Vivos, muertos o presos: así buscan a 600 hondureños desaparecidos en la ruta del migrante

La larga lista ha sido construida a lo largo casi 25 años por el Cofamipro, una organización liderada por madres de familia de El Progreso, Yoro que realizan esa ardua tarea desde 1999

Foto: Jessica Figueroa

En esta composición fotográfica hay apenas 32 de varios centenares de hondureños desaparecidos. Si conoce a alguno o sabe dónde se encuentra contacte al Cofamipro al número: (504) 9782-5946.

mié 20 de septiembre de 2023

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SAN PEDRO SULA, HONDURAS. -Johnny Javier Membreño García es originario de aldea Arena Blanca, El Progreso, Yoro. La última comunicación con su familia fue el 10 de febrero de 2022, y se localizaba en Puerto Peñasco, México. Desde entonces han pasado 588 días sin noticias sobre él.

María Luisa López Díaz, de la aldea Nueva Esperanza, Morazán, Yoro se comunicó por última vez un 1 de diciembre del 2018 y estaba en Tabasco, México. Su familia lleva 1,755 días sin saber de su paradero

Blanca Rosa Rivera Ramos, de Tegucigalpa, Francisco Morazán llamó por última vez a su familia un 6 de marzo de 1990 cuando se encontraba en Ecatepec de Morelos, México. Hoy se cumplen 15,555 días (33 años) sin rastros que lleven a su familia a saber si se encuentra viva, muerta, presa o en cualquier otra condición.

Las fotografías ampliadas de ellos y al menos 600 hondureños más son lo único con lo que cuentan sus seres queridos para no perder la esperanza de algún día encontrarlos.

Cada hora 42 hondureños abandonan el país para emigrar rumbo a Estados Unidos, pero no todos ellos llegan con bien a su destino. El camino que deben recorrer está minado de peligros. Pueden morir o lesionarse en un accidente o en un asalto, ser secuestrados, reclutados por el crimen organizado, esclavizados o prostituidos, y una larga lista más de situaciones que les pueden truncar su plan de alcanzar el sueño americano.

El estudio sobre la migración laboral en Honduras de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) le pone cifras a esta realidad. “Anualmente y después de la recesión global de 2009 intentan salir más de 200,000 personas hondureñas anualmente, y menos del 20% entra a Estados Unidos de América, más del 80% de manera irregular”.

$!Un grupo de migrantes caminan a un costado del río Bravo, en la fronteriza Ciudad Juárez, Chihuahua (México). La desesperación por pasar a Estados Unidos ha provocado que muchos pongan en riesgo su vida al intentan cruzar la alambrada de navajas.

Añade que “muchos migrantes pierden la vida en el intento, otros más desaparecen en la ruta y su paradero es incierto. El número de muertes en la frontera entre los Estados Unidos de América y México aumenta año tras año desde 2014, sumando un total de 1,907 en cinco años. La mayoría de las muertes de migrantes en Centroamérica se producen en México, donde se registraron 576 fallecimientos entre 2014 y 2018”.

De nunca acabar

Quizá la noticia de su desaparecimiento quede en el seno de los hogares de muchas familias hondureños, pero sus casos son tantos que cada vez más se hace imposible ignorarlos.

En la actualidad hay un grupo de madres que a fuerza de llanto, miedo y tristeza se mantiene unido para poder dar con el paradero de los hijos, nietos, esposos o sobrinos de muchísimas madres que no han vuelto a vivir en paz desde el día que perdieron contacto con ellos. Creen que ahora, con la ayuda y el alcance de las redes sociales, sea más fácil localizarlos o tener pistas que los conduzcan a encontrarlos.

Edita Imelda Maldonado Moncada, presidenta del Comité de familiares de migrantes desaparecidos de El Progreso (Cofamipro), Yoro lamentó que por la situación que vive el país la emigración ilegal, lejos de acabar, en su lugar aumente a diario. “Todos los días salen hondureños del país a pesar del riesgo que saben que se lleva en el camino.

Desde que comenzamos a funcionar como comité en 1999 no hay mes que no abramos un nuevo expediente de algún hondureño que desapareció en el camino”, lamentó. Como fundadora, cree que los riesgos para los que emigran ahora son mayores porque continúan emigrando familias completas.

“Trabajamos con fallecidos, desaparecidos o privados de libertad. Desde que se formó Cofamipro, hay más de 1,000 personas registradas, pero algunos han aparecido, unos vivos, otros muertos, pero en la actualidad estamos en la búsqueda de unos 600 compatriotas, ya que encontramos a cuatro o cinco, pero nos vienen a reportar constantemente nuevos desaparecidos”.

El mecanismo de búsqueda ha cambiado con los años. Al inicio, las madres organizaban caravanas por la ruta del migrante, y con fotografías en mano, buscaban a los hondureños reportados como desaparecidos.

Luego recurrieron a las redes sociales y ahora, cada expediente que se abre, e l que contiene fotografías, datos generales de la persona con su descripción física, y los reportes del último lugar donde se comunicó, se envía a la Cancillería, la cual, se auxilia mediante la red de consulados en Guatemala y México.

$!Edita Imelda Maldonado Moncada se sumó a Cofamipro para buscar a su hija Rosa Lidia Pérez en el año 2000, y aunque la encontró gracias al comité, se mantuvo dirigiendo la organización para ayudar a otras madres a lograr los reencuentros.

Si el desaparecido es hallado muerto, se les practican pruebas de ADN para corroborar la identidad y, mediante la Cancillería, se repatrian sus restos.“Si se logra identificar, lo que más espera un familiar, es que repatrien a su ser querido. Si lo que hay son solo huesitos, que nos manden los huesitos. Han venido bastantes así. En este estamos esperando dos, uno que se acaba de meter la gestión y otro que ya llevamos dos años con el trámite”, expuso.

Maldonado ingresó a Cofamipro en enero del 2000, ya que buscaba ayuda para encontrar a su hija Rosa Lidia Pérez que llevaba cinco años desaparecida. Ese mismo año logró establecer comunicación con ella mediante una carta, y en una caravana que se hizo a Tecún Uman, frontera entre Guatemala y México, la encontró.

En 2001, su hija volvió al país a visitarla, y aunque en al menos cinco ocasiones le escribió cartas, ninguna le llegó. “Yo decía, será que está viva, será que se murió, o me la mataron. Todo me cruzó por la mente, fue duro para mí”. Aunque su historia tuvo final feliz, se mantuvo en Cofamipro para ayudar a otras madres a encontrar a sus hijos. “Han sido muchísimos los reencuentros, cuando eso pasa nosotros decimos que ya dejó de sangrar ese corazón, sin embargo, muchísimas madres más, mueren sin tener una noticia de sus hijos”.

Finalmente, en 2004, luego que su hija volviera de México enferma, murió. “Yo digo que siempre perdí a mi hija por la misma migración, ella se fue a buscar un mejor porvenir para mí, para ella y se me murió. Lo único que me consuela es que sé donde está enterrada, donde le dejo flores, donde le prendo candelitas para el día de los finados”.

Para saber
  • > Si conoce a alguno de los hondureños publicados en este reportaje o sabe dónde se encuentra, contacte al Cofamipro al número: (504) 9782-5946