REDACCIÓN. El ejercicio regular cuenta con una larga lista de beneficios para la salud, y un nuevo estudio sugiere que se podría añadir otro: un riesgo más bajo de enfermedad de Parkinson.
El estudio, de casi 99,000 mujeres francesas, encontró que las que eran más físicamente activas día a día tenían unas probabilidades un 25% más bajas de desarrollar párkinson a lo largo de tres décadas, en comparación con las mujeres que eran más sedentarias.
Esto no prueba que el ejercicio en sí sea responsable, aclararon los investigadores.
Se observa cuando incluso las tareas sencillas se vuelven más difíciles: los pasos podrían ser más cortos, es difícil levantarse de una silla, o cuando camina arrastra los pies. También puede ocurrir una rigidez muscular en cualquier parte del cuerpo, que podría limitar el rango de movimiento y resultar dolorosa. La postura podría encorvarse, y una persona con enfermedad de Parkinson podría caerse o tener problemas de equilibrio.
Al mismo tiempo, señalan que es poco probable que el vínculo refleje una “causalidad inversa”; es decir, que las mujeres en las etapas más tempranas del párkinson sean menos propensas a hacer ejercicio.
Esto se debe a que el estudio evaluó los hábitos de ejercicio de las mujeres hasta 20 años antes de un diagnóstico de párkinson.
Y dado que está claro que el ejercicio regular tiene unos beneficios claros, los hallazgos podrían ser otra motivación para moverse, planteó el investigador sénior, el Dr. Alexis Elbaz.
Efectos
“La actividad física tiene efectos beneficiosos para muchos sistemas corporales; entre ellos, los huesos, el corazón y los pulmones”, comentó Elbaz, profesor de investigación del Instituto Nacional de Investigación Francés, el INSERM, en París.
“Y nuestros hallazgos muestran que la actividad física también podría contribuir a prevenir o retrasar la enfermedad de Parkinson”.
Es una enfermedad del cerebro que destruye o desactiva de manera gradual las células que producen dopamina, una sustancia que regula el movimiento y las respuestas emocionales.
Síntomas del Párkinson
Los síntomas más visibles del párkinson se relacionan con el movimiento (temblores, rigidez en las extremidades y problemas de coordinación), pero los efectos son abarcadores y pueden incluir depresión, irritabilidad, y problemas con la memoria y las habilidades de pensamiento.
En general, los investigadores creen que la enfermedad surge de una compleja interacción entre la susceptibilidad genética y los factores ambientales.
Factores de riesgo
Entre ellos un historial de traumatismos en la cabeza y la exposición laboral a los pesticidas o los metales pesados. Si el ejercicio es protector, lo convertiría en una de las pocas formas de ayudar a prevenir la enfermedad.
“Esto es importante, ya que representa una posible estrategia de prevención de una enfermedad que no tiene cura y que tiene un intenso impacto en la calidad de vida”, apuntó Elbaz.
En general, el párkinson tiene una larga frase “prodrómica”, un periodo en que las personas quizá tengan ciertos síntomas, pero la enfermedad aún no se ha manifestado del todo.