San Pedro Sula, Honduras.
Más de 8,260 reclusos (el 46% de la población penitenciaria del país), por lo menos, tiene posibilidades de acceder a Internet y, desde las cárceles, dirigir actividades delictivas, como asesinatos y extorsiones.
Aunque las dos compañías telefónicas (Tigo y Claro) instalaron tecnología para bloquear llamadas y la señal de Internet, en la Penitenciaría Nacional de Támara (con 4,960 presos) y en el presidio sampedrano (con 3,241 reos) hay señales de wifi y acceso a televisión por cable que les permite conectarse a la red.
Durante una investigación en los módulos de los miembros de la MS-13 y 18 en Támara, periodistas de
LA PRENSA observaron que estos reclusos han instalado en las vigas metálicas del cielo raso distribuidores de señal de cable que conectan a televisores (smart tv) que permiten el acceso a Internet.
Frente al portón de esta cárcel, los periodistas también identificaron varias señales y constaron que efectivamente los reclusos pueden conectarse a la red si alguien les provee el nombre de la red y la contraseña.
Pero los mareros de Támara, por tener una estructura criminal, logran adquirir los servicios de Internet para estar conectados de manera permanente y no depender de la voluntad de un contacto en el exterior.
En las celdas donde duermen los mareros de la MS-13 y 18, los periodistas encontraron decenas de enchufes que no solamente utilizan para conectar aparatos electrodomésticos, sino también cargadores de celulares de todos los tipos y modelos.
Los celulares son introducidos a estas prisiones por colaboradores de las maras con el consentimiento de los custodios, quienes, por temor a que los maten, no son rigurosos al momento de revisar a personas
vinculadas a esas organizaciones criminales.
Los celulares, igualmente, son transportados por mujeres dentro de sus vaginas y en el interior de sacos de productos alimenticios que utilizan en la preparación de la comida de los reos.
El uso de celulares, como el tráfico de armas y droga en los presidios, no es una novedad para las autoridades hondureñas. Casi siempre, en cateos sorpresivos encuentran parte de estos objetos en las celdas.
PRESIDIO SAMPEDRANO
A mediados de junio, en uno de varios operativos, la Fuerza de Seguridad Interinstitucional Nacional (Fusina) decomisó en varios módulos del presidio de San Pedro Sula 9 routers, 16 memorias USB, 41 celulares, además de 13 paquetes comprimidos de marihuana, 55 bolsitas de marihuana y 170 carrucos de marihuana.
En febrero, en otra operación sorpresiva, las autoridades encontraron dos computadoras, 25 celulares, un kilo de cocaína, 50 unidades de crack, 16 cargadores con sus proyectiles y seis pistolas.
Pese a que Fusina ejecuta regularmente estos operativos, los cuales suponen un golpe para los mareros, estos delincuentes de inmediato reponen los aparatos.
“La mayoría usamos Whatsapp para comunicarnos, porque por llamada normal es más difícil. Solo en algunos lugares hay señal de celular y es por ratos”, dijo un presidiario recién entrevistado por periodistas de LA PRENSA.
Con dinero adquirido por medio de la extorsión, los reclusos de ambas maras compran routers para amplificar la señal en sus módulos y, de este modo, garantizan la comunicación con sus subalternos en las calles.
Más de 8,260 reclusos (el 46% de la población penitenciaria del país), por lo menos, tiene posibilidades de acceder a Internet y, desde las cárceles, dirigir actividades delictivas, como asesinatos y extorsiones.
Aunque las dos compañías telefónicas (Tigo y Claro) instalaron tecnología para bloquear llamadas y la señal de Internet, en la Penitenciaría Nacional de Támara (con 4,960 presos) y en el presidio sampedrano (con 3,241 reos) hay señales de wifi y acceso a televisión por cable que les permite conectarse a la red.
| Cable de TV
En las dos cárceles más pobladas (San Pedro Sula y Támara), los reclusos tienen distribuidores de señal de cable en sus módulos.
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Frente al portón de esta cárcel, los periodistas también identificaron varias señales y constaron que efectivamente los reclusos pueden conectarse a la red si alguien les provee el nombre de la red y la contraseña.
