La leyenda dice que los dioses lanzaron maldiciones sobre Kaha Kamasa (Ciudad Blanca en misquito), la ciudad perdida descubierta en La Mosquitia por arqueólogos del Instituto Hondureño de Antropología e Historia (IHAH) y un grupo de científicos estadounidenses.
Parte del grupo de exploradores extranjeros podría empezar a creer en esa leyenda tras contraer una enfermedad en La Mosquitia, según informó Douglas Preston, escritor estadounidense que acompañó al grupo de la Universidad de Colorado (EUA) en la expedición.
Preston, que actualmente promociona un libro que escribió sobre su experiencia en La Mosquitia titulado 'La Ciudad Perdida del dios mono', reveló a la cadena CBS que él y gran parte del equipo de arqueólogos y estudiantes contrajeron leishmaniasis, una enfermedad parasitaria que se transmite a través de la picadura de un mosquito.
La ciudad perdida del dios mono. Una historia real, es el título del libro de Douglas Preston.
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Descubrimiento
Pese a lidiar con esa enfermedad, Preston destacó 'que regresaría' a La Mosquitia.
El escritor formó parte del grupo liderado por el explorador Steve Elkins, que gracias a LIDAR, un equipo de alta tecnología logró ubicar el sitio preciso donde se encontraba la ciudad perdida.
Entonces, Elkins conformó un equipo de exploradores liderados por Fisher y con el apoyo del Gobierno de Honduras, emprendió su anhelada expedición a La Mosquitia.
Tras ingresar a la jungla y enfrentarse a sus peligros, los exploradores encontraron 'casi por accidente' los primeros vestigios de una ciudad antigua que puede datar del siglo XVI.
'Es increíble pensar que en pleno siglo XX1 puedas encontrar algo como esto en la superficie de la Tierra', dijo Elkins a la CBS.
Preston muestra sus cicatrices en un reportaje de la cadena CBS.
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Y es que luego de culminar con la exploración en la selva misquita, donde detectaron con ayuda de tecnología satelital la existencia de dos ciudades precolombinas sepultadas bajo la jungla, el grupo regresó a los Estados Unidos, donde varios de los exploradores comenzaron a recibir tratamiento por esa enfermedad, incluyendo el jefe de los arqueólogos, Chris Fisher, y Preston.