28/04/2024
07:36 AM

De lo que no cuesta...

    Redacción, Honduras.

    Aquello de hacer fiesta de lo que no cuesta es el eje central para hallar las pistas, suficientemente claras, de derroche en la administración de los recursos públicos, aunque se cubre con formalidades legales que no son más que expresiones de corrupción institucionalizada mediante las cuales se pagan favores, se cumplen promesas o se tapan irregularidades según el decir de “hoy por ti, mañana por mí”.

    La declaratoria oficial de austeridad como herramienta o instrumento regulador en el manejo de los bienes de las instituciones públicas tiene escaso éxito, lo cual es inquietante puesto que al inicio de cada administración se intentan arreglar los entuertos y se guardan las apariencias, aunque la fiesta siga.

    Las asesorías, consultorías, empresas de maletín o fantasmas siguen con la piñata, pues, de acuerdo a la fuente oficial del Consejo Nacional Anticorrupción (CNA) no hay mucha disposición para realizar requerimientos. “Queremos instar procesos si el Ministerio Público no quiere hacerlo”.

    Se refiere Gabriela Castellanos, directora del CNA, a las irregularidades en el Instituto Nacional de Jubilaciones y Pensiones de los Empleados Públicos (Injumpem) cuya planilla del mes de mayo aumentó en casi millón y medio de lempiras por la contratación de nuevos empleados. Cuando lo legal se impone a lo justo por débiles principios morales de las autoridades no se miden los daños y mucho menos se protegen los derechos de quienes aportan los recursos para su pensión o jubilación.

    Urge nuestro país de un inmediato “golpe de timón”, no tanto en el ámbito económico y financiero, sino en el ético y moral, mediante el cual se comience a condenar, a aplicar una especie de estigmatización social efectiva a todos aquellos a quienes la impunidad les cubre como escudo todas sus fechorías.

    El mundo de la honra se ha convertido en un pantano en el que los cocodrilos se mueven en su hábitat con la ayuda de una sociedad cada vez más cómplice, de manera que entre nosotros nadie se deshonra ni con los más graves señalamientos, pues la justicia no llega y, si lo hace, es con retraso, envenenando su naturaleza hasta desnaturalizar su decisión.

    Los ejemplos están a la orden del día, pero son tantos que los hondureños corremos el inminente riesgo de perder la sensibilidad ante la violencia, la inseguridad, la injusticia, la corrupción y dejarnos imponer el tradicional lo que no cuesta se hace fiesta, por, trágicamente, hoy por ti, mañana por mí. Quizás tengamos que preguntarnos como el novelista Ernest Hemingway, Por quién doblan las campanas... si no rectificamos.