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Los capitales vuelven a Brasil por un posible un cambio de gobierno

  • 09 septiembre 2014 /

Esto ha captado la atención de algunos inversionistas que habían evitado la mayor econo­mía de América Latina.

Nueva York, Estados Unidos.

Los inversionistas están apostando a acciones de em­presas brasileñas siguiendo una regla sencilla: mientras más cae la presidenta Dilma Rousseff en las encuestas, más suben los precios bursátiles.

Rousseff tiene pocos adeptos en el mundo de las inversiones, que la culpan de no haber hecho lo suficiente para revertir un pro­longado bajón económico. Has­ta hace poco, su reelección en los comicios de octubre parecía segura. Sin embargo, ha caído en las encuestas de intención de voto frente a la candidata del Par­tido Socialista, Marina Silva.

Esto ha captado la atención de algunos inversionistas que habían evitado la mayor econo­mía de América Latina. “Hemos comprado acciones de empre­sas que no necesariamente nos gustan porque están baratas y mal gestionadas”, dice Michael Reynal, gestor de portafolio de RS Investments, que supervisa alrededor de US$25.000 millo­nes. “Si hay un cambio de go­bierno, eso cambiará”.

Reynal y otros inversionistas apuestan a que un gobierno li­derado por Silva relajará el con­trol estatal de sectores clave de la economía, con medidas para eliminar límites de precios de la energía que han alimentado la inflación y afectado las ganan­cias de Petróleo Brasileiro SA, o Petrobras, el gigante petro­lero estatal. Silva también ha expresado su apoyo a un banco central más independiente, que podría conducir a una política monetaria más consistente, di­cen los inversionistas.

Hace poco, Reynal compró acciones de Petrobras así como de Itaú Unibanco Holding SA, el mayor banco privado del país.
Según la proveedora de da­tos EPFR Global, desde el 13 de agosto, los inversionistas han colocado US$293,7 millones netos en fondos que compran acciones brasileñas. Ese día, el candidato Eduardo Campos, del Partido Socialista, murió en un accidente aéreo. Las encuestas han mostrado de manera con­sistente que Silva, la sucesora de Campos, le ganaría a Rous­seff en una segunda vuelta. El martes, una encuesta le daba a Silva el primer lugar con 45,5%, frente a 42,7% para la presiden­ta. Desde principios de año has­ta el 13 de agosto, los inversio­nistas habían retirado US$1.100 millones de fondos de acciones brasileñas.

La bolsa brasileña acumula un alza de cerca de 14% este año y la semana pasada alcanzó un máximo de 19 meses. Los títulos cayeron marcadamente el lunes luego de que surgieron acusa­ciones de corrupción en Petro­bras que involucran a importan­tes partidarios de Rousseff. El martes, el Ibovespa, el índice de referencia de Brasil, cerró con una caída de 0,87% a 58.676,34 puntos.

El giro en el mercado bursá­til en vísperas de los comicios presidenciales es el ejemplo más reciente de las apuestas que han hecho los inversionis­tas en torno a elecciones este año en los países en desarrollo. Acciones y bonos desde Méxi­co hasta India se han dispara­do conforme nuevos gobiernos llevaron a cabo reformas drás­ticas destinadas a estimular el crecimiento al reactivar secto­res de la economía largamente adormecidos.

El índice bursátil de merca­dos emergentes de MSCI Inc. ha subido 7% en lo que va del año.
Brasil, que forma parte del grupo de economías emergen­tes conocido como BRIC, junto con Rusia, India y China, fue un destino predilecto de los inver­sionistas durante casi toda la úl­tima década. Sin embargo, esos días de gloria se acabaron.

El país ha sido golpeado por una debilidad en los precios de las materias primas, una alta inflación y una caída en el cre­cimiento de la productividad. Los inversionistas han volcado su atención a países en desarro­llo que consideran que tienen un mejor panorama, como Indone­sia y México.

La economía se contrajo 0,6% en el segundo trimestre, su se­gunda caída consecutiva, lo que coloca al país en una recesión según la definición más usada. El martes, Moody’s Investors Service rebajó su perspectiva de los bonos soberanos de Bra­sil a negativa y advirtió que po­dría revisar también las de sus empresas. La deuda de Brasil se ubica dos escalones por encima del nivel de chatarra. La econo­mía creció 7,5% en 2010, el año que fue elegida Rousseff.

“Quienquiera que asuma el poder se reenfocará en la eco­nomía, y eso debe ser algo po­sitivo”, señala Audrey Kaplan, directora de acciones interna­cionales de la compañía de fon­dos mutuos Federated Investors Inc. Kaplan dice que planea au­mentar sus posiciones en ac­ciones brasileñas antes de las elecciones.

El ganador de la contienda presidencial tiene el reto de en­derezar la economía. La mayor parte de los problemas de Bra­sil se remiten a una falta de in­versión en infraestructura, así como sueldos que han subido constante más rápido que la productividad de los emplea­dos, alimentando la inflación. Revertir esa dinámica proba­blemente requerirá medidas políticas impopulares, como li­mitar los subsidios a la energía y cambiar leyes laborales venta­josas para los empleados, para darles a las empresas más flexi­bilidad a la hora de contratar y despedir personal.

Silva todavía no ha presen­tado una plataforma económica detallada. Es conocida fuera de Brasil sobre todo como una ac­tivista ecológica y en general no es considerada positiva para las empresas.

“No puedo superar el hecho de que estos problemas no se solucionarán fácilmente, inde­pendientemente de quién gane”, asevera Gaurav Patankar, gestor de portafolio de Boston Com­pany Asset Management LLC, que administra US$50.000 mi­llones. “El reto es que no se pue­de comparar Brasil con México o India o Indonesia. La política allí es más clara para las personas, la percepción de lo que se puede hacer es mucho más clara”.

Agrega que recientemente ha estado reduciendo sus posi­ciones en acciones brasileñas.
Algunos inversionistas di­cen que la creciente presión económica obligará al gobier­no de Brasil, sin importar quién esté al mando, a realizar cam­bios contundentes.

Marc Tommasi, jefe de es­trategia global de la gestora de dinero Manning & Napier, tiene más acciones brasileñas que lo que recomiendan los índices de referencia de la firma, convenci­do de que las empresas del país saldrán de este proceso más só­lidas de lo que los inversionis­tas esperan.

“Podría haber una sorpre­sa positiva” para los mercados, afirma Tommasi.