Jerusalén.
Varios grupos palestinos llamaron ayer a protagonizar un “viernes de la Revolución”, con manifestaciones después del rezo semanal, en medio de la ola de apuñalamientos que ha provocado pánico en Israel.
Siete israelíes y unos 30 palestinos, incluyendo varios presuntos autores de los ataques con arma blanca, murieron en los incidentes esta semana y otros 30 palestinos resultados heridos en los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad israelíes.
Ante la crisis, el primer ministro Benjamin Netanyahu expresó su voluntad de reunirse con el líder de la Autoridad Palestina, Mahmud Abas. “Es el momento de que el presidente Abas deje de justificarlo, pero también de instar a la violencia”, dijo Netanyahu.
El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abas, pidió el miércoles formas pacíficas de resistencia, un llamamiento que corre el riesgo de ser ignorado por los jóvenes palestinos hartos de la ocupación israelí y de la falta de avances en las negociaciones con vistas a crear un Estado palestino. La ola de violencia se intensificó a partir del 1 de octubre, cuando presuntos miembros del movimiento islamista Hamas mataron a tiros a una pareja de colonos judíos en Cisjordania, en presencia de sus hijos. En los días anteriores, se habían producido numerosos enfrentamientos entre fuerzas de seguridad israelíes y jóvenes palestinos en la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén.
Despliegue del ejército
Las fuerzas de seguridad israelíes se desplegaron masivamente ayer en Jerusalén y la población judía se armaba con lo que tuviera a mano.
Unos 300 soldados debían sumarse a las fuerzas policiales, desbordadas por el recrudecimiento de la violencia, que generó temores de una tercera intifada, o levantamiento palestino. La última vez que el ejército participó en una operación en las ciudades israelíes data de 2002, durante la segunda intifada.
Los registros a bordos de los autobuses provenientes de los territorios palestinos eran constantes en la autopista que une a Jerusalén con Hebrón, en Cisjordania.
Violentas protestas palestinas ocurrieron en Jerusalén este, anexada por Israel, así como en Cisjordania ocupada y en la Franja de Gaza. El miércoles, la policía israelí empezó a instalar puestos de control en los accesos a los barrios palestinos de Jerusalén Este, como el barrio de Jabel Mukaber, de donde procedían la mayoría de los implicados en los ataques contra civiles israelíes de esta semana.
Varios grupos palestinos llamaron ayer a protagonizar un “viernes de la Revolución”, con manifestaciones después del rezo semanal, en medio de la ola de apuñalamientos que ha provocado pánico en Israel.
Siete israelíes y unos 30 palestinos, incluyendo varios presuntos autores de los ataques con arma blanca, murieron en los incidentes esta semana y otros 30 palestinos resultados heridos en los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad israelíes.
Ante la crisis, el primer ministro Benjamin Netanyahu expresó su voluntad de reunirse con el líder de la Autoridad Palestina, Mahmud Abas. “Es el momento de que el presidente Abas deje de justificarlo, pero también de instar a la violencia”, dijo Netanyahu.
El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abas, pidió el miércoles formas pacíficas de resistencia, un llamamiento que corre el riesgo de ser ignorado por los jóvenes palestinos hartos de la ocupación israelí y de la falta de avances en las negociaciones con vistas a crear un Estado palestino. La ola de violencia se intensificó a partir del 1 de octubre, cuando presuntos miembros del movimiento islamista Hamas mataron a tiros a una pareja de colonos judíos en Cisjordania, en presencia de sus hijos. En los días anteriores, se habían producido numerosos enfrentamientos entre fuerzas de seguridad israelíes y jóvenes palestinos en la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén.
Procesión con el cuerpo de Moataz Zawahra, palestino de 28 años que murió al enfrentarse con fuerzas israelíes.
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Las fuerzas de seguridad israelíes se desplegaron masivamente ayer en Jerusalén y la población judía se armaba con lo que tuviera a mano.
Unos 300 soldados debían sumarse a las fuerzas policiales, desbordadas por el recrudecimiento de la violencia, que generó temores de una tercera intifada, o levantamiento palestino. La última vez que el ejército participó en una operación en las ciudades israelíes data de 2002, durante la segunda intifada.
Los registros a bordos de los autobuses provenientes de los territorios palestinos eran constantes en la autopista que une a Jerusalén con Hebrón, en Cisjordania.
Violentas protestas palestinas ocurrieron en Jerusalén este, anexada por Israel, así como en Cisjordania ocupada y en la Franja de Gaza. El miércoles, la policía israelí empezó a instalar puestos de control en los accesos a los barrios palestinos de Jerusalén Este, como el barrio de Jabel Mukaber, de donde procedían la mayoría de los implicados en los ataques contra civiles israelíes de esta semana.
Israel también llora a sus muertos, es el caso de Alon Guverg (51), quien murió en un ataque a un autobús.
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