Choloma, Cortés
La necesidad por sacar a su familia adelante llevó a Wilson Javier García (32) a trabajar como despachador de buses desde hace tres meses.
Su cadáver quedó tendido dentro de la pequeña caseta de chequeo. Una familiar manifestó que ayer se levantó alegre como todos las mañanas sin imaginarse que ese día encontraría la muerte.
Sus compañeros y amigos lo describieron como una persona tranquila y responsable.
“Trabajaba para su familia, deja una esposa y dos hijos de nueve y siete años, no sabemos por qué a las personas luchadoras les tiene que pasar esto. Ahora quedan muchas madres, esposas e hijos sin el sustento de sus hogares”, lamentó entre lágrimas una pariente de García.
La familia de Wilson pide justicia. “Hacemos un llamado a los jefes de la Policía para que estas muertes no queden impunes, somos pobres, pero también tenemos sentimientos y queremos que los culpables paguen”.
