28/04/2024
05:46 PM

Tercera y cuarta edad

Elisa M. Pineda

Hace pocos días, fue noticia la entrada en vigor de la reforma a la Ley Integral de Protección al Adulto Mayor y al Jubilado, que ahora contempla beneficios para la cuarta edad, es decir, para las personas de 80 años y más.

De acuerdo con la ley, los beneficios de los que ahora gozan las personas que se encuentran en este rango de edad son: 35% de descuento en cualquier pasaje aéreo, marítimo o terrestre, nacional e internacional, en empresas públicas o privadas que operen en el país; 35% de descuento en el consumo individual en cafeterías y restaurantes, 30% en servicios de salud (clínicas, hospitales y consultas) y 35% en honorarios por consulta médica especializada, entre otros más.

Más allá de la información relacionada con descuentos, lo que en el fondo debe llamar la atención es cómo la esperanza de vida de los hondureños se amplía y con ella se vuelve aún más necesario prestar atención a la tercera y la cuarta edad. Se estima que en Honduras la población mayor es de 920,000 personas, una gran parte de ella, en condiciones de pobreza.

Además, hay que considerar que las leyes se presentan con una visión mucho más amplia, no solo del momento sino de lo que se espera de la dinámica de la población. En ese sentido, en Honduras estamos transitando por los últimos años del bono demográfico, esto significa que en poco tiempo dejaremos de tener concentrada la mayor parte de la población en la juventud.

Debemos prepararnos para la madurez de la población; es decir, para trabajar desde ahora las condiciones necesarias para que esos grupos poblacionales sigan siendo productivos aún con el paso de los años.

Esto significa que más allá de un enfoque plenamente asistencialista, que es necesario, pero no debe ser el único, debemos pensar en generar oportunidades para que la población mayor tenga posibilidad de seguir contribuyendo a la dinámica económica del país.

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) propone el concepto de “economía plateada”, que “es aquella parte de la economía global vinculada al cambio demográfico producido por el envejecimiento de la población cuyo enfoque se centra en las necesidades y demandas de los adultos mayores”.

Para impulsar este enfoque se requiere una visión amplia que, por una parte, aproveche la experiencia, los conocimientos y las habilidades desarrolladas por las personas a través de los años; por otra, que también considere que los adultos mayores tienen muchas necesidades, además de las de salud y alimentación, que trascienden a la recreación, el deporte y la cultura.

El emprendimiento surge como un camino valioso que transitar para aprovechar el aporte de los adultos mayores. En esa área, casi de forma natural vemos como hay una importante participación de los mayores, quizás porque en el mercado laboral es difícil encontrar espacio para este grupo poblacional.

Se trata de buscar oportunidades nuevas, con un propósito inclusivo y de manera especial, con el respeto que merecen los adultos mayores.

Además, se abre la oportunidad de ofrecer productos y servicios destinados a satisfacer las necesidades de este grupo. Por ejemplo: ofrecer excursiones de turismo interno, actividades recreativas en horarios y condiciones adecuadas, servicios de cuidado, transporte y un amplio etcétera.

Prepararse para el envejecimiento poblacional implica mucho más que brindar mayor oportunidad de descuentos por servicios y productos. Eso se evidencia en las sociedades que actualmente pasan por ese momento, es importante observar y revisar qué es aplicable a nuestra propia realidad, para lograr una sociedad más justa, incluyente y de oportunidades para toda la población.

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