26/04/2024
10:56 AM

Sexualidad humana y diversión

Los seres humanos somos seres sexuados. La sexualidad permea todos los ámbitos de nuestra existencia. Por eso es que hay una manera masculina y otra femenina de concebir la realidad, de valorar los acontecimientos, de reaccionar ante los distintos estímulos que la vida ofrece. Es evidente que la sexualidad matiza las relaciones sociales, el mundo del trabajo, las comunicaciones, etc. Es también por eso es que el mundo de la literatura, del arte, de la historia, de la filosofía, de todas las manifestaciones del espíritu, se ocupa muchas veces de destacar el papel que juega el sexo en la cultura humana.

Una recta concepción de la sexualidad humana genera respeto, relaciones interpersonales equilibradas, armonía en la familia y en la sociedad. Pero cuando no se logra entender por qué y para qué somos seres sexuados la vida puede devenir en tragedia. Si se piensa, por ejemplo, que el ejercicio de la sexualidad tiene un sentido puramente lúdico, que es una forma de diversión, de juego y que su única función es la obtención de placer, estamos ante un gran problema. Cuando, además, se separa sexo de amor y se asume que lo importante es la satisfacción de una tendencia primaria de la que no se desprende necesariamente un compromiso estable o la natural y consecuente procreación, andamos muy mal.

Por eso es que cuando se abre el debate sobre el uso indiscriminado de productos químicos para evitar la concepción o para interrumpir el desarrollo de una vida que ya ha comenzado a gestarse, las preguntas que se mantienen en el aire son: ¿la promoción del “sexo seguro” no es más bien la promoción de una conducta sexualmente irresponsable?, ¿no es cierto que la llamada “salud sexual y reproductiva” más bien ha alentado a la gente joven a comenzar a tener relaciones sexuales cada vez a más temprana edad sin que se tenga la madurez y la conciencia necesaria para medir las consecuencias de sus actos?, ¿o es que aquella triste idea de que lo importante es enseñar a nuestra niñez y juventud a obtener el “máximo placer” con el “mínimo riesgo” se ha convertido en lema y objetivo de nuestras autoridades y de todas las oscuras ONGs que hace de trágicos corifeos?

El Estado y los ciudadanos estamos obligados a buscar el bien común, a generar unas condiciones que permitan el desarrollo pleno de la personalidad de cada una, de cada uno. Mal haríamos si no reflexionamos seriamente sobre estos asuntos y actuamos, responsablemente, en consecuencia.