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Miami busca recuperarse de la pesadilla del huracán Irma

  • 10 septiembre 2017 /

Probablemente nada dejará mayor huella en la ciudad que la pérdida de históricos árboles.

Florida, EUA.

Miami, azotada por intensos vientos y fuertes lluvias, busca recuperarse de uno de los peores huracanes que han azotado al estado de la Florida.

Destrozados de infinitas maneras, arrancados de cuajo, partidos por la mitad, tanto en sentido horizontal como vertical, miles de árboles de Miami sufrieron el paso del poderoso huracán Irma por el sur de Florida.

En Miami, al menos dos grúas de construcción se derrumbaron el domingo por las ráfagas de viento, pero probablemente nada dejará mayor huella en la ciudad que la pérdida de caobas, encinas y guanos blancos que daban sombra desde hacía décadas a los jardines y avenidas de la ciudad.

El paso del ciclón por Miami fue más de viento que de lluvia, quizás porque finalmente no se concretó la trayectoria que predijeron los meteorólogos y que finalmente llevó el centro de este mortífero huracán por la costa oeste de Florida.

Innumerables calles de la ciudad quedaron intransitables por el todavía mayor número de árboles, que dejaron un manto verde sobre el oculto asfalto, que más parecía musgo que alquitrán.

Incluso la Dixie Highway, una de las principales arterias de Miami y que vive en permanente atasco, quedó totalmente cortada por la caída de varios árboles que bloquearon sus seis carriles.

Miami, una ciudad con una profusa vegetación luce desde hoy menos verde, y muchos de aquellos árboles que lograron superar el paso de los huracanes Andrew, en 1992, y de Katrina y Wilma, en 2005, no pudieron evitar que Irma terminase con ellos.

Mientras, con cara de resignación y amargura, los vecinos salían tras pasar el huracán del particular cautiverio al que les obligó Irma para comprobar el estado de sus casas y lamentar la pérdida de los árboles que tanta prestancia daban a sus propiedades.

Y es que los siempre atendidos jardines de la adinerada área de Coral Gables lucen más descuidados que nunca, y los dueños, o más bien los jardineros, tienen una ardua tarea por delante.