Pero los mareros de Támara, por tener una estructura criminal, logran adquirir los servicios de Internet para estar conectados de manera permanente y no depender de la voluntad de un contacto en el exterior.
Señales wifi captadas por periodistas de la PRENSA en los alrededores de los dos presidios más importantes del país demuestran que los reclusos tienen acceso a Internet. Imagen tomada cerca de la Penitenciaría Nacional de Támara.
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| Televisores
Los mareros, con dinero de la extorsión, compran televisores smart tv. Estos les permiten conectarse a Internet.
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Los celulares, igualmente, son transportados por mujeres dentro de sus vaginas y en el interior de sacos de productos alimenticios que utilizan en la preparación de la comida de los reos.
El uso de celulares, como el tráfico de armas y droga en los presidios, no es una novedad para las autoridades hondureñas. Casi siempre, en cateos sorpresivos encuentran parte de estos objetos en las celdas.
LA PRENSA constató que los reclusos mareros cuentan con servicio de televisión por cable. Foto en Támara
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A mediados de junio, en uno de varios operativos, la Fuerza de Seguridad Interinstitucional Nacional (Fusina) decomisó en varios módulos del presidio de San Pedro Sula 9 routers, 16 memorias USB, 41 celulares, además de 13 paquetes comprimidos de marihuana, 55 bolsitas de marihuana y 170 carrucos de marihuana.
| Laptop
Pese a que son dispositivos grandes, los mareros recluidos logran introducir computadoras portátiles a los módulos.
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Pese a que Fusina ejecuta regularmente estos operativos, los cuales suponen un golpe para los mareros, estos delincuentes de inmediato reponen los aparatos.
“La mayoría usamos Whatsapp para comunicarnos, porque por llamada normal es más difícil. Solo en algunos lugares hay señal de celular y es por ratos”, dijo un presidiario recién entrevistado por periodistas de LA PRENSA.
Con dinero adquirido por medio de la extorsión, los reclusos de ambas maras compran routers para amplificar la señal en sus módulos y, de este modo, garantizan la comunicación con sus subalternos en las calles.
Las dos maras utilizan Whatsapp, Tango y el mensajero de Facebook para enviar mensajes y realizar videollamadas con los integrantes de las organizaciones de países vecinos que están en libertad o recluidos en otras cárceles.
| Router
En el techo y en sitios insospechados, los mareros esconden los routers para amplificar la señal wifi en los módulos.
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“ Adentro hay tráfico de Internet. Ellos pagan un plan de Internet residencial, y como allí hay cable, ellos consiguen el módem y los routers. El plan está pagado por personas que no están presas”, dijo un exrecluso que usó Internet y observó que gran parte de los reos hacía llamadas.
En una entrevista con LA PRENSA, este exrecluso, quien solicitó el anonimato, dijo que los planes de Internet son adquiridos por personas que colaboran con las maras y pagan el servicio con el dinero que la extorsión les genera.
“Ellos se dan el lujo de pagar un año, dos años de Internet porque tienen dinero.
La empresa que les da el servicio ni se imagina que es para que los mareros del presidio se conecten”, dijo.
En días recién pasados, periodistas de LA PRENSA recorrieron los cuatro costados del muro perimetral del centro penal con el objeto de rastrear señales de wifi y lograron detectar señales que son emitidas desde la parte externa e interna del presidio.
| Plan
Colaboradores de las maras son las personas que van a las empresas de telefonía y pagan los planes de Internet para que los mareros tengan acceso.
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De todos los privados de libertad de Honduras (17,997), los reos del presidio de San Pedro Sula son quienes tienen más facilidades para conectarse en vista de que se encuentran prácticamente en el centro de la ciudad, entre los barrios Las Palmas y Cabañas, dos sectores altamente poblados.
Los jefes de las maras y otros reclusos de alta peligrosidad (unos 128), que están encarcelados en El Pozo, en Santa Bárbara, son los únicos que no pueden conectarse a Internet porque ese centro penitenciario funciona bajo un nuevo esquema de seguridad.