Ciudad del Vaticano.
El papa Francisco inauguró ayer la Cuaresma con los ritos del Miércoles de Ceniza y, además, envió a cientos de sacerdotes al mundo para absolver los pecados de los fieles, incluso los considerados más graves por la Iglesia Católica.
El pontífice pidió a 1,142 sacerdotes y religiosos en todo el mundo que devuelvan al redil a las ovejas descarriadas de la Iglesia Católica, los creyentes que se han alejado de la institución por sus mensajes de condena demasiado severos.
A partir de ayer, y durante todo el año santo que termina en noviembre, estos “misioneros de la misericordia” tendrán que compaginar sus tareas habituales con la de predicar el perdón y confesar a los creyentes.
“Que vuestras manos bendigan y estimulen con paternidad a los hermanos y a las hermanas, que a través de vosotros la mirada y las manos del Padre se posen sobre sus hijos y sanen sus heridas”.
El pontífice les concedió a estos “misioneros de la misericordia” la facultad de absolver los pecados, incluidos los reservados a la Sede Apostólica, es decir aquellos que sólo puede perdonar el papa o los organismos designados por la Santa Sede. Estos son los que implican la excomunión latae sententiae (automática) y son “apostasía, herejía, cisma, profanación de la Eucaristía; atentado o violencia física contra el papa o la ordenación de obispos”.
Los misioneros podrán absolver el pecado del aborto, algo que hasta ahora sólo podían hacer el papa y los obispos, y su misión durará hasta que concluya este periodo jubilar, el próximo 20 de noviembre. El objetivo del papa es acabar con los confesores demasiado severos que condenan a los creyentes con una mirada o hacen preguntas a veces indiscretas. “Estáis llamados a expresar la maternidad de la Iglesia”, explico Francisco.
El papa Francisco inauguró ayer la Cuaresma con los ritos del Miércoles de Ceniza y, además, envió a cientos de sacerdotes al mundo para absolver los pecados de los fieles, incluso los considerados más graves por la Iglesia Católica.
El pontífice pidió a 1,142 sacerdotes y religiosos en todo el mundo que devuelvan al redil a las ovejas descarriadas de la Iglesia Católica, los creyentes que se han alejado de la institución por sus mensajes de condena demasiado severos.
A partir de ayer, y durante todo el año santo que termina en noviembre, estos “misioneros de la misericordia” tendrán que compaginar sus tareas habituales con la de predicar el perdón y confesar a los creyentes.
“Que vuestras manos bendigan y estimulen con paternidad a los hermanos y a las hermanas, que a través de vosotros la mirada y las manos del Padre se posen sobre sus hijos y sanen sus heridas”.
El pontífice les concedió a estos “misioneros de la misericordia” la facultad de absolver los pecados, incluidos los reservados a la Sede Apostólica, es decir aquellos que sólo puede perdonar el papa o los organismos designados por la Santa Sede. Estos son los que implican la excomunión latae sententiae (automática) y son “apostasía, herejía, cisma, profanación de la Eucaristía; atentado o violencia física contra el papa o la ordenación de obispos”.
Los misioneros podrán absolver el pecado del aborto, algo que hasta ahora sólo podían hacer el papa y los obispos, y su misión durará hasta que concluya este periodo jubilar, el próximo 20 de noviembre. El objetivo del papa es acabar con los confesores demasiado severos que condenan a los creyentes con una mirada o hacen preguntas a veces indiscretas. “Estáis llamados a expresar la maternidad de la Iglesia”, explico Francisco.