06/12/2025
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'Me dolió cuando él lloró en mi pecho': cabo de Bomberos que consoló a obrero rescatado

  • 30 mayo 2018 /

El cabo Edgardo Pineda estuvo dando palabras de aliento a don Valetín Ruiz, quien fue rescatado de un alud

Tegucigalpa, Honduras.

Tenía una hora y media de haber ingresado a su turno. El cabo Edgardo Pineda del Cuerpo de Bomberos de la estación El Carrizal llegó como todos los días dispuesto a tenderle la mano a quien la necesitara y así fue.

Su mano y las palabras de aliento sirvieron de mucho para que el obrero Valentín Ruiz no se rindiera. Eran las 10.45 de la mañana cuando el teléfono sonó, una llamada angustiante, de auxilio, de desesperación se escuchaba del otro lado, un obrero había quedado soterrado en un alud de tierra mientras aplanaba un terreno para una construcción en Tegucigalpa, capital de Honduras.

La sirena de los bomberos se desplazaba a toda velocidad hacia El Carrizal, una vida estaba en peligro y entre el grupo de rescatistas estaba el cabo.

Como si se tratara de su pariente, el cabo Pineda le sobaba la cabeza con cariño, le echaba agua para refrescarlo y lo animaba para que no se rindiera. 'Cálmese, lo vamos a sacar con vida ya verá, solo necesitamos que se tranquilice que de esa forma nos ayudaba, que todo saldría bien'.

'Fueron momentos interminables, difíciles donde solo teníamos como meta rescatarle la vida, había presión de la gente que nos gritaba sáquenlo ya, vamos, rápido y don Valentín nos decía que le dolía la pierna, una angustia que afortunadamente terminó con un final feliz', dijo el cabo Pineda a LA PRENSA.

Sudor, gota a gota

Comentó que tuvo momentos de desesperación, pero sabíamos que debíamos bajarle la ansiedad que tenía don Valentín y así fue.

Sin buscarlo y esperar elogios, el cabo se suma a la lista de héroes que lo dan todo por los demás, que cada día salen de sus casas sin saber si regresarán o volverán contando historias como la ocurrida con don Valentín, quien se encuentra estable en el Hospital Escuela Universitario.

Uno de los momentos más duros para el cabo fue cuando empezó a ver las lágrimas que cubrían el rostro de don Valentín, se sentía con más fuerzas porque sabía que no lo podían dejar ir. 'Me dolió cuando él lloró en mi pecho'.

'Cuando se puso a llorar, me dolió. Lo animaba a que siguiera, sabíamos que padecía de diabetes y eso es riesgoso pero lo logramos en equipo'.

Desde hace 29 años el cabo Pineda está al servicio de los hondureños. 'Todos los días que me despido de mi familia les digo que no se si regresaré. Me persino y parto rumbo a la estación, mi segunda casa'.

Hoy miércoles el cabo cumplió sus 24 horas de turno, el regreso a su casa, con su esposa y sus tres hijos, fue diferente, llevaba una historia feliz por contarles. Una historia que lo enorgullece y que sin duda alguna un día contará a sus nietos.

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