Choloma, Cortés
Se levantó temprano, corrió a bañarse y cuando estaba listo para irse a la terminal de buses, se despidió de su tía con un fuerte abrazo.
Así relata Ana Ruiz la despedida que su sobrino le dio antes de partir. La mujer de 45 años nunca imaginó que esa sería la última vez que vería con vida a José Omar Ruiz (21).
Quebrantada por el trágico suceso, ayer esperaba que el cuerpo del joven fuera llevado a Medicina Forense de San Pedro Sula.
Ante la impotencia solo tiene palabras cargadas de amor para aquel muchacho que se crió con ella en la colonia Cerro Verde de este municipio.
“Me abrazó. Me dijo ‘tía, ya me voy’. Me apretó muy fuerte, nunca imaginé que esa era su despedida. Él todos los días salía a las cinco de la mañana, yo ya no quería que siguiera trabajando, era como que presentía que algo malo le iba a suceder. Varias veces le dije que dejara ese trabajo, pero la necesidad lo hizo continuar y solo encontró la muerte”, relató la mujer.
José Omar vivía con su padre, y con lo que ganaba de ayudante de bus ayudaba a su familia. Tenía seis meses de trabajar en la ruta de la López Arellano a San Pedro Sula. Según cuenta sus familiares cuando el ataque se dio, él buscó donde refugiarse.
“Mi sobrino intentó protegerse. Me cuentan que corrió cuando los hombres disparaban, quería esconderse, pero de nada le sirvió, los hombres me lo mataron”, sollozó Ana.
Desde hace varias semanas, en reiteradas ocasiones la tía trató de convencer al joven de dejar el trabajo. Pero no lo logró. El muchacho siempre le decía que no pasaba nada, que no había que temer porque en el trabajo no habían peligros, que era en otras rutas que se daban los problemas por cuestiones de extorsión.
Pero las advertencias no tuvieron eco y su vida se apagó en un instante. Hoy la familia Ruiz llora, sufre y en sus rostros se refleja la impotencia de una tragedia que los marca. Nada será igual.
