A una cárcel de mediana o máxima seguridad enviarían a JOH si es condenado

NUEVA YORK

En caso de que sea hallado culpable de narcotráfico, el expresidente Juan Orlando Hernández podría enfrentar su destino tras las rejas en alguna de las penitenciarías más temidas de Estados Unidos, donde la seguridad es prioritaria y el tiempo parece detenerse entre sólidos muros de concreto y alambradas eléctricas.

El sistema penitenciario de Estados Unidos, reconocido por su rigurosidad y sus instalaciones de alta seguridad, alberga a una diversidad de individuos que han cometido desde delitos menores hasta crímenes atroces, incluyendo robo, asesinato, tráfico de drogas y terrorismo. Sin embargo, es el Buró Federal de Prisiones (BOP, por sus siglas en inglés), una división del Departamento de Justicia de Estados Unidos, la que tiene la responsabilidad de determinar el destino del exmandatario en caso de que sea condenado por un jurado.

Según Mike Vigil, exdirector de Operaciones Internacionales de la Administración de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés), el exmandatario será condenado y trasladado a una cárcel de mediana o máxima seguridad por las implicaciones en el caso y los involucrados en el mismo.

“Yo creo que va a ser enviado a una cárcel de mediana o máxima seguridad, pero no como donde está el Chapo Guzmán, porque él -Juan Orlando Hernández- ya no tiene infraestructura y no es tan peligroso como un terrorista ni como lo fue Pablo Escobar”, expresó.

Para el experto, el centro donde cumpliría su condena el expresidente sería parecido a VictorVille, en California, donde su hermano Juan Antonio Hernández cumple cadena perpetua más 30 años de prisión por narcotráfico.

Al consultarle si los hermanos Hernández podrían coincidir en la misma cárcel, Vigil explicó que “dependerá de la disponibilidad de camas, celdas, designación de seguridad, necesidades médicas, mentales, de los prisioneros y de aspectos religiosos, que son tomados en cuenta por la BOP para asignar a la persona a cierta opción”.

En el rincón más inhóspito de Indiana, la Penitenciaría de Estados Unidos en Terre Haute emerge como un coloso de la justicia, conocido por su corredor de la muerte y su cámara de ejecución federal.

Entre los 1,126 reclusos que alberga esta institución figura Héctor Emilio Fernández Rosa, alias Don H, enfrentando la cruda realidad de la cadena perpetua por sus vínculos con el tráfico de drogas.

Por otro lado, en el Complejo Correccional Federal de VictorVille en California, los internos enfrentan el implacable desierto de Mojave mientras cumplen sus condenas. Aquí, Tony Hernández, condenado a cadena perpetua por narcotráfico, se enfrenta al inexorable paso del tiempo en un entorno de máxima seguridad, donde las reglas militares gobiernan cada aspecto de la vida diaria.

Las luces se encienden a las 5:30 am y se apagan a las 10:00 pm, y las visitas a otras celdas están prohibidas.

En Florida, la Institución Federal Coleman I y II acoge a reclusos de seguridad media, incluyendo al exdiputado Fredy Nájera y Fabio Lobo, quienes enfrentan 30 y 24 años tras las rejas, respectivamente, por sus crímenes relacionados con el narcotráfico. Ubicada en Terraza, Florida, esta se mantiene firme en su misión de mantener a los más de 1,500 reclusos bajo estricta supervisión y control.

Los capos confesos hondureños habrían negociado con la Fiscalía estadounidense para ser testigos en el juicio del expresidente Hernández, lo que reforzaría la tesis de los fiscales y les daría beneficios a los colaboradores.

Los testigos serían Devis Leonel Rivera Maradiaga, quien fue jefe de Los Cachiros; Víctor Hugo Díaz Morales, alias el Rojo; Alexander “Chande” Ardón, exalcalde de El Paraíso, Copán, entre otros.

Vigil explicó que si Juan Orlando Hernández es condenado, es probable que sea enviado a cumplir su sentencia en una cárcel distinta a la de los narcotraficantes que testificarán en su contra, pues el BOP se encarga de verificar todos los riesgos previo a la asignación del centro.

“Si lo mandan a una prisión, por ejemplo, donde tiene enemigos que por alguna razón lo pueden matar o lo pueden amenazar, la defensa puede pedir un cambio, pero mira, normalmente no lo van a tirar a un lugar sin antes averiguar si hay personas ahí que le quieren hacer daño”, expresó.

Actualmente, Hernández se halla recluido en el Centro de Detención Metropolitano en Brooklyn, Nueva York, esperando la celebración de su juicio.

Tras haber sido pospuesto en cuatro ocasiones, el juez Kevin Castel denegó ayer la solicitud de la defensa para aplazar nuevamente el juicio y ratificó la fecha para el 20 de febrero a las 9:30 am, hora de Nueva York.