06/05/2024
01:00 AM

Llega la hora de los inodoros inteligentes

Marcas japonesas como Toto y Lixil expanden sus retretes a EE.UU. y América Latina.

Tokio, Japón.

Yoshiaki Fujimori dice que quiere ser el Steve Jobs de los inodoros.

Al igual que los iPhones, los re­tretes llenos de aplicaciones son codiciados en Japón. Las tapas se levantan automáticamente, los asientos se calientan y los bidés in­tegrados facilitan el lavado.

Algunos de ellos incluso pueden ser sincroni­zados con smartphones a través de Bluetooth para programar las prefe­rencias de los usuarios y reproducir su música favorita en los parlantes incluidos en las tazas.

Cerca de 75% de los hogares japo­neses cuenta con estos inodoros, la mayoría hechos por una de dos em­presas: Toto Ltd., el mayor fabrican­te japonés de artículos para la higie­ne, o Lixil Corp., de la cual Fujimori es presidente ejecutivo.

Fujimori lidera una iniciativa para hacerlos populares en Estados Unidos. Lixil planea añadir inodo­ros con “bidés integrados” a la lí­nea de American Standard Brands, que la empresa japonesa compró el año pasado por US$542 millones, incluyendo deuda.

Fujimori afirma que los estado­unidenses adoptarán los retretes con bidé cuando los empiecen a ver en venta bajo una marca familiar.

Po­cas personas pensaron que necesita­ban teléfonos inteligentes hasta que apareció el iPhone, de Apple. Lo mis­mo sucederá con los nuevos inodo­ros de American Standard, afirma.

“La industria presenta el iPho­ne, la industria presenta el inodo­ro ducha”, dijo Fujimori en una entrevista en la sede de Lixil, en Tokio. “Podemos crear el mismo tipo de patrón”.

Toto y Kohler, fabricante esta­dounidense de accesorios de baño, han vendido inodoros con funciones de bidé en EE.UU. desde hace varios años. Sin embargo, a excepción de un mercado nicho de famosos de Ho­llywood y un grupo de pioneros, apa­recen más en chistes que en los ba­ños de los estadounidenses.

Su alto precio, que puede superar US$5.000 por modelos de alta gama, o más de 10 veces el costo de un retrete con­vencional, es una de las razones.

Toto, pionera en la producción de inodoros con bidé en Japón en 1980 con su línea Washlet, ingresó a EE.UU. en 1993. La empresa está orgullosa de su legado: el museo de Toto muestra un orinal instalado en la base general de las fuerzas aliadas durante la ocupación pos­terior a la Segunda Guerra Mun­dial. Toto apunta a crecer orgáni­camente, bajo su propia marca, en lugar de lograr un impulso rápido con la compra de otra.

“Por supuesto es importante ge­nerar ganancias, pero creemos que tener raíces en un país y contribuir a la industria local de inodoros es lo que deberíamos hacer primero”, señala Soichi Abe, gerente general de negocios internacionales de Toto, en una entrevista en su sede en Kokura, en la isla de Kyushu, en el sur de Japón.

Toto no quiso divulgar las ven­tas de Washlet en EE.UU. pero dijo que crecían el doble de rápido que los inodoros en general. The Free­donia Group, una firma de investi­gación, proyecta que las ventas en EE.UU. de artículos y accesorios de plomería, incluyendo retretes, cre­cerán a un ritmo anual de 6% hasta 2017, a US$12.000 millones.

La empresa tiene una subsidiaria en Brasil, pero también opera en la mayoría de los países de América La­tina a través de distribuidores loca­les, señala David Krakoff, presiden­te de Toto Brasil y de la división de ventas en América de Toto USA.

Si bien tiene fábricas en Monterrey y en las afueras de São Paulo, los retre­tes inteligentes Washlet y Neorest que vende en la región son importa­dos de Japón. Krakoff señala que, se­gún el mercado, sus ventas en Amé­rica Latina van desde menos de 100 a cientos de unidades mensuales, principalmente a hoteles, resorts, restaurantes y apartamentos.

El objetivo de Toto Brasil es au­mentar la producción y las ventas en el país, donde 25% de su facturación proviene de este tipo de inodoros, según la empresa. Desde 2012, las ventas de Washlet han subido allí 25% y las de Neorest 15%.

Algunos de los proyectos don­de se han instalado los retretes son el resort Villas del Palmar en Los Cabos, México, el hotel Inter­Continental Tamanaco Caracas, el Edificio Santorini en Viña del Mar e incluso en seis palcos VIP del nue­vo Arena Corinthians, o Itaquerão, donde se jugará el partido inaugu­ral del Mundial.

El principal negocio de retretes de Toto facturó US$232 millones en el continente americano en el año fiscal que cerró en marzo.

Jay Gould, presidente ejecuti­vo de American Standard, indica que la compañía apunta a vender US$50 millones en inodoros con bidés en los próximos tres años. American Standard planea gastar entre US$3 millones y US$5 millo­nes en una campaña publicitaria en EE.UU. para promover sus inodoros con bidé, señala Gould.

Toto ha firmado acuerdos con hoteles de lujo como Kitano, en Nueva York, para instalar retretes Washlet en todas sus habitaciones. La división estadounidense de Toto ha restado importancia a la capa­cidad de limpieza de sus Wahslet y hecho énfasis en sus beneficios medioambientales.

Tanto Lixil como Toto han teni­do éxito con sus inodoros con bidé en Corea del Sur y China, donde se han convertido en símbolos de es­tatus social. Lixil también planea empezar a venderlos pronto en Eu­ropa bajo la marca Grohe, un fabri­cante alemán de accesorios que la empresa japonesa compró por cer­ca de US$4.000 millones.

En Japón, ambas compañías en­frentan la competencia de Panasonic Corp., que asegura que sus inodoros tienen funciones para mantener las tazas más limpias. Un modelo pre­sentado en marzo automáticamente baja el nivel de agua en tres centíme­tros cuando se levanta el asiento.

Funciones como estas son gan­chos comerciales en un país obse­sionado por la limpieza como Ja­pón. Para otros consumidores, los inodoros japoneses, con su menú de botones al estilo de un smartpho­ne distribuidos a lo largo de la taza, pueden ser abrumadores.

“Nadie quiere que algo tan bio­lógicamente mundano como ir al baño sea más complicado de lo que debe ser”, asevera Paul Goehrke, analista de Freedonia. “En este momento, todos los inodoros de alta tecnología me recuerdan a Arturito (o R2-D2)”, el robot de La guerra de las galaxias.

Fujimori sostiene que una vez que los consumidores prueben estos retretes, no volverán a los tradicio­nales. “Esto mejora su estándar de vida”, asegura. “No le hace daño. A la gente le gusta la comodidad, le gusta la facilidad, le gusta lo automático. Y a la gente le gusta lo limpio”.