San Pedro Sula, Honduras.
Aunque el término de gestión por resultados ha sido la bandera del actual gobierno, toda gestión debe medirse por el alcance de las metas propuestas, ¡al menos existen metas!, eso ya es un comienzo después de haber tenido gobiernos que navegaron tan torpemente que aun hoy no dilucidamos hacia dónde pretendían llevarnos, pero sí sabemos que nos han dejado encallados en una enorme deuda económica y social.
Ahora para salir del descalabro económico se ha instruido a la Dirección Ejecutiva de Ingresos para que persiga, hostilice y fustigue a los mismos que venimos pagando impuestos desde siempre.
Según algunos datos, que no sabemos qué tan ciertos puedan ser, las personas naturales que pagamos impuestos somos entre 75 mil y 150 mil. Es decir, y para que quede claro, que 150 mil personas debemos llevar en nuestro lomo la carga de 8 millones de hondureños. Aclaro que éste no es un dato oficial.
Los gobiernos de Zelaya y Lobo se caracterizaron por utilizar el populismo vertiendo una gran cantidad de promesas que nunca cumplieron, y la cifra de pobreza continuó incrementándose.
El último dato confiable que tenemos del Instituto Nacional de Estadística señala que la cantidad de pobres alcanza los 6 millones de habitantes, un 70% de nuestra población, de los cuales 4.2 millones se encuentran en extrema pobreza, 50% de la población.
Ambos ex presidentes incrementaron la pobreza, el desempleo y la violencia por lo que salen vergonzosamente reprobados.
A pesar de las “juntas interventoras” creadas para develar los manejos del erario público de algunas instituciones, aun no se tiene ningún responsable “grande”.
En cada una que destapan se encuentra evidencia suficiente como para deducir responsabilidades, se justifica entonces que estas personas se defiendan privados de su libertad pues tienen groseras cuentas bancarias, inversiones y mansiones hasta en el extranjero siendo muy alto el riesgo de fuga.
Si el actual gobierno realmente quiere hacer algo por Honduras debe dejar de hostilizar a los que pagamos impuestos y comenzar a exigir a esos que no pagan, bajo el pretexto que se hayan inventado en gobiernos anteriores y que todos sabemos que son razones ridículas.
También debe controlarse el gasto, no es posible que haya personas que estén recetándose sueldos de 200 mil lempiras. ¡Seguro que si ponemos en concurso la dirección de todas estas instituciones con un sueldo de 50 mil lempiras lloverían cientos de candidatos universitarios con gran capacidad académica, con maestrías, y capacidad de liderazgo!
El presidente de la República debe tener presente que su gestión también va a ser medida por los resultados, no por la cantidad de comisiones interventoras que nombre, no por mostrar la corrupción existente en las instituciones ni mucho menos por sus intenciones, ¡van a ser los resultados!
En conclusión si el gobierno quiere tener dinero para hacer obras debe controlar el gasto, deducir responsabilidad a todos aquellos empleados de los gobiernos anteriores que se enriquecieron abusando de su autoridad, obligar a las empresas que siguen eximidos de pagar impuestos a que cumplan con su obligación tributaria y ya dejar en paz a los que siempre hemos cumplido.
Aunque el término de gestión por resultados ha sido la bandera del actual gobierno, toda gestión debe medirse por el alcance de las metas propuestas, ¡al menos existen metas!, eso ya es un comienzo después de haber tenido gobiernos que navegaron tan torpemente que aun hoy no dilucidamos hacia dónde pretendían llevarnos, pero sí sabemos que nos han dejado encallados en una enorme deuda económica y social.
Ahora para salir del descalabro económico se ha instruido a la Dirección Ejecutiva de Ingresos para que persiga, hostilice y fustigue a los mismos que venimos pagando impuestos desde siempre.
Según algunos datos, que no sabemos qué tan ciertos puedan ser, las personas naturales que pagamos impuestos somos entre 75 mil y 150 mil. Es decir, y para que quede claro, que 150 mil personas debemos llevar en nuestro lomo la carga de 8 millones de hondureños. Aclaro que éste no es un dato oficial.
Los gobiernos de Zelaya y Lobo se caracterizaron por utilizar el populismo vertiendo una gran cantidad de promesas que nunca cumplieron, y la cifra de pobreza continuó incrementándose.
El último dato confiable que tenemos del Instituto Nacional de Estadística señala que la cantidad de pobres alcanza los 6 millones de habitantes, un 70% de nuestra población, de los cuales 4.2 millones se encuentran en extrema pobreza, 50% de la población.
Ambos ex presidentes incrementaron la pobreza, el desempleo y la violencia por lo que salen vergonzosamente reprobados.
A pesar de las “juntas interventoras” creadas para develar los manejos del erario público de algunas instituciones, aun no se tiene ningún responsable “grande”.
En cada una que destapan se encuentra evidencia suficiente como para deducir responsabilidades, se justifica entonces que estas personas se defiendan privados de su libertad pues tienen groseras cuentas bancarias, inversiones y mansiones hasta en el extranjero siendo muy alto el riesgo de fuga.
Si el actual gobierno realmente quiere hacer algo por Honduras debe dejar de hostilizar a los que pagamos impuestos y comenzar a exigir a esos que no pagan, bajo el pretexto que se hayan inventado en gobiernos anteriores y que todos sabemos que son razones ridículas.
También debe controlarse el gasto, no es posible que haya personas que estén recetándose sueldos de 200 mil lempiras. ¡Seguro que si ponemos en concurso la dirección de todas estas instituciones con un sueldo de 50 mil lempiras lloverían cientos de candidatos universitarios con gran capacidad académica, con maestrías, y capacidad de liderazgo!
El presidente de la República debe tener presente que su gestión también va a ser medida por los resultados, no por la cantidad de comisiones interventoras que nombre, no por mostrar la corrupción existente en las instituciones ni mucho menos por sus intenciones, ¡van a ser los resultados!
En conclusión si el gobierno quiere tener dinero para hacer obras debe controlar el gasto, deducir responsabilidad a todos aquellos empleados de los gobiernos anteriores que se enriquecieron abusando de su autoridad, obligar a las empresas que siguen eximidos de pagar impuestos a que cumplan con su obligación tributaria y ya dejar en paz a los que siempre hemos cumplido.
