28/04/2024
10:03 AM

Conejos y zanahorias

    Concluíamos ayer esta columna editorial con la referencia a Ernest Hemingway en su obra Por quién doblan las campanas..., refiriéndonos a la necesidad de rectificar, de identificar el rumbo, a como dé lugar, pues, de lo contrario, desaparecerán las campanas o no existirá quien haga los toques: el último apagó la luz y cerró la puerta.

    La visión puede ser apocalíptica, pero es tan real, humana y cotidiana que se proyecta en el médico cirujano del Instituto Hondureño de Seguridad Social que al ingresar al quirófano echa su mano a la bolsa para verificar que lleva hilo para costurar la herida, pues aunque se les pida a los parientes de los pacientes comprar lo necesario para la intervención, no siempre lo hacen con prontitud o no disponen de recursos.

    La intensa campaña emprendida para la gestión de un “nuevo” Seguro, cuya piedra angular sea la universalización abre inmensas y hasta desbocadas ilusiones con el qué, cuya segunda parte no es abordada con la misma intensidad, nos referimos al cómo. Recientemente señalaba un popular personaje que si no se erradica el mal, plenamente identificado que ha llevado a la institución al abismo, es seguir dejando que los conejos cuiden el sembradío de zanahorias.

    En La Ceiba el presidente Juan Orlando Hernández escuchó las lluvias de quejas que se integrarán a las iniciativas y recomendaciones que tanto él como los interventores están recibiendo. La nebulosa en que se manejan las posibles subrogaciones de los servicios o tercerización, como ahora se le llama para marcar distancia de la corrupción, es uno de los asuntos fundamentales, pues aquello del menú de hospitales y clínicas en manos de los derechohabientes es utopía, por lo menos por unos años hasta salir de la lipidia, producto del saqueo.

    “Hemos escuchado la problemática de la seguridad social en La Ceiba y está en total abandono”, sintetiza el mandatario después de oír a empresarios y trabajadores, las dos fuentes de financiamiento de la institución, pues el Estado da la espalda y los gobiernos (como patronos) han sido y son los mayores deudores. Mientras el Seguro Social sea utilizado por el Poder Ejecutivo como ventanilla de financiamiento y acuda a él como agencia de empleo, seguiremos con más de lo mismo, pero peor.

    Es de reconocer la aceptación del desafío en la administración Hernández, pero es necesario hilar sumamente fino en la redacción de la iniciativa de ley que se presentará al Poder Legislativo y exigir un debate, sin dispensas, con transparencia y plena participación, pues está en juego la salud de los que cotizan y la oportunidad de que “el día que tenga 70 años, tener un fondo que me permita retirarme y tener recursos para una vejez digna”.

    ¿En quién confiar? He ahí un reto tan urgente como disponer de medicina, realizar los exámenes, coser las heridas y más adelante, si no se es víctima de violencia, tener “centavitos” en la ancianidad.