San Pedro Sula, Honduras.
Atrás quedaron aquellos tiempos cuando los sastres, zapateros y lustrabotas, entre otros, eran los más buscados en la ciudad debido al servicio que ofrecían.
Algunos que aún siguen dedicándose a su negocio, a pesar de que dejaron de ser tan lucrativos como hace 20 años, aseguran que es su pasión el motivo por el que continúan vigentes.
La poca demanda que tienen en el mercado incide directamente en sus bolsillos.
Los establecimientos de tiendas por departamento, e incluso el comercio informal, ha hecho que la gente deje de recurrir a los sastres y modistas, por ejemplo.
Ricardo Martínez tiene 43 años de haber iniciado con su sastrería entre la 5 y 6 calles de barrio Guamilito, dice que antes lo visitaban más de 20 clientes al día, hoy le toca conformarse con dos o tres.
“Esto ya uno lo hace por amor más que por dinero. Antes los oficios eran generacionales; de los papás pasaban a su hijos y así sucesivamente. Yo al menos seguiré haciendo y arreglando ropa hasta que me muera”, expresó.
Dijo que en Navidad es la única temporada del año en la que logran aumentar sus ingresos.
Pérdidas
Rolando Valle, sastre con 50 años de experiencia, señaló que las ganancias han disminuido en más de 50%.
Agregó que las personas que todavía los buscan en su mayoría es para que les arreglen sus prendas y no para que les confeccione una.
Al igual que los sastres, los limpiabotas también atraviesan un mal momento.
Óscar Velásquez, presidente de la Asociación de Lustrabotas en San Pedro Sula, declaró que desde hace siete año sus ingresos han ido decayendo.
Claudio Salgado, analista económico, considera que en un lapso de dos décadas los oficios que hasta ahora existen podrían desaparecer, al igual que sucedió con los telegrafistas.
Estima que el poco apoyo crediticio vuelve más difícil la subsistencia de estas labores.
Atrás quedaron aquellos tiempos cuando los sastres, zapateros y lustrabotas, entre otros, eran los más buscados en la ciudad debido al servicio que ofrecían.
Algunos que aún siguen dedicándose a su negocio, a pesar de que dejaron de ser tan lucrativos como hace 20 años, aseguran que es su pasión el motivo por el que continúan vigentes.
La poca demanda que tienen en el mercado incide directamente en sus bolsillos.
Los establecimientos de tiendas por departamento, e incluso el comercio informal, ha hecho que la gente deje de recurrir a los sastres y modistas, por ejemplo.
Ricardo Martínez tiene 43 años de haber iniciado con su sastrería entre la 5 y 6 calles de barrio Guamilito, dice que antes lo visitaban más de 20 clientes al día, hoy le toca conformarse con dos o tres.
“Esto ya uno lo hace por amor más que por dinero. Antes los oficios eran generacionales; de los papás pasaban a su hijos y así sucesivamente. Yo al menos seguiré haciendo y arreglando ropa hasta que me muera”, expresó.
Dijo que en Navidad es la única temporada del año en la que logran aumentar sus ingresos.
 El tradicional puesto de lustrabotas que se encuentra en la 1 calle, entre la 3 y 4 avenidas del barrio El Centro.
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Rolando Valle, sastre con 50 años de experiencia, señaló que las ganancias han disminuido en más de 50%.
Agregó que las personas que todavía los buscan en su mayoría es para que les arreglen sus prendas y no para que les confeccione una.
Al igual que los sastres, los limpiabotas también atraviesan un mal momento.
Óscar Velásquez, presidente de la Asociación de Lustrabotas en San Pedro Sula, declaró que desde hace siete año sus ingresos han ido decayendo.
Claudio Salgado, analista económico, considera que en un lapso de dos décadas los oficios que hasta ahora existen podrían desaparecer, al igual que sucedió con los telegrafistas.
Estima que el poco apoyo crediticio vuelve más difícil la subsistencia de estas labores.
