26/04/2024
02:54 PM

Rafting, descarga de adrenalina en el Río Cangrejal

La Ceiba, Honduras.

El turista que llega a La Ceiba, a tres horas por tierra desde San Pedro Sula en el litoral atlántico hondureño, está en uno de los puntos turísticos más diversos y a un paso de una experiencia única en el país: el rafting. Este deporte extremo consiste en navegar en balsa en las aguas y los rápidos de un río.

La experiencia empieza con el desplazamiento desde la ciudad en compañía de guías quienes explican parte de la historia ceibeña mientras se viaja hacia la cuenca rica en flora y fauna, ubicada a solo 40 minutos.

Una carretera sin pavimentar lleva al destino ubicado entre los parques nacionales Pico Bonito y Nombre de Dios, en el que la experiencia de ocho kilómetros, generalmente efectuada por extranjeros y no por hondureños, toma dos horas aproximadamente.

Foto: La Prensa

El rafting es recomendado para cualquier persona que pueda nadar, normalmente desde los ocho años de edad en adelante.
Tras una inducción primaria, y luego de apreciar la catarata El Bejuco, de 60 metros de alto aproximadamente, se llega al centro de visitantes.

Jaime Salaverri recibe al visitante en La Mosquita Ecoaventuras, una de las tres turoperadoras que ofrece la práctica junto con Omega Tours y Jungle River en cualquier horario, aunque se prefieren turnos de mañana o tarde.

Un experto entrega el equipo especializado y certificado consistente en casco, chaleco salvavidas y remo. Además pregunta si alguien ha realizado antes la práctica y advierte, ante la respuesta negativa, que El Cangrejal es uno de los mejores ríos en Honduras para realizar este ejercicio cargado de adrenalina.

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Se requieren mínimo dos personas para la práctica del rafting. También se puede practicar en el río San Juan y en el río Mame (Yoro).
El descenso también se puede realizar desde la parte más alta en kayak, en una experiencia maravillosa.

Una vez en el lugar de donde saldrán las balsas para cuatro personas vienen las instrucciones de seguridad y de operación para la práctica, y tras un repaso en el agua, es momento de la aventura. El corazón se acelera por la adrenalina y el ejercicio.

Foto: La Prensa



Entre órdenes, movimientos para estabilizar la balsa, alguna que otra caída al agua rápidamente solventada por los aventureros y los guías, la descarga de adrenalina es indescriptible en los rápidos de nombres temerosos como “la lavadora”.

Ojalá el turista pueda registrar en video la aventura que, como estaba previsto, es única y que merece la pena repetirse una y otra vez en cuenca que permite también hacer escalada, descenso en rapel, senderismo o ciclismo de montaña.

Foto: La Prensa