilidad. Me pone nervioso tener que poner más empeño en las cosas. Me pregunto qué pasará la próxima vez si no lo logro. Es una gran responsabilidad. Los compañeros me felicitan, enseño a los nuevos. Me gustaría que empezaran a involucrar a las nuevas generaciones’.

La plática está por concluir. Mejía espera en silencio y luego agrega: ‘Estoy construyendo la casa a mi mamá, ya falta poco. Con mis ahorros he podido avanzar. Ha tardado, pero ya casi está. Tengo que cumplírselo, sí o sí. Como deportista, las he hecho sentir orgullosas a las dos y les doy las gracias por apoyarme. No les voy a fallar. A mi país, le he cumplido. En mi mente están las Olimpiadas, es el top. Quiero hacerlo por Honduras. Yo no voy a parar’

$!Por mucho, Kevin Mejía es actualmente el mejor atleta en Honduras.